Cómo Putin puso en jaque a un presidente
Carlos Alfredo Dávila Aguilar.
“Esto es una puñalada en la espalda por parte de los cómplices de los terroristas (…) Ese evento trágico tendrá serias consecuencias sobre las relaciones ruso-turcas. Jamás toleraremos que se cometan crímenes como este de hoy”
Así declaraba Vladímir Putin, hace apenas una semana, cuando el 24 de noviembre se anunciara que un avión ruso fue derribado por Turquía en territorio sirio, tras haber entrado y salido del espacio aéreo turco durante 17 segundos. Dicho avión ruso participaba de las operaciones militares contra el autoproclamado Estado Islámico que lleva a cabo Rusia, paralelamente a las de las potencias de la OTAN.
El presidente ruso ya había acusado a Recep Tayyip Erdogan, primer ministro de Turquía, de estar financiando a la organización yihadista mediante la compra de petróleo.
“No somos tan deshonestos como para comprar crudo a los terroristas. Si se demuestra que lo hemos hecho, dejo mi puesto. Si hay alguna evidencia, que la presenten: vamos a verla” declaró Erdogan este pasado lunes en la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en París.
Hoy, después del derribo del avión, y apenas a días posteriores de esta declaración, Serguei Rudskoi, ministro de defensa ruso presenta ante la prensa internacional una serie de fotografías aéreas y satelitales que muestran la compra de petróleo al Estado Islámico, por parte del gobierno turco.
“El Estado Mayor de Rusia tiene pruebas irrefutables, que están basadas en reconocimiento aéreo y espacial, de que Turquía está involucrada en este negocio y hoy presentamos sólo una parte de los datos que tenemos (…) Hemos localizado tres rutas principales de transporte de petróleo a Turquía desde los territorios controlados por el Estado Islámico en Siria e Irak”.
Si muchos nos sorprendimos con la noticia del derribado avión ruso por parte de Turquía el pasado 24 de noviembre, la información revelada hoy por Rusia nos da una respuesta plausible: evitar que se conociera este financiamiento hacia el Estado Islámico a través de la compra de petróleo.
Cabe señalar que la defensa aérea de los países miembros de la OTAN (incluida Turquía), se coordina desde el Centro de Operaciones Aéreas Combinadas de Torrejón, en España. Por lo tanto, al menos en teoría, la OTAN debió haber estado informada de la decisión turca de derribar el avión. También es importante mencionar que el estado mayor ruso había comunicado previamente a la OTAN los planes de vuelo de sus aviones.
Así, se hace evidente lo que de por sí parecía obvio: que la decisión del gobierno turco de derribar el avión ruso no podía ser completamente unilateral, sino que hubo la complicidad, o por lo menos la complacencia, de la OTAN.
Era obvio, por la fuerte alianza que Turquía y los Estados Unidos mantienen desde la Guerra Fría: para estos, la nación turca ha sido un enclave estratégico en la región y sede de algunos de sus misiles apuntados hacia la URSS; para Turquía, esta alianza ha sido una estrategia de resguardo ante eventuales tensiones con Moscú.
Evidente, porque desde finales de julio, Estados Unidos y Turquía firmaron una alianza para crear una zona libre y expulsar al Estado Islámico del Norte de Siria. Con el acuerdo, Ankara otorgó la autorización para que los aviones estadounidenses utilicen la base de Incirlik, en el sur del país, para bombardear Siria e Irak.
En este contexto, es imposible pensar que el gobierno turco se atreviera a tomar la decisión de derribar una aeronave rusa sin informar a las agencias estadounidenses.
En consecuencia, es imposible pensar que Turquía tomara la decisión sin la complacencia de aquellos.
Así pues, ¿por qué derribar un avión ruso que sobrevolaba el espacio aéreo sirio y que además había informado de su ruta a la OTAN? ¿Por qué Estados Unidos y la OTAN, quienes debieron de haber estado informados, complacieron una acción que elevaría peligrosamente las tensiones con Rusia?
Tal vez más importante aún, dada la estrecha relación que sostienen Turquía y Estados Unidos, y siendo el Estado Islámico la amenaza número uno del momento para los países de la OTAN, ¿por qué Estados Unidos y la OTAN no hicieron nada para impedir que Turquía siguiera financiando en grandes cantidades al Estado Islámico a través de la compra de petróleo?
Las respuestas no son fáciles, pero una hipótesis adquiere bastante credibilidad: Estados Unidos y los países miembros de la OTAN han consentido este financiamiento al Estado Islámico, como una estrategia para intervenir y concretar el derrocamiento de Bashar Al-Assad en Siria (que han estado intentando infructuosamente desde 2008), para terminar con un régimen aliado al bloque de Rusia e Irán, y para seguir aumentando su influencia en la región.
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