EL GOBIERNO QUE QUIEREN LAS CLASES SOCIALES
Salomón Atiyhe Estrada.
“El pesimista se queja del viento, el optimista espera
a que cambie, el realista ajusta las velas” |
En la década de los sesentas, hablar de la lucha de clases sociales, era un tabú para las oligarquías, para las plutocracias, y las sociología burguesa prefería llamarlos “estratos sociales”; los marxistas iban a la esencia: proletarios y burgueses, no se la fracturen tanto, los dueños de los medios de producción ( los ricos) y los dueños de la fuerza de producción (la clase trabajadora); las relaciones de producción como los salarios, las prestaciones, los contratos colectivos, la educación, los servicios médicos, etc. era el estira y afloja en un México con un pie en el socialismo y el otro en el capitalismo, desde el cardenismo; factor influyente en la memoria histórica del pueblo con el relumbrar de sus lentejuelas en la cultura popular. Se cayó el Muro de Berlín, se desintegró la Unión Soviética, cambiaron la semántica de algunas palabras, pero la esencia está viva y donde hay brazas hubo fuego.
Hoy, los mercadólogos les llaman NSE: Niveles Socio Económicos. Estudian a cada segmento hasta determinar sus características y los clasifican a partir de la clase media, media baja y media muy baja; a la clase alta, igual: alta, alta baja y muy alta. Los segmentos de la clase media de estos NSE están conformados por el 80% de la población, más o menos; los segmentos de la clase alta suman el 20%, pero en este 20 % está el poder, la riqueza, los grandes capitales, las oligarquías. Se han elaborado muchos estudios, encuestas de opinión, investigaciones para tratar de determinar qué modelo de gobierno prefieren los mexicanos y luego se les ubica en su respectivo segmento, de esta manera sobresalen dos modelos de gobierno que quieren los mexicanos.
Los de la clase media, baja y muy baja coinciden en un modelo de gobierno, su ideal es uno que tenga control sobre toda la sociedad, que sea fuerte pero que al mismo tiempo sea generoso. Por un lado desean un gobierno muy estricto y autoritario que con mano firme acabe con la inseguridad y que, por otro lado, controle los abusos de los empresarios y de los ricos a la vez que sea un gran constructor y hacedor.
La idealización de este modelo de gobierno va a hasta solicitar que abogue por lo popular: caridad, defensa de sus derechos, generosidad con su esfuerzo, amor real y tangible por los más necesitados. Tal gobierno no debería cobrarle impuestos a las clases populares, sino al revés, darles dinero para resolver sus necesidades económicas. Para cumplir con lo anterior, debe ser dueño no solamente de instituciones relacionadas con el bienestar de la población (educación, salud, vivienda, servicios como energía, transporte, etc.) sino que además, idealmente debería ser el dueño de los bienes de producción.
Dentro de este ideal a menudo se plantea para ellos como empleados del gobierno con salarios justos, bonificaciones, pensiones... Para estos segmentos el gobierno debe ser más un distribuidor de la riqueza del país que un productor de riqueza. Se le teme a un gobierno que insista sobre la producción cada vez mayor de bienes, puesto que esto implicaría que insistiese mucho más sobre deberes que sobre derechos de las clases populares. En estos segmentos de la clase media hacia abajo se tiene la impresión de que el gobierno real ya es inmensamente rico y que en un planteamiento ideal lo sería aún más y que por lo tanto su rol principal sería el hacer llegar esta riqueza a todos los niveles populares incluido el nivel rural.
Esta concepción necesariamente requiere de un líder que incluya en su personalidad todos los siguientes atributos y rasgos de carácter: Debe ser carismático, fuerte, generoso, valiente, audaz, terco, perseverante, profundamente mexicano y defensor de la patria frente a intereses extranjeros. Quienes piensan así es una amplísima mayoría de la población mexicana; cerca del 80%. Se sostiene la tesis que los líderes populistas actuales no inventaron este modelo de gobierno, sino que más bien lo descubrieron al tomar contacto con el pueblo; más que una imposición de los líderes hacia el pueblo, el populismo es una imposición del pueblo sobre sus líderes.
