Tras sistemáticas traiciones
A quién le interesan realmente los resultados electorales
La consciencia cívica, aplastada por acontecimientos nauseabundos. |
Adolfo Olmedo Muñoz.
Mientras en el mundo los yanquis van ¡con todo! oliendo el trasero de Josep Platter, con la pervertida intención de destruir a la FIFA y apoderarse del deporte más rentable en el orbe, en el país los “maistrines” esos que mantienen acorralado al sistema educativo, tan eufemísti- camente etiquetado con una “Reforma Educativa” de Peña Nieto, defecan sobre la autoridad (de alguna manera hay que llamarla) y se salen con la suya de no permitir que se lleven a cabo las pruebas de oposición para definir y asignar plazas.
Mientras continúa la diarrea “verborréica” de los partidos políticos, ventilada en los medios de comunicación (sobre todo los electrónicos), bajo las premisas más pobres de gusto, inteligencia, sentido, ética y ausencia absoluta de contenido ideológico o sentido social, en su lucha por apoderarse de cualquier apéndice de la ubre presupuestal y vivir de güevones las próximas generaciones, la sociedad mexicana es abofeteada y traicionada por el gobierno, que puso en riesgo -más todavía- la estabilidad nacional y la gobernabilidad para la parte complementaria del mandato del presidente Peña Nieto quien echó atrás la más importante de las manidas reformas administrativas que prometió.
Mientras los fenómenos del “Niño” provocan una silenciosa psicosis colectiva en el mundo por el cambio climático terráqueo, que al parecer alarma a toda la población mundial, menos la norteamericana que continúa siendo la principal emisora de contaminantes para la atmósfera, la administración “peñista” se baja los “chones” ante una horda que bien pudo haber sido sometida si la Secretaría de Gobernación tuviera al frente a quien supiera cumplir su tarea.
Mientras permanecemos en espera de algún nuevo acontecimiento que sacuda a la opinión pública, se nos derrite la memoria y como orates volvemos a la espera de la dopamina noticiosa de un nuevo suceso extraordinario, aunque sea una mentira que nos permita “olvidar” momentánea- mente la corrupción, inseguridad y pobreza que azota al país, mientras tanto, la autoridad (…¡?!...) se somete a los caprichos de la basura social personificada en la CNTE (más conocida con el mote de “la coordinadora”) y traiciona al resto de la sociedad.
La realidad política es una vergüenza, pero no deja de ser un reflejo de la pobreza social que exhibe a México como una nación poco menos que subdesarrollada. La sociedad se siente, está, enferma.
En el caso de nuestro país, de seguro que son muchas las causas que nos trajeron a este deterioro y una patología que aún no alcanzamos a divisar, por la perspectiva misma de los cercanos acontecimientos electorales, que, tarde o temprano, se tornarán a su vez, en causa de otros hechos más deplorables de la perversión humana, si no hacemos hoy una pausa y reflexionamos sobre los actos de barbarie que nos deben avergonzar como sociedad, y que revelan el lamentable abandono de los ideales humanistas.
El carnavalesco espectáculo electoral reciente, no es más que una muestra de la mediocridad imperante, pero no debemos olvidarnos de otros acontecimientos que dejan ver un cáncer social más profundo. Tal es el caso de un vergonzoso (vergüenza humana) infanticidio, cometido por tres niños y dos adolescentes, en agravio de un menor que ellos, con el que tenían cierto parentesco y que era ¡su amigo!
El hecho, cometido en uno de los estados más ricos materialmente hablando, pero de un infortunado cuanto desdeñado nivel socio-cultural como es Chihuahua, que ha sido escenario de múltiples hechos delictivos y actitudes vergonzosas, por unos días acapararon la atención de la opinión pública nacional y buena parte de los Estados Unidos (muchos de ellos para regodearse seguramente).
Tal parece que el acontecimiento, del que se ha dado cuenta profusamente en medios de comunicación quedó ahí, en el enunciado “noticioso”; en el impacto momentáneo sobre una bombardeada “opinión pública” que refracta fácilmente aquello que le avergüenza y que como avestruz pretende esconderse bajo tierra, en lugar de estudiar las causas profundas del daño social que es evidente y que puede contaminar aun más, en la medida que nos acostumbremos a escuchar y dejar pasar, acontecimientos como ese.
