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el periodico de saltillo
Noviembre 2015
Edición No. 321



La alimentación, un nuevo paradigma


José Luis Carrillo Hernández.

 

Desde mucho tiempo atrás hemos insistido en las deficientes conductas de consumo alimenticio de nuestra población, así como de la serie de enfermedades asociadas a ciertos productos alimenticios. También comentamos la manera de cómo hemos sido víctimas de los bombardeos de publicidad y costumbres engañosas, generando enfermedades y adicciones del paladar las más de las veces degenerativas y mortales.

Muchas y variadas voces lo han señalado en distintos foros fundamentalmente científicos y académicos sin que pasara nada, hasta que finalmente una voz autorizada convalida lo que desde hace décadas la ciencia está señalando, el consumo de carnes procesadas produce cáncer y el mismo está asociado al consumo de carne roja, así de claro nos lo hizo saber la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Desconocemos hasta donde este organismo internacional haya tenido que vencer resistencias y presiones al señalar y poner en primera plana un problema de salud pública grave que no tiene fronteras, que afecta a pobres y ricos pero que también puede afectar a un sector muy amplio de la industria alimenticia y producción ganadera, si esta noticia logra impactar entre los consumidores de este extenso mercado nacional y global que deja millonarias ganancias y también millones de enfermos.

Imagínese usted entrando a una de esas trasnacionales de comida rápida y pedir para usted y para su familia les sirvan doble y hasta triple carne en sus hamburguesas, nada que imaginar, algo tan cotidiano, la única carga nueva es que un organismo internacional dependiente de la ONU nos está diciendo que esa carne procesada es cancerígena y que está poniendo en riesgo su salud, su vida y la de su familia.

Entendemos que la O.M.S. es una voz autorizada y oficial que permite a los gobiernos y sus ciudadanos conocer los distintos parámetros, estadísticas y diagnósticos de los distintos temas de salud pública en base a los cuales los gobiernos toman sus decisiones y permiten el diseño de políticas y programas públicos. La O.M.C. en base a las evidencias científicas y estadísticas establece las normas internacionales sobre concentraciones de los agregados o productos que pueden resultar tóxicos y patógenos en el entorno y consumo humano, gracias a ésto el asbesto fue retirado del mercado, la cajetillas de cigarros tienen una imagen y una leyenda advirtiendo sobre el riesgo de contraer cáncer y enfisema pulmonar, entre otros riesgos.

Ahora sí, y para que se pongan a trabajar las autoridades sanitarias y legislativas del país, así como los distintos recintos científicos y académicos nacionales, tienen un referente o índice de incidencia o mortandad provocada por el consumo de productos cárnicos cancirógenos, en este caso cerca de 20 por cada 100 individuos, si a ésto le agregamos los casos de enfermedades cardiovasculares crónico-degenerativas provocada por la ingesta de estas carnes rojas, según estudios de la Universidad de Harvard, un 13 porciento de incidencia o mortandad, lo que hace de estos productos uno de los de más alto riesgo para la vida y la salud.

Esto pareciera un caso sencillo y con una simple divulgación del tema, la ciudadanía tomara conciencia y corrigiera sus consumos, sin embargo el problema rebasa por mucho una simple toma de conciencia, pensamiento lógico y sentido común. La realidad es que enfrentamos como sociedad graves problemas de adicciones del paladar que nos lanzan la pena capital, y mientras se cumple la condena, el individuo, la familia y el estado sufren las consecuencias graves del desarrollo de cuadros clínicos que generan una carga financiera extraordinaria en la familia y en los servicios de salud pública tan rabones que brinda el estado.

Como quiera que sea, los problemas graves de salud pública y la mortandad que causa los actuales productos alimenticios y sus aderezos, nos obligan a establecer un nuevo paradigma en la alimentación, uno que no mate, más sano y natural, uno que nutra de verdad y que no engañe. Hay mucho que hacer y que corregir, en este sentido el gobierno, las escuela y universidades están obligadas a actuar responsablemente y en la dirección correcta, pues la alimentación y la salud pública no puede estar a expensas de los contenidos, venenosos y engaños, que las trasnacionales y sus socios nacionales divulgan sin restricción alguna, condenándonos a sufrir una lenta, segura, dolorosa y costosa pena capital.

 
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