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el periodico de saltillo
Noviembre 2015
Edición No. 321



¡Que conste,… son reflexiones!

Los traidores del 68 (I)

Los chacales viven hasta que dios quiere
o hasta que los cobardes lo permiten…

    

Sócrates A. Campos Lemus.
     

Mucho se ha comentado sobre el 68, muchos son los que le hacen al héroe o se escudan bajo los faldones de los aniversarios para ocultar su cobardía y la deformación que operaron cuando se trató de aclarar los acontecimientos, muchos siguen siendo los “padrotes” del 68, algunos son diputados, dirigentes partidistas, senadores, gobernadores y aspirantes a la presidencia de la república, muchos se escondieron bajo los escritorios de los altos funcionarios con los que estaban negociando o con los que negociaron la entrega del movimiento.

Pero hay que ser justos, la realidad es que al finalizar septiembre y el primer día de octubre, el movimiento estudiantil no solamente estaba desgastado, lastimado, dividido, en muchos casos no son pocos los “dirigente” que nos hablaban de que deberíamos llegar a las negociaciones con tal o cual funcionario; en especial, las gentes de Echeverría por medio de los militantes del Partido comunista y Corona del Rosal, por medio de muchos dirigentes del IPN ligados con su entonces Secretario Gobierno, hombre, decían, de izquierda, operaba la entrega y la traición, la represión y por supuesto el hacer algunos mártires y otros “entreguistas y delatores”, ese era el juego que hoy, al paso del tiempo, se va conociendo y que hemos relatado en varios libros escritos con José García Sánchez: “El 68 visto a los 68”, “La dictadura de la memoria: el poder de los indignados” y “LA TRAICIÓN SE VOLVIÓ GOBIERNO”.
         
Nosotros decimos que los verdaderos traidores fueron las gentes del gobierno que llegaron a la negociación para hacer la masacre en Tlatelolco, por ello insistimos en que el día 1 de Octubre, en la casa del Rector Barros Sierra, se había autorizado a un grupo de representantes, no dirigentes, del Consejo Nacional de Huelga a asistir para que negociaran las condiciones del regreso a clases y evitar que el día doce de Octubre, cuando iniciaran los Juegos olímpicos, nos viéramos envueltos en el conflicto. Ahí, quedaron con Jorge de la Vega Domínguez y Andrés Caso Lombardo en que aceptábamos el regreso a clases y que se nos permitiría realizar el mitin en Tlatelolco para comunicárselo a la base estudiantil, con plena libertad. Que suspendíamos la marcha de Tlatelolco al Casco de Santo Tomás y que se iniciaban las pláticas de las seis comisiones para discutir cada uno de los seis puntos del Pliego Petitorio. Ese era el acuerdo, pero el gobierno y el presidente en turno, el jefe del estado mayor presidencial y la secretaría de gobernación, traicionando incluso al Ejército Mexicano, al que también masacraron, estableció las condiciones para que se realizara la masacre en Tlatelolco y para ello se comisionó al mismo jefe de inteligencia del Estado Mayor Presidencial, el Teniente Coronel, Carlos Enrique Bermúdez Dávila, que dependía del General Gutiérrez Oropeza y del que se burlaba de Marcelino García Barragán, instrumentó, en varios departamentos de Tlatelolco, a francotiradores y policías para generalizar la masacre y que no se respetaran los acuerdos logrados con los representantes del presidente en la casa del Rector, y así se nos acusaba a algunos representantes que no estábamos muy de acuerdo en las famosas pláticas ni habíamos aceptado reunirnos, como lo hicieron muchos de los hoy padrotes del 68 con funcionarios públicos, de ser los instigadores de la masacre.
         
Como el tiempo es la madre de la verdad, se van conociendo las cosas y por esa razón también sabemos que algunos altos funcionarios contrataron a escritores para hacer las famosas novelas del tema para que se justificara la masacre y el complot real que lastimó hasta al mismo Ejército Mexicano, tal como lo relata el General Marcelino García Barragán en sus memorias publicadas por Julio Scherer García en el libro PARTE DE GUERRA y en los informes que van saliendo a luz, como el famoso informe Galeana y las investigaciones sobre las acciones del chacal Carlos Humberto Bermúdez que llegara a ser jefe del Estado mayor Presidencial, como premio a su masacre y a su silencio y quién muriera en  Agosto, “solo y abandonado”, tal como explica Juan Veledíaz en su trabajo: “El Francotirador de Tlatelolco” y de acuerdo a los datos proporcionados por el ex jefe de inteligencia que sustituyó al chacal Bermúdez., el Mayor de infantería, Jorge Carrillo Oléa.
         
“El teniente coronel Bermúdez era una de las figuras más cercanas a Gutiérrez Oropeza, quién como jefe del Estado mayor Presidencial quedó marcado por ser quien desplegó 10 oficiales armados bajo su mando en algunos departamentos… A todos ellos les dio la orden de disparar contra la multitud y al ejército la tarde del 2 de octubre…su legado en el  EMP más allá de los hilos maquiavélicos que tejió junto con el secretario de gobernación Luis Echeverría, era un equipo de militares de una hechura particular: autoritarios, arbitrarios y corruptos”…

Continuaremos el tema.        

 
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