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el periodico de saltillo
Septiembre 2015
Edición No. 319


Los cambios en el gabinete del presidente Peña Nieto

 

“Las apariencias engañan la mayoría de las veces”
Moliére.

Jesús M. Moreno Mejía.

Los cambios realizados por el presidente Enrique Peña Nieto, no tienen la finalidad que él asegura: “…para hacer frente a las nuevas circunstancias y desafíos que tenemos como país”.

Coinciden la mayoría de los analistas políticos al afirmar que son otros los motivos que mueven a EPN para reestructurar su equipo, entre otros abrir la baraja sucesoria a su mandato, justamente a la mitad de su administración.

Luis Videgaray, Secretario de Hacienda y Crédito Público, sigue en su calidad de “Golden Boy” de la Presidencia de la República, pero agregando tres nuevos personajes políticos a la selecta lista de precandidatos a suplir a Peña Nieto: Aurelio Nuño, quien de titular de la Oficina de la Presidencia pasa a ser el nuevo Secretario de Educación Pública (SEP); José Calzada Rovirosa, hasta hace poco Gobernador de Querétaro, a cuyo cargo renunció para ocupar la titularidad de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), y José Antonio Meade, quien pasa de la Secretaría de Relaciones Exteriores a la Secretaría de Desarrollo Social.

Quedaron fuera del gabinete presidencial: Emilio Chuayfett Chemor, Enrique Martínez y Martínez, Jesús Murillo Karam, Monte Alejandro Rubido y Luis Antonio Godina Herrera, a quienes les queda el sello de “ya no me sirves”, o lo que es peor, “no cumpliste”.

Peña Nieto conserva la estructura básica del gabinete presidencial, o sea a los titulares de las Secretarías de Hacienda (Luis Videgaray); de Gobernación (Miguel Ángel Osorio Chong); de la Defensa Nacional (Salvador Cienfuegos); de la Marina y Armada de México (Vidal Francisco Soberón), y de Comunicaciones y Transportes (Gerardo Ruiz Esparza), a quienes les otorga el Ejecutivo Federal toda su confianza.

También se debe interpretar el hecho de reconocer a importantes familias del PRI de épocas anteriores, al otorgar a Enrique de la Madrid la titularidad de la Secretaría de Turismo, y a Claudia Ruiz Massieu el cargo de Secretaria de Relaciones Exteriores.

Sergio Sarmiento, escritor y periodista, describe en su columna Jaque Mate, que todos los presidentes de México tienen en el inicio de su mandato una auténtica Luna de Miel, e incluso cuando tienen algún problema su reacción es echarle la culpa al anterior mandatario, pero en una segunda o tercera etapa de su gestión ya no hay a quien atribuirle los errores cometidos hasta entonces y la estrategia es cambiar de equipo, tal como acaba de ocurrir en la reestructura del gabinete de Peña Nieto.

Sin embargo, ninguno de los responsables de los nuevos cargos aparenta tener la experiencia necesaria, y como ejemplo cita el caso de José Antonio Meade, quien “ha sido un buen Secretario de Relaciones Exteriores… pero no hay razones suficientes para ahora despachar en Sedesol; Rosario Robles no está calificada en desarrollo agrario o urbano; Claudia Ruiz Massieu no ha trabajado nunca en una embajada o consulado, ni Enrique de la Lamadrid ha tenido experiencia en Turismo”, etc.

Considera Sarmiento que el presidente está repartiendo cargos para no dejar desempleados a sus amigos y colaboradores cercanos, ni hay el deseo de nombrar a los mejores para los cargos públicos más importantes. Después del cambio de equipo, EPN tendrá que responder por los resultados de las políticas que ha impulsado, concluye Sergio Sarmiento en su columna periodística.

Otros analistas discurren con opiniones similares, como Diego Peterson Farah, que en reciente columna editorial, titulada “Tres años más de lo mismo”, afirma que Peña Nieto llega a su tercer año con dominio en el Congreso y con la mayoría de gobernadores a modo, pero con los peores indicadores de gestión para un Presidente de la República a este nivel de su administración.

En tanto que René Delgado (también editorialista y sobre todo analista político), asegura que el reciente reacomodo de EPN no responde a la necesidad de pasar de la administración a la solución de los problemas, de las expectativas a los resultados, ni a recuperar un gobierno en el tramo final de su mandato, y en todo caso se perfila rumbo a la sucesión en el 2018.

También señala con índice de fuego que “lo más asombroso y llamativo del reacomodo en el gabinete presidencial es la permanencia de Virgilio Andrade: cuando se acepta ser un funcionario desechable, el interesado no puede permanecer en el puesto después de haber sido utilizado. Si los funcionarios fusibles despiden mal olor al ser quemados, los desechables hieden” (¡Órale!)

Definitivamente que coincidimos con todos los comentarios anteriores y por ello decidimos incluirlos en esta colaboración, pues son dignos de tomarse en cuenta y no sólo quedarnos con el mensaje oficial en relación al cambio operado dentro del equipo de EPN. ¡Hasta la próxima!


 
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