La ausencia de principios, el grado de cínica perversidad, la frialdad de una lógica adquirida en un medio depauperado económica, cultural, social y moralmente, nos llevaría a pensar en la presencia de un nuevo ciudadano, miembro de núcleos muy corruptos, en el sentido estricto de la palabra, pues su involución es evidente, aunque las causas estén por el momento ocultas tras la pobreza, la marginación, la discriminación y el olvido de un régimen económico para el cual ellos no representan más que la escoria de sus productos rentables, la población económicamente activa.
Tal vez este comentario no sea el más adecuado para emprender un estudio a profundidad, desde el punto de vista científico, desde la perspectiva criminalística, sociológica, patología social, antropológica o simplemente cultural, pero algo tendrán que hacer, en nuestro punto de vista, y en los investigadores de carrera para tratar de detectar las causas profundas del actual comportamiento humano.
La psicosis es colectiva, la patología social nos ha lleva- do a no confiar ni en el vecino de al lado, no creemos ni en nuestros seres más cercanos, la neurosis se refleja en el rostro de una sociedad acosada por ella misma. Se está per-diendo en una selva para la que no se había preparado existir.
Creo que no es necesario volver a las especulaciones decimonónicas del origen de un criminal nato, o la ingénita tendencia al mal. Nos inclinamos más en ver al individuo, como un ser “bio-psico-social”, generador y género en una cadena de acertijos casuísticos dependientes más de una influencia social que individual.
Es la sociedad, desde el ámbito más cercano como es el de la familia, hasta el conocimiento o no del palpitar de los grandes núcleos, la que hace o deshace al individuo. Aunque, desde el punto de vista sociológico, estoy cierto de que la sociedad es también a veces, influenciada y dirigida por un solo individuo capaz de liderar tareas colectivas, pero esos son los menos.
El caso del aberrante homicidio de marras, es motivo de vergüenza para la sociedad de Chihuahua en principio, pero nadie en nuestro país puede sustraerse de hacer una seria reflexión sobre el destino cercano de nuestra sociedad; de nuestra cultura, por más que estemos bombardeados de influencia extranjera, se debe preservar una identidad nacional, fundada en valores admirables.
Yo no se cuanta gente sepa o haya oído hablar del “imperativo categórico” kantiano, ni sé de alguna autoridad, siquiera del ámbito educativo, que se preocupe de imponerlo, antes por el contrario, se someten a núcleos parasitarios corruptos y corruptores de las generaciones por venir, como es el caso de esos sedicentes “maestros” de Oaxaca (y otros lares) que estén siendo solapados por la mediocridad de un gobierno miedoso, por no decir cobarde.
Creo que ya no hay mucho que decir, luego del vergonzoso sometimiento de la autoridad ante un puñado de escoria, tras la traición al resto de la sociedad que de una u otra manera se esfuerza por cumplir con el “deber ser”, otros acontecimientos tan tristes y penosos como el infanticidio causado en Chihuahua, son entendibles: la estructura sociopolítica y cultural de México, está podrida. Su clase política es la más nauseabunda descomposición de un régimen sometido a intereses muy ajenos a los de la idiosincrasia social de nuestro pueblo.
La pobreza moral de un pueblo es producto, las más de las veces, del desengaño de aspiraciones en las que se puso mucha confianza, por no decir fe. Pocas cosas son tan devastadoras del ánimo de los individuos, como la traición a un acto de confianza. Peña Nieto (porque él debe responder a la ineptitud o traición de los miembros de su gabinete) había prometido un régimen de derecho, de legalidad, pero auspicia la anarquía y la depredación.
Ante ese panorama (pírricamente descrito), ¿usted cree que realmente le interese a la sociedad en su conjunto los resultados de estas recientes elecciones? El interés es tan sólo para los partidos que se disputan una tajada del poder, o más bien, de los beneficios del poder.
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