publicación Online
 
 
el periodico de saltillo
Noviembre 2015
Edición No. 321


Actitudes para triunfar

Guillermo Aguirre Farías.

¿Cómo lograr un trabajo bien hecho?

Si queremos un trabajo bien hecho, tenemos que promover en nuestra gente los principios necesarios de motivación para hacer bien las cosas, pero con la consideración de que "el líder no enseña con palabras sino con actos". Los principios referidos son los siguientes:

1. Hacer las cosas bien desde la primera vez. Nunca hay tiempo para hacer bien las cosas, pero sí lo hay para repetirlas. Debemos formar conciencia, hoy más nunca, de que la calidad es gratis, la falta de ella es muy cara. Aristóteles resume este concepto así: " A fuerza de construir bien se llega a ser buen arquitecto".

2. No discutir frente a la gente. "El que domina a los otros es fuerte; el que se domina a sí mismo es poderoso." Manejar nuestro temperamento y carácter nos ayudará a la solución de conflictos, y eliminar las discusiones innecesarias evitará el desgaste mutuo y la acumulación de cuentas por cobrar.

3. Cuando algo sale mal no culpar a nadie; mejor preguntar: ¿en qué fallé? Lamentarse de los fracasos no los soluciona; aprovechemos los errores para aprender a crecer en habilidad y conocimiento. Séneca dijo alguna vez: "La adversidad es ocasión de virtud".

4. No suponer que los demás saben cómo hacer su trabajo. Frecuentemente pretendemos que los colaboradores adivinen nuestros pensamientos y los pongan en acción. Dar seguimiento a las tareas que delegamos, supervisar su desarrollo indicando claramente qué se debe hacer, cómo y por qué, es parte de las funciones naturales del líder, las cuales podríamos enumerar: satisfacer necesidades, resolver problemas y asesorar. Aristóteles decía también que: "Nadie puede desatar un nudo sin conocer cómo".

5. Mantener la mente abierta. La mente es como un paracaídas, únicamente funciona cuando se abre. El saber escuchar nos proporciona muchos beneficios, ideas nuevas, enfoques diferentes, participación y confianza, empatía, etcétera. "La prosperidad sobresale en el que escucha, y no en el que habla", dijo Shakespeare.

6. Vigilar el desarrollo de las órdenes dadas. No hacer de nuestros colaboradores seres tan dependientes que pierdan su iniciativa y creatividad, pero tampoco tan independientes que nos lleven a la anarquía y desorganización. No abdiquemos nuestro puesto, deleguemos y generemos la interdependencia, "la ausencia es causa de olvido".

7. Coordinar la orden dada en las áreas involucradas. Con frecuencia se cae en el error común de comunicar horizontalmente los objetivos, lo cual genera falta de comprensión entre las diferentes áreas o puestos de la organización. Debemos buscar la integración horizontal a través de la comunicación y la coordinación adecuada de objetivos y actividades, para que podamos generar los resultados esperados. El mando de muchos no es bueno, basta un solo líder.

8. Retroalimentar el mensaje con el receptor. Mantener una retroalimentación continua puede representar la última oportunidad para que las cosas salgan bien. "Los hombres aprenden mientras enseñan", señalaba Séneca.

9. Utilizar papel y lápiz: "Cuando lo escribo mi mente descansa". El hábito de anotar permite recordar fehacientemente lo que queremos lograr y cómo lo debemos hacer, y además evita dejar a la memoria los asuntos importantes.

10. Buscar la capacitación constante. Todos quieren aprender, pero ninguno está dispuesto a pagar el precio. Desarrollar en nosotros, y en nuestra gente, el hábito de la capacitación, lo cual implica concientizarla de que la única forma de sobresalir y desarrollarse es por medio de la capacitación continua, y esto exige el precio de la disciplina en el aprendizaje y de la consistencia de su hábito.

11. Motivación. Significa alentar y apoyar la participación de la gente en la formulación de metas y decisiones como una alternativa de desarrollo personal y de reconocimiento a la labor individual y conjunta. La motivación más legítima nace de la autosatisfacción de un buen desempeño, y para asegurar el mejor desempeño debemos crear las mejores expectativas hacia los colaboradores.

Evitemos la nosofobia pues ésta significa atraer precisamente lo que se teme. "Subir montañas encrespadas requiere pequeños pasos al comienzo”.

12. Humildad para reconocer errores. Pedir disculpas cuando nos equivocamos nos dará señorío y credibilidad. Recordemos nuevamente que: "Es preferible contradecirse que petrificarse". La identificación de errores nos dará la oportunidad de acercarnos más hacia los objetivos que buscamos. Piet Hein lo expresó de manera sencilla en su poema

"El camino hacia la sabiduría":

Errar y
Errar y
Errar de nuevo
Pero cada vez
Menos y
Menos y
Menos.


13. Escuchar sugerencias. Una comunicación no ha concluido cuando llega a los oídos de quien la recibe, sino cuando llega a su mente con el mismo significado de quien la envió. En la variedad de enfoques hallaremos las soluciones más productivas y el camino más rápido hacia la Excelencia. "Muchos escuchan sugerencias, sólo los entendidos sacan provecho de ellas", apuntaba Syrus.

14. Planear antes de seguir adelante. Media hora de planeación para iniciar el día nos proporcionará una jornada de satisfacciones. La planeación debe ser parte integral de nuestra cultura personal e institucional. Tenemos que diseñar y utilizar las formas más apropiadas a nuestra empresa, para señalar objetivos diarios que incluyan actividades, prioridades y sobre todo que estén expresados en términos de resultados.

15. La prisa y la rutina atontan. El detenernos a reflexionar de vez en cuando nos ayudará a reorientar nuestros esfuerzos por el camino adecuado para la obtención de resultados de éxito. Pensar bien es sabio y hacerlo bien es mejor que todo.
Fuente: Enciclopedia de la Excelencia

Todos los Secretos de la Excelencia Tomo IV, Pág. 1803

 
© 2014 El Periódico de Saltillo contacto@elperiodicodesaltillo.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino