De la neurosis política,
al laboratorio de las ocurrencias
“Una sociedad sin un Estado de Bienestar es una sociedad que
no protege a sus ciudadanos, no cuida a sus futuras generaciones.”
Claudio Chipana G. |
Luis Eduardo Enciso Canales.
No cabe duda que estamos vivimos tiempos de cambio y progresiva complejidad en los que el mundo paradójicamente se ha ido empequeñeciendo a ritmo acelerado, el surgimiento de nuevos soportes de la información precipita la difusión instantánea de los acontecimientos y el consumo informativo arrecia con fuerza, influenciado por los avances tecnológicos, sociales, políticos y económicos, confina a los ciudadanos en universos cada vez más reducidos, un contexto en el que la concentración mediática a dado el poder de manejar la realidad, crearla o recrearla según sea el caso. La superabundancia informativa y la celeridad en la transmisión de las informaciones se ufanan en alterar necesariamente los referentes de la realidad que nos rodea, tomando en cuenta nuestra dependencia mediática para conocer el mundo y orientarnos en él, estos nos acercan a los acontecimientos, informan sobre las condiciones de la sociedad y el mundo, nos movilizan para la realización de campañas a favor de “objetivos sociales” y de paso nos mantienen ocupados y distraídos.
La peligrosa complicidad de la política con los medios masivos de comunicación, y su uso discrecional pone en riesgo la sana convivencia, ya que mantiene una fiera concentración del poder político y económico con un costo elevadísimo al cancelar la real posibilidad del desarrollo humano y el libre desenvolvimiento de los procesos sociales. Incluidos obviamente la participación ciudadana y la democracia. La intervención gubernamental a través de las estrategias mediáticas creadas para este fin modifica sustancialmente los escenarios, enfrenta y fragmenta a la sociedad aplicando el viejo principio de dividir para vencer y/o a río revuelto ganancia de pescadores. Se neurotiza el escenario político deliberadamente para que no exista una lógica, es decir razones articuladas y coherentes para llevar a cabo acciones desde la cúpula del poder. Así llegan decisiones que no tiene nada que ver con lo realmente importante, convirtiendo el quehacer político en un laboratorio de ocurrencias donde la relevancia de la idea es lo menor, lo importante es vender y distraer sin comprometer nada de valor.
El acelerado modo de vida contemporánea inmerso en un capitalismo salvaje es el escenario perfecto para la aparición de las prácticas de control mediático recurrentes en las esferas del poder económico y político, la neurosis como arma política. Como consecuencia, nadie puede concentrarse en nada; o al menos en lo realmente importante, ni el estudiante estudia, ni el profesional se desarrolla y el tiempo libre prácticamente no existe. Las llamadas “Redes Sociales” aunadas a los medios masivos de consumo se han convertido en filtros para atraparnos como a sardinas desconcertadas e inquietas. Nunca como ahora me había parecido tan apropiada la expresión de Chomsky, “el rebaño perplejo”. Así vamos atestiguando el paso efímero de un sinfín de temas como: la detención de la maestra Gordillo, la espectacular captura de renombrados capos de la mafia, la fuga del Chapo, los escándalos del “Piojo” y la “Pioja”, las confrontaciones, marchas y bloqueos de los maestros paristas, los asesinatos, las reformas, el dólar, las crisis de los mercados, etc. Frentes que se abren pero que nunca se cierran.
Igual se habla con bombo y platillo de los saltos cualitativos y cuantitativos que se dan en materia de equidad de género que del hallazgo de grupos de mujeres jornaleras encontradas en situación de explotación, es decir una total discordancia entre lo que se presume y la realidad, éste es sólo un ejemplo que refleja el alejamiento de los verdaderos problemas de fondo, igual sucede con la paz y la supuesta lucha contra la violencia, la economía que no crece, planes y estrategias que no cuajan o más bien no se reflejan en el bienestar. Hoy en día parece ser que los animales son merecedores del respeto y un trato más digno que los propios humanos, no estoy diciendo que no lo merezcan, lo que digo es que no podemos brincarnos el orden de las prioridades, la prioridad ante todo debe ser la dignidad humana. Lo otro resulta un truco mediático ya que es más fácil cerrar un circo o una plaza de toros que elevar la calidad de vida de las personas, siempre será un negocio más rentable mantener vivas las esperanzas de los desesperados, ilusiones que se canjearan en su momento por un voto. |