Alimentar la esperanza

Por Fernando Ramírez López.

Expresa el libro del Génesis en el capítulo 1 denominado “La Creación” versículos 1 y 2 lo siguiente: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. En el seno de las discusiones del foro de Davos, que se ha realizado recientemente el hombre sigue planteándose una interrogante que se extiende sobre los siglos ¿caeremos víctimas de nuestros pecados o de un desastre externo? cuestionamiento que se ha realizado no solamente por teólogos, sino también por hombres de ciencia.

Pasaron doscientos mil años para que la especie humana llegara a los primeros mil millones de individuos, a principios del Siglo XIX. Hoy tenemos en el orbe 7, 290 millones. Tarde o temprano, es cierto que la vida desaparecerá de la faz de la tierra. El sol ha pasado más o menos por la mitad de su vida, pero con el tiempo crecerá y se convertirá en una estrella gigante roja que quizá alcance la órbita de la tierra o atraiga a nuestro planeta. En unos 200 millones de años el sol podría ya hacer imposible la vida en el planeta. La pregunta toral es ¿en cien años la humanidad vivirá mejor o peor que hoy? Michio Kaku ha planteado que existe un futuro sin límites para la ciencia y la tecnología, sobre todo en los próximos cien años. Naturalmente que estamos de acuerdo en que no tenemos la capacidad para inventar el futuro. Hay simplemente demasiados conocimientos acumulados, hay demasiadas posibilidades y demasiadas especializaciones.

De hecho, la mayoría de las predicciones sobre el futuro muchas veces se han tambaleado porque reflejan el punto de vista de un solo individuo. Numerosos científicos han planteado su propia “visión del futuro”. Lo cierto es que los acontecimientos que se esperan de la revolución informática ya comenzaron a transformar la actividad económica, las comunicaciones y nuestra forma de vida, y se cree que un día podrán situar la inteligencia en todos los rincones del planeta. En lo referente a la revolución biomolecular que nos dará el poder de alterar y sintetizar nuevas formas de vida y de crear nuevas medicinas y terapias, le ha dado un giro radical tanto a la cura de las enfermedades como al descubrimiento sobre clonaciones. Así mismo el cambio cuántico, es con certeza de gran trascendencia y habrá de darnos el control absoluto sobre la materia misma. ¿Cómo será el futuro? lo importante aquí es que las predicciones sobre el futuro realizadas por científicos profesionales tienden a basarse en las realidades del conocimiento, más allá de las efectuadas por los críticos sociales.

En lo esencial es que hoy se trabaja en el intento de completar el sueño de Einstein de una “teoría del todo”, por lo que en consecuencia la física cuántica afecta a gran cantidad de los descubrimientos recientes.

La participación de los físicos ha estado prácticamente en todo: televisión, radio, radar, rayos x, transistor, ordenador, laser y bomba atómica. La descodificación de la molécula del ADN y la apertura de nuevas dimensiones en la exploración del cuerpo. En este momento muchos científicos están abriendo nuevos caminos y perspectivas para el mañana. Lo cierto es que existe un consenso en el sentido de que son tres los pilares del futuro: la materia, la vida y la mente.

Estas son las columnas de la ciencia moderna. Los historiadores registrarán que el logro supremo del Siglo XX fue desentrañar los componentes básicos que subyacen en los mismos; que culminaron en la desintegración del núcleo del átomo, la descodificación del núcleo de la célula y el desarrollo del ordenador electrónico. El Siglo XXI a diferencia de los anteriores se caracterizará por la “sinergia”, la fertilización cruzada entre los tres campos, lo cual señalará un cambio brusco de inflexión en el desarrollo de la ciencia.

La polinización cruzada entre estas tres revoluciones se acelerará infinitamente y enriquecerá el desarrollo de la ciencia dándonos un poder sin precedentes para manipular la materia, la vida y la inteligencia. Al hacer predicciones sobre el futuro, es fundamental comprender el marco temporal, que en este caso se trata exclusivamente hasta finales del Siglo XXI. Hasta el 2020 veremos la explosión en la actividad científica como el mundo no había visto antes, en dos tecnologías clave, la potencia informática y las secuencias del ADN. Para 2050 podríamos señalar la entrada en el mercado de un tipo de tecnología totalmente nuevo: auténticos autómatas robotizados, que tengan sentido común y puedan comprender el lenguaje humano. Del 2050 al 2100 hasta los albores del Siglo XXII, los robots podrían alcanzar gradualmente un grado de conciencia de sí mismos, esto aumentará sobremanera su utilidad en la sociedad.

Todo esto significa que en nuestro precipitado viaje a la ciencia y la tecnología nos llevará un día a transformarnos en una civilización planetaria. En el fondo siempre estará asechando la posibilidad de una guerra nuclear, el estallido de una pandemia mortal o el desmoronamiento del entorno. Lejos pues estamos de llegar a formar una sociedad científica, social y económicamente igualitaria; existe en el interior del ser humano un egoísmo per natura para dar un poco de sí a los demás, en ese proceso la filosofía y las artes también tienen su cometido, por lo que solo si somos capaces de soñar en la buena fe del ser humano, tendremos la posibilidad de entender el futuro bajo una óptica común y solo la humanidad con humanismo sabrá sortear no solo sus posibilidades científicas, sino la de saber convivir colectivamente en paz. De no ser así y proseguir en la ruta en la que hoy caminamos socialmente solo nos espera la destrucción masiva, reflexionemos en el espíritu no como religión, sino como la alternativa de hermanarnos en el despertar de un mejor mañana. Este es nuestro reto.

licfernandora@hotmail.com