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el periodico de saltillo
Noviembre 2015
Edición No. 321



La revolución Rusa de 1917, o la emancipación victoriosa del proletariado

Alfredo Velázquez Valle.

El relato de un suceso histórico que aconteció hace noventa y ocho años es siempre grato porque es esencialmente el inicio victorioso de una lucha que ha perdurado a través de los tiempos y las circunstancias.

En efecto, conmemorar y celebrar con júbilo el nonagésimo octavo aniversario de la Revolución Rusa de 1917 es, debiera ser, para los desposeídos, los explotados del mundo una fecha inconmensurablemente mayor que cualquier otra de las que marca conmemorar el calendario occidental burgués.

Hacer memoria de los sucesos que antecedieron y de las tormentas que desencadenó este proceso coyuntural en la Historia de la humanidad es traer de vuelta las circunstancias sociales, los actores, los contextos y hasta las frugalidades que juntos todos dieron por resultado la primera victoria del proletariado sobre un régimen que le oprimía de hacía siglos atrás.

Serán Vladimir I. “Lenin” y Lev D. “Trotsky” a quienes quepa la responsabilidad antes que la gloria de haber sido los elementos catalizadores teóricos y organizativos de lo que culminó en la insurrección del octubre bizantino y que dio paso a un nuevo hito en la historia del hombre y su devenir: el socialismo como realidad, como praxis de una colectividad que se emancipa de las cadenas, del yugo del capital, de los explotadores, de los que oprimen en beneficio propio.

Hoy, las circunstancias no han sido para mejorar la condición humana; e incluso, se ha recrudecido el asedio a los baluartes que sostienen las poco seguras conquistas que les quedan a los pueblos del mundo en su intento por sobrevivirse a un sistema económico que les siega el ser mismo; como vida digna de realizarse, el neoliberalismo es su negación.

La pertinencia de la subversión, de la rebeldía, de la insurrección ha sido y sigue siendo un asunto que no ha dejado de tener vigencia en un mundo cada vez más polarizado y pletórico de injusticias sociales que esto conlleva y que la misma presencia de la especie humana en la faz del planeta Tierra está en amenaza seria, permanente.

Ante el inminente colapso sistémico, la constante de los gobiernos burgueses en los distintos países del mundo es abastecerse con cada vez más armas de una letalidad aterradora, como aterrador es el miedo de verse constreñidos en un contexto que, producto de sus políticas económicas, les resulta extremadamente hostil, lleno de incertidumbres.

Dichas polaridades extremas están llegando a un punto de inflexión en el cual las diferencias llegarán a redimirse en la arena de las armas, del conflicto que trascendiendo las barreras nacionales tendrá que colocarse en su justa dimensión internacional; es decir, en el muy concreto conflicto de clases; si no es así, indefectiblemente quedará dimensionado en los límites de los nacionalismos, los regionalismos o fundamentalismos de cualquier tipo cuya esencia es timar a los pueblos, a las clases trabajadoras de todas las nacionalidades, sobre la razón última de los problemas que les atenazan.

Tarea fundamental de las organizaciones políticas de signo bolchevique y que propugnen un cambio radical, revolucionario, de las condiciones actuales del proletariado, es formar (en el estricto sentido del término) conciencia de clase en todos los sectores que cargan sobre sus espaldas las sucesivas crisis económicas del capital y sus diferentes ciclos de reproducción. Si estos sectores conforman el 99% de la población mundial ya es situar la problemática en una dimensión cuasi clasista y ello es así mismo un avance en la clarificación de las verdaderas relaciones del capital y los selectos grupos (o sectores de clase) dominantes del mundo; orbe que se ha conservado unipolar a pesar de lo que algún día se pensó era la URSS: contrapeso de ese poder de élite expoliador.

La pertinencia de sólidos y organizados partidos por la revolución que esgriman una estrategia para la subversión del (des) orden establecido, y que sean a su vez vanguardia del proletariado mundial en su lucha por acabar con el régimen de explotación y pauperización además de proyectar una sociedad futura con posibilidades no ya de sobrevivencia sino de realización sostenible y digna tendrá que ser necesariamente el partido de los trabajadores porque en ellos radica la misión histórica de abolición de las relaciones económico-sociales capitalistas que generan pobreza y degradación del hombre y extinción de hábitats que nos permite ser y estar como auténticos SERES HUMANOS.

En 1938, León Trotsky ante el fracaso de las anteriores organizaciones proletarias en su lucha por conquistar el poder para la transformación social de los regímenes burgueses, fundó la IV Internacional y arremetiendo contra la social-democracia y el oportunismo escribió “El Programa de Transición”; en dicho documento fundacional, el Profeta de la Revolución reafirma la importancia del proletariado mundial como el elemento fundamental en la tarea de la insurrección internacional.

“Se trata de preservar al proletariado de la decadencia, de la desmoralización y de la ruina. Se trata de la vida y de la muerte de la única clase creadora y progresiva y, por eso mismo, del porvenir de la humanidad.”

Si la Revolución Rusa ofreció la experiencia exitosa de la toma del poder del Estado por los trabajadores, campesinos y soldados, los movimientos de masas de hoy deberán tomar de las lecciones de octubre los elementos que sea de pertinencia para la organización y acción de éstos mismos sectores sociales pauperizados y excluidos que a decir verdad poco tiempo les queda; porque el desastre llevado a cabo por el sistema capitalista en siglos de sobre explotación humana y ecológica han llegado a un punto donde los signos anuncian el cataclismo que viene, algunos científicos los miden ya en años que no décadas.

Por último, si la Revolución Rusa está por cumplir un siglo y el Programa de Transición elaborado por León Davidovich ha llegado a 77 años de haber sido elaborado, las premisas necesarias para la revolución mundial son poco menos que nulas y el partido de la revolución en el cual estarían asentados los más altos anhelos de la humanidad por liberarse del yugo que es este sistema maldición del hombre, no ha dado señales de vida.

En 1938 este profeta desterrado de su patria -a la cual dio el primer régimen socialista habido en la historia de la humanidad- lanzó la última de las profecías (asentada no en la bola mágica de los charlatanes), producto de su análisis científico del devenir del desarrollo social planteándola en esta disyuntiva: o revolución o muerte.

“Las condiciones objetivas de la revolución proletaria no sólo están maduras sino que han empezado a descomponerse. Sin revolución social en un próximo período histórico, la civilización humana está bajo amenaza de ser arrasada por una catástrofe.”

Hoy, distintos sectores de académicos y científicos han pronosticado el colapso de este sistema-mundo en el horizonte del 2030.

 
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