La patria como la cruz
Fidencio Treviño Maldonado.
La concordancia, los valores que alguna vez alguien dijo que se maman desde el hogar, aquella educación que también se pregonaba hace 70 u 80 años en el país, cuando valía más la palabra dada, que un papel escrito o una credencial de elector como identificación , ¿A dónde se fueron..?, ¿pero qué nos pasó ..? Para quitarnos la culpa o para gambetear la vida desordenada, es mejor decir y echarle la culpa a los políticos y sus leyes, reformas, pactos y otros tantos cuentos para que todo se viniera abajo, lo mismo está pasando en los negocios, la economía, los servicios, las pésimas obras efectuadas. La lucha por el poder no sólo es disputada por las diferentes mafias, por los monopolios y cadenas comerciales, existe otras encarnizadas disputas por la permanencia en el entorno político, por estar al mando de gente y no propiamente para servir, como ha quedado demostrado. En este país los poderes fáticos, pegada a la hegemonía, de pronto nacen a pasto en complacencia de las mismas autoridades y órdenes de gobierno que van desde la Suprema Corte de Justicia, hasta el Poder ejecutivo, pasando por el Legislativo y sus leyes al vapor y que son para beneficio de unos cuantos.
Ya no hay temor por parte de miles de servidores públicos y ex funcionarios de ir a la cárcel, porque saben que las leyes se aplican sólo para las gentes jodidas y no para los poderosos, esto como ha quedado demostrado, aunque de pronto saltan uno que otro charal en las redes, pero los cebados no se tocan, de ahí el desorden que impera en todo el territorio. La llamada solidaridad, los grupos colegiados de pronto los mandamos a la coladera, el gobierno brinda limosnas o migajas de su pastel, esto si perteneces a su partido, sino, al sartén de la ignominia; estas frito, no hay presentes, todos estamos aplazados, vivimos en eterno vaivén de lo que a la clase gobernante se le antoje hacer; diferidos, inmersos en futuro de un discurso presente y pasado. El llamado debate nacional para sacar reformas, son pleitos eternos de los llamados grupos parlamentarios que más que colegiados como debería ser, son pleitos de cantina arrabalera, la sociedad es sólo un miserable ignorante y analfabeta que ve y aprende de la caja luminosa; la tele. El Pacto por México es una falacia, es más de lo mismo, son reformas que saca cada partido, para que el pueblo sólo acate y obedezca. Los de la casta divina son los únicos civilizados en el país, los demás somos fanáticos del futbol, creyentes de la virgen de Guadalupe y simples ciudadanos o habitantes que pagamos impuestos para que la gorda burocracia pueda estar curada en salud.
Los priistas cantando victoria en cada elección, comprando votos y siguiendo el mismo guión desde hace 80 o más años, el dinero del pueblo lo devuelven en anuncios y propaganda para bobos, despensas, camisetas, mantas, televisiones, saleritos, gorras, tortas y refrescos entre otras cosas, los del PAN, peleando y perdiendo sus propias batallas, su guerra es interna, sus tribus o clanes, el PT, el PRD y recuas que les acompañan son simples hordas que ya no ven la de ellos, se conforman con ser buenos terceras o segundas bases, se apuñalan entre si y los panistas perdieron la gran oportunidad que el pueblo les otorgo por 12 años, se fueron al alboroce y se los cargo la chingada, ahora lloran como mujeres lo que no pudieron defender como hombres. Y podemos tomar un ejemplo tangible y actual, la votación que se obtuvo en la elección pasada para renovar el Congreso Local en Coahuila (como ejemplo del acontecer nacional) se pudo palpar algo reflejado en los números fríos y en donde como repudio a la clase política, los electores sólo votaron menos del 40%.
Con el nacimiento de otros partidos políticos crece más el gasto inútil de componer algo que está putrefacto, que se pudrió antes de madurar y que nunca ha podido ver el pueblo; la democracia. De ahí que se desprenda el comentario de que estamos como perros de malos vecinos, oliéndonos, el trasero, gruñendo, ladrando, pero babeando y moviendo la cola cuando de recibir dinero se trata, es decir soy el institucional, soy de oposición, soy partido palero y soy el partido acomodaticio, eso sí, en mi partido se practica l voluntad del pueblo, una voluntad a mi manera y la otra que se haga, pero sólo en los beyes de mi compadre. Se habla de cambiar el país, de estructurar la república, hasta como dijo un político -de recomponer el rumbo de la patria—pero siempre con el puño cerrado, con el gesto adusto, tirando la piedra y escondiendo la mano, porque de otra manera la cosa sería muy sencilla. Si en verdad, los mandamases y recuas que les acompañan quisieran a México, pues se pondrían de acuerdo para no seguir en más de lo mismo, ladrando y aullando como lo que son, manadas de lobos. El pueblo ya no resiste más martillazos en la dura y pesada cruz que por décadas le ha tocado ser y, no sólo el que la carga, sino el crucificado.
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