Industria, comercio y servicios de
México en manos de extranjeros
Con los gobiernos que hemos tenido que padecer los últimos 30 años y los empresarios de
México, los mexicanos han tenido que tragar sapos y acostumbrarse a la mediocridad tanto
en el crecimiento económico como en el bienestar social; la única salida, lo creo y lo supongo,
sería la de que cada mexicano vea por sí mismo y no se atenga para nada a nuestro gobierno. |
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
La banca, la industria, el comercio, la agroindustria, los servicios y medios de comunicación y el transporte, incluyendo nuestra política y el propio gobierno, trabajan en concordancia bajo el poder de EEUU; la seguridad nacional depende del entrenamiento que reciben la marina y el ejército de parte de las políticas de Washington, haciéndonos cada día más dependientes a sus designios, en principio para servir a los intereses de ellos, dejándonos sólo las migajas.
Las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, durante 30 años, han sometido a nuestro país a una infinidad de candados que nos mantienen absolutamente dependientes de los dictados de EEUU; de ahí que las cuestiones laborales hayan mantenido un salario mínimo miserable con el fin de hacer “competitiva” a nuestra industria y a la extranjera radicada en México.
No es concebible que se pueda vivir con un salario tres veces menor que las necesidades básicas que el trabajador requiere para llevar lo mínimo necesario para sostener a sus familias. Las empacadoras de alimentos como Herdez, Del Monte y Clemente Jacques entre otras que antes eran empresas mexicanas, hoy son extranjeras; lo mismo sucede con el pollo y los granos alimenticios y el ramo de los aceites comestibles y las harinas.
El petróleo, la generación de electricidad, la industria del tequila y de otras bebidas alcohólicas, antes nacionales, ahora pertenecen a empresas extranjeras. México, según el presidente y el secretario de Hacienda, tiene una macroecono- mía formidable y firme, sin embargo y a pesar de que exportamos 1,300 millones de dólares diarios, el 83% hacia EEUU; esas exportaciones en un 79% son de productos de empresas estadouniden- ses radicadas en nuestro país, dejándonos sólo algunas materias primas y la mano de obra muy abaratada es lo que realmente exportamos, de ello se desprende la crisis de pobreza y hambruna que padecen más de la mitad de los mexicanos.
Resolver este problema y revertir los problemas para terminar con la crisis que afecta a las mayorías no es fácil mientras tengamos gobiernos como el de Peña Nieto y los cinco anteriores; tampoco los industriales mexicanos han hecho lo suficiente para hacer crecer a México como nación independiente porque tan pronto se enriquecen venden sus empresas a compañías extranjeras.
Tal y como lo está haciendo Eduardo Tricio, CEO de LALA, quien recientemente compró acciones mayoritariamente de Aeroméxico, y hoy a menos de tres años de que Tricio arribó a la presidencia del consejo de Aeroméxico, la compañía DELTA Air Lines, estadounidense por supuesto, ya está adquiriendo acciones de Aeroméxico hasta en un 49%, lo que dejará el aerotransporte mayoritario nacional en manos extranjeras. No hay que olvidar que Felipe Calderón para favorecer a Aeroméxico, hizo quebrar a Mexicana de Aviación y por ello Aeroméxico se fue para arriba, ¿para qué? Para que extranjeros se apoderen de la empresa.
Lo grave y triste de esta situación es que el partido en el gobierno tiene tan bien controladas las leyes electorales que se ve muy difícil que en varios sexenios vaya a ver un cambio sustancial; cuestión por la que los mexicanos tenemos que trabajar en lo propio, olvidándonos de nuestro gobierno ya que éste trabaja para beneficiar con privilegios a una minoría y para tener controlada a la mayoría a base de discursos demagógicos y compra de votos, pervirtiendo las leyes en todos y cada uno de los comicios, hundiendo al país en la ignominia.
Todo ésto sólo con el fin de que los mismos que nos gobiernan y mal, sigan al frente de nuestras instituciones hasta que estas estén completamente podridas y que nuestras riquezas como el petróleo, la minería, la agricultura, industria, agroindustria, comercio y servicios sean -como ya lo estamos viendo- propiedad de extranjeros. El camino entonces es romper de tajo el paradigma que encierra al tipo de gobernantes y grandes empresarios nacionales, haciendo cada uno de los mexicanos, un esfuerzo extra para revertir a mejor nuestras circunstancias. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
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