Inicio del siglo XXI, trago
amargo para los mexicanos
Salomón Atiyhe Estrada.
Casi 15 años ya de este Siglo XXI, a escasos 7 meses, y nuestro México no ha saboreado el tan cacareado cambio propuesto por el neoliberalismo y la globalización. Estamos solitos en el mundo, contando nuestros muertos que rebasan los 120 mil, clamando por los desaparecidos que van más de 30 mil. Alones de pájaros prietos cruzan nuestros pensamientos.
Nunca antes habíamos estado tan indefensos. Este negruzco panorama es capaz de enervar a los mexicanos ya de por si victimados por la crisis. Con un gobierno que resulta una ácida sátira de los enredos de los imbéciles, con la solidaria complacencia de los poderes legislativos (Senadores y Diputados) que intercambian, aplaudir el saqueo por dinero que les dé diversión y esparcimiento.
El binomio monopólico de TV Azteca y Televisa son los cronistas cómplices de las penas y alegrías de la clase media alta, de los triunfos y fracasos de la burguesía, de las angustias y ambiciones de la clase política en pugna por alcanzar una curul o un puesto que les permita pingues ganancias por vender favores o levantar el dedo para aprobar cualquier ley o reforma, aunque ésta atente contra el pueblo.
A tal grado, que los televidentes sufren ante la incertidumbre de quién ocupará el liderazgo del Partido Revolucionario Institucional: Enrique Martínez y Martínez o Flavio Beltrones; como si se tratara de una telenovela más de las que irrumpen en la monotonía doméstica, al modo de un intimismo desgarrado por la intromisión para posesionarse de la mente de los televidentes sembrando la única y más importante preocupación.
Estos amos del negocio del entretenimiento, nos presentan la guerra de los cárteles de la droga como un regular thriller, cuyo mayor objetivo es llamar la atención hacia una trama morbosa con operaciones de ‘rápidos y furiosos’ o agentes de seguridad norteamericanos armados en suelo patrio (ya suena ridículo usar esta palabra “patria”), ésta es la penosa vida cotidiana manipulada por los partidos políticos y sus campañas electoreras llenas de promesas ‘arreglolotodo’, ajenos a la avalancha gringa que se avecina; la atención del espectador debe estar en los perseguidos y los perseguidores que todos los días cruzan el escenario de la vida cotidiana.
Cualquier movimiento popular, las manifestaciones, los bloqueos de carreteras, los grupos de autodefensa… son sólo lenguajes que redondean el drama de una utopía libertaria. Para el mundo somos un banquete abandonado presidido por la muerte y el cual Dios sólo existe como el silencio del desierto. Con un anfitrión (EPN) discursando sobre la riqueza delirante a los habitantes de Comala que representan la realidad nacional cuyos elementos de identidad más eficazmente aglutinantes son la indigencia y la marginación que ha impreso en México este inicio del Siglo XXI trashumante, peregrino y mesiánico ya que los migrantes dejan desolados los pueblos fantasmas de los estados mexicanos ante la alta cauda de desempleo, inseguridad y hambruna.
Estos pueblos abandonados no tienen cronistas, al binomio monopólico de TV Azteca y Televisa no les interesa, aquí se va a consumar el gran despojo, al mero estilo de “La Rosa Blanca” cuando las petroleras se apoderaban de las tierras de los mexicanos en la era porfirista. El saqueo neoliberal, llamado proceso de cambio, causa destrozos al tejido social, expulsa la población de su territorio por medio de instrumentos policiacos-militares (y para-militares o de plano de empresas mercenarias de seguridad) para consumar la incautación de los recursos naturales en ejidos, tierras y forestas comunales, mantos acuíferos, desvío o trasvase de ríos, de una cuenca a otra como en el acueducto Independencia con afectación grave a comunidades, los yaquis entre muchas.
Para perpetrar la incautación de los bienes comunes, la aplanadora legislativa PRI-PAN-Verde-Panal, busca su renovación, frente a lo cual sólo el voto podría desalojarlos del Congreso en junio, por ser un consistorio voraz, sumiso, corrupto y apátrida que entregó el gas y el petróleo y aprobó la vieja demanda imperial (y de EPN) para que agentes extranjeros puedan portar armas en México.
“Detrás de la privatización petrolera están, en la ronda uno, los negocios de petroleras de dentro (las menos): Pemex, la recién fundada Petrobal y Diavaz, entre otras, y las apetitosas ambiciones de firmas de fuera (las más): Exxon, Chevron. BP, Shell, Ecopetrol (Colombia), Cobalt International, Hunt Overseas, Total (Francia), Sierra Oil&Gas, BHP Billinton, Hess News, a quienes favorece especialmente a las de Estados Unidos, la Iniciativa Mérida y el programa de ajuste estructural entroncándolas con leyes secundarias, a mineras de aquí y de allá (Canadá, Australia) y a los intereses que codician la gestión del agua. Lo hacen con una atroz Ley de Aguas congelada hasta después de las elecciones de junio, por el fuerte rechazo popular que concita.”
El ‘peñismo’ es un monumento al ridículo levantado por personajes entreguistas que vienen desde los funestos y sanguinarios hombres de Aguaprieta, recordemos a Plutarco Elías Calles que concede a las compañías extranjeras el derecho de explotar a perpetuidad los mantos petrolíferos, nulificó el artículo 27 constitucional en beneficio de los grandes consorcios del imperialismo mundial. Sería largo y tedioso seguir por esta selva de inepcias, por esta maratónica historia de traiciones que con la actual contrareforma Peñista, en el inicio del Siglo XXI, se corona la Gran Traición a la Patria.
El miedo, es un arma letal que tiene paralizados a los mexicanos. Tlatelolco, evidente espacio tanático; comarca de la catástrofe recurrente, cíclica red de agujeros; lugar baldío, asolado… suma a su cauda los nombres de Tlataya, Ayotzinapa y tantos episodios parpadeantes de congoja donde la muerte hinca su guadaña. Un miedo que tiene fragmentados a los mexicanos.
¿Cómo ha podido caer tan bajo la ‘clase’ política y los legisladores? Nuestra maldita realidad tiene que dejar de ser una mera trama novelera, salir de la enajenación, resucitar. Que los 120 mil muertos se erijan en testimonio e interro- gante compartida para unificar a la población en una masa proactiva, pensante, y arrancarle a este nefasto Siglo XXI nuestra reivindicación y el derecho a la civilización avanzada.
El primer paso es enjuiciar a los funcionarios corruptos; hacer valer nuestro voto y que éste no quede sólo en la urna, que le demos seguimiento a ver cómo se comporta el representante popular que elegimos. Es hora de iniciar un real Siglo XXI.
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