Por sus “bolas” de cristal
El IMSS no desaparece,
la medicina social “pueque” si
Adolfo Olmedo Muñoz.
Ante una inquietante ola de rumores, dentro y fuera del Instituto Mexicano del Seguro Social, de su posible desaparición y reemplazo por una serie de organismos colaterales prestadores de servicios médicos, pero pagados (privatizados), el pueblo en general, no sólo los derechohabientes, nos preguntamos qué papel jugarán los políticos que desde el renovado Congreso de la Unión, están convocados a la concreción de una llamada reforma de seguridad social en su ramo de salud pública, a partir del inminente mes de agosto.
Desde luego que no es menos la preocupación de que dentro de poco tengamos que pagar (fuera del IMSS) la mayoría de los medicamentos requeridos por cada paciente que el perenne instituto, ya no esta dispuesto a conseguir, no sólo por el precio de los mismos, sino por la negativa de la industria farmacéutica de seguir prestándole “servicio” a una Institución mal pagada y cada vez menos rentable para ellos, que dicho sea de paso, y por ello el entrecomillados de “servicios”, esta industria, la mayoría trasnacional, nunca ha dado “paso sin huarache” pues se ha enriquecido escandalosamente a lo largo de los más de sesenta años de vida del Instituto.
Tampoco es exclusiva la preocupación de que los servicios médicos conocidos en el mercantil círculo del comercio de la salud (medicina privada) como de “gastos médicos mayores” generados por lo que aún se puede denominar unidades de cuidados intensivos”, serán también privatizados en aras de una supuesta reestructuración de saneamiento financiero del propio Instituto.
La privatización de la llamada medicina social en nuestro país, que de seguro será enmascarada mediática y administrativamente por la creación de pequeños aparatos o campañas ocasionales de supuestas funciones paliativas, lamentablemente, estará teniendo sustrato de apoyo (presuntamente involuntario) por parte de los propios empleados del IMSS, en virtud de su más que evidente negligencia en la prestación actual de los servicios. El desdén manifiesto de los servidores del sector público de la medicina, solapado por la ineptitud de “chamberos” directivos administrativos (y no pocos elementos dominantes del sindicato); el galopante y endémico burocratismo; la deshumanización de los servicios, la falta de higiene reforzada con poco renuevo de implementos técnicos requeridos, la falta de actualización instrumental y tecnológica “de punta” en algunos sectores, son hoy el pretexto mayor para poner en movimiento a una sorda cadena de desprestigio, que circula ya en los medios “internautas”.
¿Auspiciada por quién? No, no lo se, pero presumiblemente habrían de ser elementos de los ejércitos de opositores al régimen actual. Sin embargo, no dejamos de permitir el beneficio de la duda de que sea el propio sistema que auspicia no sólo el abandono evidente del Instituto en cuestión, sino la adecuación de las condiciones propias para el arribo de una “reforma de salud” que posiblemente pueda seguir llevando el epíteto de “pública” pero privatizada a favor de los sectores mercantiles que presionan desde siempre para la obtención de sus lucros y que al parecer, la nueva visión de “modernismo” que esgrime México en escenarios internacionales, está siendo favorable para el sector privado.
Se dice que en agosto iniciarán campañas de presión política desde los más oscuros estancos del poder, partidos y políticos “titeretizados” por intereses reales, que tras bambalinas han puesto en la mesa de juego su capital, político o económico, que de todo se vale, de todo se cosecha en esta “viña del Señor”… de los Pinos.
Sería una blasfemia ingrata no reconocer los extraordinarios avances que propició a lo largo de casi tres cuartas partes de siglo el IMSS, fundamental para la creación de un México más fuerte y una nación respetable. Sería muy entúpido no reconocer que demanda urgentes cambios para su actualización y eficientización.
Pero será, sin ninguna duda, el albur más peligroso, costoso y riesgoso para quien o quienes, pretendan, por la vía legislativa por lo pronto, o cualquier otra en el futuro inmediato, la privatización de la salud social de nuestro país.
La moneda yo no la veo en el aire, pero seguro estoy de que mora ya el bolsillo de mercenarios en pro y en contra, que esgrimirán en breve, incendiarios monólogos que como moneda de cambio se puedan negociar luego en campañas, ya con miras para el próximo sexenio.
Lo cierto es que se presenta para agosto el colapso fatal para el IMSS, y no ha faltado quién concluya que la nueva era para nuestro país, esta marcada por el camino de la privatización de los servicios públicos (en general) de salud. La subrogación, la tercerización, la “concesión” de servicios de atención a la salud serán en breve, la plataforma o andamio de negocios rentables.
La posibilidad de manejar casi a discreción los fondos de pensiones de millares de millones de trabajadores, hace brillar ya los ojitos de “ojetes” políticos que aspiran a sacarse “su lotería”.
|