Presentación del libro de Arturo Rodríguez
García por Alfredo Dávila Domínguez.
Buenas tardes a todos quienes nos acompañan en este evento.
El regreso autoritario del PRI, de Arturo Rodríguez es un texto indispensable para explicar, para explicarle a México, a nuestro país. Para tratar de entender el proceso y los factores que han llevado a que en la actualidad sea considerado por muchos propios y extraños como una nación en crisis, tal como reza el subtítulo de este libro.
En el regreso autoritario se percibe claramente, el oficio y el rigor periodístico de Arturo Rodríguez, aunados a la madurez personal y la visión integral del profesional que le permite analizar a fondo y sin concesiones cómo un partido político es capaz de camuflarse para vendernos una imagen nueva, conservando – corregidos y aumentados - los peores vicios de la clase política; cómo a través de la simulación los dueños desde siempre del poder económico y político, utilizan a una institución política para seguir depredando a México. Cómo con rostros jóvenes y el uso amoral de la mercadotecnia política, el arcaico instituto ha sido capaz de retornar más fuerte, más peligroso, más voraz que nunca. Cómo, con una nueva fachada, el viejo dinosaurio continúa ahí, confiado, confiando en que los ciudadanos de este país permanezcamos entre la indiferencia, la desilusión, el desánimo y la amargura.
Joven veterano de las lides periodísticas, Arturo Rodríguez hace un habilidoso uso de todos los recursos de la profesión, para presentarnos un trabajo impecable, más allá de que los lectores de su libro estemos o no de acuerdo con sus conclusiones. Los periodistas trabajamos con los hechos y el autor, los recoge, los recuenta, los desmenuza, para presentarnos sin retórica, sin demagogia, sin estridencias, una visión descarnada de una clase política simuladora y los efectos terribles de sus actos, que se reflejan en un país de mirreyes estólidos y prepotentes, que solo voltean a mirar a los pobres y a los infelices para burlarse de ellos.
Para quienes conocemos a Arturo y hemos convivido con él en el trabajo periodístico y en la amistad, no nos sorprende en absoluto esta muestra magnifica de trabajo, de empeño y dedicación. Quienes le vimos caminar las calles de Saltillo en busca de la nota o escudriñar archivos y documentos en busca de la evidencia, entrevistar con dureza no exenta de comprensión, en fin, buscar la nota del día, la de “ocho” columnas, como se decía cuando los periódicos se componían, en efecto de ocho columnas; quienes fuimos testigos de sus esfuerzos sabemos también de su tesón, de su reciedumbre de hombre del norte que, sin duda está plasmada en su obra.
Quienes nos consideramos sus amigos y compañeros no podemos dejar de enorgullecernos con cada logro periodístico de Arturo, con cada éxito de su ya larga carrera, a pesar de su juventud. Yo todavía recuerdo al chavo serio y callado que, sentado en un escalón en la cabina de trasmisión de la XEKS, no perdía detalle del trabajo que hacíamos en aquel espacio “Detrás de la Noticia” que entre otras cosas fue cantera de donde emergieron muchos hoy magníficos periodistas. Más tarde, lo recuerdo en su programa “Panorama” de la radiodifusora XEIM Radio Capital y claro, en la sala de redacción de “El Heraldo de Saltillo”. Y después la corresponsalía de Proceso y sus trabajos destacados que le llevaron a enfrentar la intolerancia y la ira de un prominente político del PAN –sí, Guillermo Anaya, uno de los dueños de ese partido acá en Coahuila– quién le exigió al periodista una millonaria suma por haberle ofendido con su trabajo. Como podrán notar ustedes entre la clase política ningunas siglas ni colores detentan la exclusividad en eso de la intolerancia y la estolidez. Ahora, cuajado y maduro, Arturo nos brinda además de sus notas, coberturas, reportajes y crónicas en “Proceso”, otras obras magníficas como esta que ahora presentamos aquí.
Aunque desafortunadamente ya es un lugar común, es insoslayable en estos momentos destacar la enorme dificultad que encierra el ejercicio del periodismo en este país, los peligros de todo tipo a que está sometido todo aquel que quiera, que se dedique a hacer periodismo. Ahora se habla mucho de “periodismo crítico”, pero sin pretender polemizar yo me pregunto si hay otra manera de enfrentar esta enorme responsabilidad, que cada uno de nosotros los periodistas nos hemos echado a cuestas. Yo solo conozco un periodismo: el que no tiene adjetivos. Con sus circunstancias particulares, muchas mujeres y hombres de este país, pese a todo, hacen periodismo. Uno de ellos es mi compañero y amigo Arturo Rodríguez.
Por último, quisiera dejar sentado que para este servidor, este libro “El regreso autoritario del PRI”, es ante todo, una enorme muestra de amor. Porque solo alguien que ame enormemente a su país es capaz de sentirlo, de explicarlo, de entenderlo y por supuesto, de criticarlo como lo hace Arturo en esta obra. Ese amor por México que nos debería de mover a todos para abandonar nuestra zona de confort, de comodidad, y hacer lo propio lo posible para que este sea, el país que muchos como Arturo aún sueñan.
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