La dramaturgia en la laguna
Salomón Atiyhe Estrada.
En la Comarca Lagunera contamos con buenos escritores y poetas, los hay a nivel nacional como Carlos Velázquez y los que han conquistado premios internacionales como Gilberto Prado Galán y Jaime Muñoz Vargas. A nivel regional abundan los escritores que tienen en su haber ya varios libros editados como Saúl Rosales, impulsor de escritores por medio de su taller literario; entre las que destacan las mujeres como Magda Madero y Reyes Retana por citar sólo algunas por el temor de que se me peguen en la parte más recóndita de la memoria nombres también importantes en las letras comarcanas. Muchos de ellos y otros que no han encontrado el apoyo para editar sus libros están a la espera de programas adecuados de edición, como José Luis Herrera Arce, de quien leí una novela exquisita por el Internet, al igual que Enrique Rioja del Olmo con tres novelas en la lista de espera, ayer terminé de leer su última novela El Limón persa, con una estructura extraordinaria que le mete mano a la ciudad de Torreón, como en su novela Los admirados malditos donde les pasa revista a ‘distinguidos’ personajes laguneros. Yo he logrado la edición de seis libros.
También tenemos a los profesionistas que han editado libros universitarios como Jacinto Faya (+), Jesús G. Sotomayor Garza, miembro de número del Colegio Coahuilense de investigaciones Históricas, cuyo último libro editado Benjamín Argumedo “El Tigre de La Laguna” retrata al hombre y su participación en la lucha armada de México hasta su fusilamiento. El doctor Manuel Terán Lira que abre brecha con su novela Lotería y otros posteriores libros de historia.
En la dramaturgia hay escasez de escritores laguneros; recordamos al ya fallecido Miguel Hiram, actor, director de teatro y dramaturgo con varias piezas teatrales escritas como la recordada Las brujas de Mapimí. Magda Briones (quien se encuentra escribiendo un libro que amerita mucha investigación, ocupando la mayor parte de su tiempo), escribió dos obras de teatro que fueron montadas por Rogelio Luévano y escenificadas en el Teatro Martínez cuando ella fue la primera directora de la Casa de la Cultura de Torreón. Saúl Rosales incursionó en la dramaturgia escribiendo una obra que resultó muy discursiva. Chávez Pena escribió una pieza teatral montada por Federico Sáenz. Yo escribí dos obras de teatro, El Milagro y Soy un Hombre escenificada en el teatro Mayrán. El ingeniero Benjamín Gómez Mejía, cuando se hace cargo del grupo de teatro ‘Compañeros’ de la Escuela Preparatoria Federal por Cooperación (Prefema), se decide a escribir guiones teatrales y el Patronato del Teatro Isauro Martínez bajo la dirección de Sonia Salum le publica su primer libro de teatro -y digo primer libro de él y de la Comarca Lagunera-, posteriormente logra dos libros más y continua escribiendo teatro, la mayoría de sus obras han sido representadas por el grupo Compañeros.
En realidad, en la Comarca Lagunera, hace falta que las instituciones oficiales de la cultura hagan un reconocimiento a la labor artística en lo general y creen un ‘catálogo’ de creadores de arte, ya que su difusión es muy escasa y la confrontación creativa lo es aún más y no faltan los que sorprenden con el título: “Soy artista”. Por aquello de la reflexión del sentido y los valores actuales del arte y que también señale el potencial contemporáneo de las artes.
Los que rondamos en los parajes de la cultura y el teatro en específico, nos damos cuenta en forma palpable de la falta de dramaturgos laguneros, de escritores que se dediquen a este género literario donde existe un filón de oro por explotar. Recurro, para ejemplificar, al dramaturgo Carlos Olmos, de Chiapas, murió en el 2003, de él quedan las obras: Juegos Profanos, Después del terremoto, Juegos fatuos, La bandida, Juegos impuros, El brillo de la ausencia, Vestido de novia; de la novela de Rafael Ramírez Heredia adaptó el guión cinematográfico Con M de Marilyn… Para televisión escribió Cuna de lobos, La pasión de Isabela, En carne propia, El extraño retorno de Diana Salazar, Caminemos… Otras obras que confirman su talento son: La rosa de oro, Lenguas muertas, El eclipse, El dandy del hotel Saboy, Atardecer el trópico…
El mismo año en que murió Carlos Olmos, murieron los grandes dramaturgos Antonio González Caballero, Manuel Bauche, Norma Barroso y Óscar Villegas. Antes, ya habían muerto, a partir del año 2000, Héctor Azar, Jesús González Dávila, Felipe Santander, Gerardo Velázquez, Gerardo Mancebo del Castillo, José Antonio Alcaraz y otros más. Todos ellos dejan un gran vacío en el teatro mexicano.
A la Comarca Lagunera han venido a impartir cursos de actuación, de dirección teatral, de expresión corporal, de teatro cabaret y de un sinnúmero de temas relacionados con el teatro, varios creadores de arte enviados unos por Bellas Artes y otros por Conaculta. Hace cuatro años, en el Centro Cultural José R. Mijares se impartió un curso de ‘Dramaturgia’ a cargo del escritor cubano Edgar Estaco, con la finalidad de incentivar esta actividad; pero a nivel institucional, digamos, la Secretaría Estatal de Cultura u otras instituciones a nivel nacional, no han apoyado esta importante vertiente enviando apoyos suficientes y recursos humanos a la región lagunera.
El lenguaje teatral incursiona entre la realidad y la irrealidad, entre el realismo mágico y el realismo psicológico, entre la crítica social y la crítica familiar, entre la crisis de la pareja y la crisis existencial. La carrera de ciencias de la comunicación se imparte en más de diez universidades de la región, sin embargo, no hemos visto que el renglón de guionismo, ya sea de televisión, cortometraje o largometraje, o para obras de teatro, se le dé la importancia y el impulso que merece una actividad que puede catapultar a nivel nacional e internacional a nuestros universitarios.
Esperemos que alguien lance la primera piedra y se cree la escuela de guionismo en la región lagunera. Ya sea de gobierno o privada. O que nuestros escritores locales, que ya manejan el lenguaje literario, le entren a escribir para el teatro o adaptar obras literarias como cuentos o novelas. El filón ahí está.
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