El modelo de gobierno que prefieren las clases altas es radicalmente opuesto. Estos segmentos desean un gobierno lo más pequeño posible, su función esencial es la de ser rector de la economía favoreciendo la formación de capitales, de empresarios y grupos económicos que prácticamente tengan la responsabilidad de la producción de todos los bienes e incluidos los servicios que requiere el país (salud, educación, vivienda, etc.) Solo se admite que el gobierno tenga parte de estos servicios cuando la iniciativa privada no es capaz de asumirlos. Sin embargo se trataría de un rol transitorio y no definitivo.
En estos niveles se percibe a prácticamente todos los gobiernos del mundo como ineficientes, que la tendencia clara en los países desarrollados es de ir entregando a la iniciativa privada, todas las funciones que estos gobiernos acumularon a lo largo del tiempo.
Este gobierno sí debe tener mano firme sobre todo para controlar la inseguridad pero también para apoyar a los empresarios y las industrias para que puedan exigirles a sus empleados cada día una mayor eficiencia y rendimiento productivo. Este segmento piensa, por lo tanto, que el gran beneficio para las clases populares no está en que el gobierno caritativamente distribuya la riqueza nacional existente, sino que apoye en la generación de riqueza que eventualmente se derramará en esos Niveles Socio Económicos populares.
La riqueza del gobierno debe estribar en la contribución fiscal de todos los gobernados y no de la posesión de bienes de capital. De ahí que para las clases altas el ideal de un gobierno es enfatizar mucho más deberes que derechos: su virtud principal es la justicia, por encima de la caridad y la generosidad. Es evidente que los que creen en este modelo son las minorías, aunque son las minorías más ricas de la población; y piensan que los gobiernos populistas que solo piensan en distribuir la riqueza existente terminan finalmente por agotarla, contribuyendo así a el hambre futura de las clases populares.
Estos segmentos altos le tienen mucho miedo a los líderes carismáticos que tratan por sobre todo de incrementar su popularidad y ratings aprobatorios de las masas. Por el contrario, piensan, un verdadero líder de gobierno es alguien que debe tener una formación de economista muy sólida y un conocimiento profundo de los aspectos legales y fiscales de la nación.
Los Niveles Socio Económicos altos, sobre todo los más politizados, tienen una percepción vaga de este modelo y algunos admiten haber creído en él en el pasado, pero lentamente se han dado cuenta que este esquema ha hecho más ricos a los ricos y más pobres a los pobres y ya no están dispuestos a seguir esperando un futuro que nunca llega. Cada día están más conscientes de que el modelo populista está cobrando un mayor número de países adeptos en América Latina y ven con gran temor el que las ideologías de Cuba, Venezuela, Bolivia, Uruguay, Nicaragua, Argentina y Brasil constituya una influencia que tarde que temprano llegará a México, como se dejó sentir en la VII cumbre de Panamá.
El PAN se alinea con el 20% de estos Niveles Socio Económicos altos, de ahí su afán de privatizarlo todo, entregar PEMEX a la iniciativa privada aunque sea capital extranjero. El PRI es un verdadero enredo, se vendió a este modelo de las clases altas y ahora trata de recuperar terreno hacia el populismo, ajusta sus velas, vea como están gobernando, Enrique Peña Nieto y sus compinches. El PRD siempre ha estado identificado con las clases bajas, con ese 80% de la población nacional, pero le ha faltado inteligencia para lograr un liderazgo sólido en todo el país y no sólo en el D. F. Ahora enfrenta a MORENA, su posible sucesor.
¿Cuál será la inclinación de los aspirantes a Diputados federales? ¿Conocerán estos modelos y las respectivas inclinaciones de las clases sociales? ¿Van a ser congruentes con su ideología? O simplemente ¿van a bailar al son que les toquen? Por lo pronto, el debate de la Ibero sólo trató sobre la inseguridad y la transparencia, no sobre el proyecto de nación que deben legislar. Estimado lector, por sus actos los conoceréis. Ajustemos las velas si queremos navegar con seguridad. |