¿Habemus successor?, destape inédito
David Guillén Patiño.
He aquí, el inicio de la historia inédita de un joven saltillense
que busca gobernar a la capital de Coahuila
Al principio no le creí. Más bien, supuse que estaba bromeando, viéndolo sentado tras su escritorio público, desde donde esbozaba una dilatada sonrisa.
No tardé mucho en darme cuenta de la sinceridad de su afirmación. “No me digas que de veras te interesa ser presidente municipal de Saltillo”, indagué.
La respuesta fue contundente y, por lo mismo, sorpresiva en extremo: “Sí, por supuesto, para eso me estoy preparando”. Fue entonces cuando su rostro se tornó serio, mientras yo cavilaba si acaso me encontraba, efectivamente, ante un futuro alcalde.
Hasta ese día, no había sabido de alguien que sacara a flote su más sentida aspiración política, menos aún de la manera como lo acababa de hacer Adrián de la Peña Villarreal, sereno, determinado y poseedor de una visión muy clara.
Los profesionales de la política suponen que el factor sorpresa es clave para asegurar, en un momento dado, su postulación y, a la postre, su triunfo electoral. Se dice que “mostrar cartas” o “quemar cartuchos” antes de tiempo es sinónimo de arriesgar toda una trayectoria.
Ejemplo de este estilo es Enrique Martínez y Martínez, a quien tuve la ocasión de abordar cuando, mañosamente, su correligionario Rogelio Montemayor Seguy le había tomado la delantera en la carrera hacia la gubernatura. Meditabundo y recargado ligeramente en su mesa de trabajo, el ahora secretario de Agricultura, me aclaró: “Ese no es mi estilo”, refiriéndose a dicho “madruguete”.
Entre los otros aspirantes a diversos cargos de elección popular, destaca también la pose del ex panista Edmundo Gómez Garza, quien, próximo a entregar la delegación de la Secretaría de Economía en Coahuila, se rehusó aquella vez a reconocer que buscaba la alcaldía de Saltillo. Días después se lanzó con todo para conseguir dicho espacio, fracasando.
“El que respira, aspira”, “Sería un honor”, “No lo encarto, pero tampoco lo descarto”, “Mi partido lo decidirá en su momento”, “Ni sí, ni no, sino todo lo contrario”, “Esperaremos los tiempos”, etcétera, son algunas de las expresiones que se dan entre políticos para salvaguardar sus respectivas aspiraciones, creyendo que deben hablar entre líneas.
En un país donde las viejas formas de hacer política son “sagradas”, el anuncio hecho por Adrián de la Peña Villarreal se torna insólito y en cierto modo riesgoso para su proyecto. Sin embargo, eso no lo arredra.
A casi dos meses de cumplir 21 años de edad, el oriundo de la capital coahuilense estudia actualmente Ciencias de la Comunicación, pero sin perder de vista su misión: dedicar el resto de su vida a servir de lleno a la comunidad que lo vio crecer.
Según expresa, su interés en la política tiene qué ver con su deseo de poner en juego sus fuertes inclinaciones altruistas, pues considera que gobernar debe ser sinónimo de servir y, por consiguiente, de ir en auxilio de los más necesitados, primordialmente.
De la Peña Villarreal habla con orgullo acerca del primer empleo que tuvo, a saber, el de empacador o “cerillito” en una tienda de autoservicio. ¿Por qué? Él lo explica de esta manera: “Tal vez este trabajo es el que más me ha enseñado a valorar y a saber que cada centavo cuenta al final del día”.
“Después fui reportero --narra-- y escribí unas cuantas notas para el periódico digital Ajuaa.com, donde después fui encargado de redes sociales”. Actualmente se desempeña en el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo (IMCS).
Desde hace cuatro años, Adrián es miembro activo del Consejo Estudiantil Interuniversitario de Saltillo (CEIS), donde acaba de terminar su año de gestión como consejero al frente del mismo, dejando tras de sí alrededor de 80 actividades de beneficio social relacionadas con mejoras materiales, servicios y respaldos económicos. Así mismo, ha participado en más de 150 acciones de apoyo al desarrollo profesional del estudiantado.
“He participado en asociaciones como Actitud que Genera Cambios y Sinergia, enfocadas a la creación y desarrollo de programas en pro de las personas en situación precaria, y tuve el privilegio de participar como juez para otorgar el Premio Municipal de la Juventud 2014, organizada por el Instituto Municipal de la Juventud”, destaca.
Dos “grandes pasiones” de Adrián de la Peña Villarreal son el altruismo y la política. “Además, uno de mis sueños --remata-- es hacer que la gente vuelva a creer en los políticos y se interese más en la vida política del país, que participe, reclame y sea escuchada”.
“Muchos compañeros dicen que acabando de estudiar se van a ir a otras ciudades e inclusive otros países a conseguir trabajo, yo no dejaría Saltillo”.
“Aquí hay mucho por hacer –prosigue-- y tanto por aportar; si aquí se me dio la oportunidad de crecer, entonces quiero apoyar a que en un futuro el municipio de Saltillo sea un lugar más próspero en todos los aspectos”.
Luego, Adrián redondea su objetivo: “que aquellos que nazcan aquí nunca sientan la necesidad de desarrollar sus vidas en otra ciudad”.
Sabe que estos no son los tiempos para echar las campanas a vuelo, así que aguarda con paciencia el día más propicio para enarbolar las causas por las que lucha desde ahora. Espera que para entonces algún partido coincida con su proyecto y esté dispuesto a impulsarlo.
Los pretendientes cuyos ojos están puestos en la alcaldía de Saltillo deben saber que ha surgido un digno adversario que pronto dará mucho de qué hablar. Por lo pronto, se reporta casi listo para dar la batalla. Subestimarlo sería un grave error... La moneda está en el aire.
(columna_palabrasmayores@hotmail.com).
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