“No hay peor ciego que el que no quiere ver”
Con el “librito” en la mano y a contra pelo, Peña Nieto llevará a México a buen puerto
Adolfo Olmedo Muñoz.
Harto manida y por tanto chocante a más de vulgar en el sentido más estricto de la palabra, resulta aquella conseja que dice que “nadie es profeta en su tierra”. Incluso más allá de su sustrato filosófico argumentativo de los viejos oradores del helenismo clásico, su contextualiza- ción en el ámbito mexicano es, espantosamente asequible. Como si hubiese sido acuñada por alguno de esos icónicos autonombrados “nones” que menudean en las páginas de comentarios editoriales.
En lo personal estaba hasta hoy, dubitativo si escribir o no mi comentario de opinión, con relación a lo que dijera el Presidente de México a la nación, como corolario a la presentación de su tercer informe de actividades al frente de la Presidencia de la República.
Sin embargo, fue un colega, amigo… bueno no se si todavía sea mi amigo, pues ya han pasado muchos años de cuando empezábamos ambos en esta hermosa profesión, “cubriendo” eventos deportivos como el futbol americano y que Raymundo Riva Palacio (que en ese entonces, lo pronunciaba de corridito: “Rivapalacio”) no le agradaba tanto como las carreras de autos.
Incuestionablemente, Raymundo es uno de los comentaristas más brillantes, y mejor ubicados en el escenario político de nuestro país. Su acceso a información de primera mano, de gran valor por haber sido extraída de fuentes extranjeras, ya que Raymundo luego de un período de estudios y laborar en la Unión Americana, emprendió una brillante carrera que hoy lo tiene en uno de los lugares privilegiados de la “cancha de juego de la Política”.
Sin embargo, como a todos nos pasa algunas veces, nos dejamos llevar por las voces dulzonas, melosas, ditirámbicas e intencionalmente laudato- rias, de algunos a los que les consideramos afines o simplemente con los que se da una empatía natural.
Raymundo, como muchos otros comentaris- tas, se han dejado seducir por oscuros comentarios, lanzados de igual manera desde lóbregos estancos de un poder, de mucho impacto, pero de efectos poco contundentes y menos objetivos de las llamadas, “redes sociales”
¡Patrañas! Pajarotas de un endémico enquiste que padece nuestro país: La rumorología; el desprestigio, la diatriba, el escarnio, los improperios, provenientes de, según describen los analistas, “consultas” realizadas, en las que se descalifica a priori, la actuación del Presidente Peña Nieto.
Pero quiénes son esos encuestados. ¿Los jóvenes que han hallado trabajo seguro en nuevas fuentes de producción?; ¿Los lugareños de muy diversas regiones donde se han ido a asentar empresas que han aplicado muchos millones de dólares, como un implícito acto de fe en la economía mexicana?, ¿O los miles y miles de estudiantes que cuentan con mejores condiciones didácticas; De maestros que por encima de componendas, tendrán de ahora en adelante la certeza jurídica del reconocimiento de su progreso en el estudio de las ciencias de la educación?
¿A quién encuestan los que se han empeñado en denostar la tarea de Peña Nieto? ¿A esa nueva especie de moluscos que se pasa la vida detrás de una pantalla de los “modernos” “mass media”? ¿A alguna de esas miles de bocas que hoy tienen un poco más de comer que hace años” ¿A esas señoras que junto con sus “golpes de pecho” “lideran” quiméricas protestas?
Muchos se quejan de lo que hoy se gasta, en todo, pero, ¿que no la compra de un auto mejor que la carcacha que teníamos antes, lo vale? El nivel de vida del mexicano ha mejorado, eso es un hecho inobjetable por objetivo.
No hay que defender a ultranza a un presidente, y menos al actual, que si algo ha aportado como nuevo estilo de gobernar, ha sido el cumplimiento de sus compromisos, y para mí, la litis de mi argumento en este comentario está en que ya no hay una clase periodística que se adentre en la política, no sólo como la ciencia de la administración pública, sino como un elemento conspicuo a la sociología y desde luego a la politología.
Peña Nieto, ha vuelto a lo más sano de los mejores episodios de la política de antaño. Ha vuelto a tomar el “librito” de los tiempos de la política a la mexicana que solía hacer una breve pausa a mitad de un mandato, para hacer algunos ajustes, CON MIRAS a la consolidación del poder, no para lastimar gratuitamente a los que se dedicaron a “nadar de muertito” en el primer trienio: A esos que no se movieron les dice que no encajan en el futuro inmediato. Pero también advirtió, a propios y extraños, que como dijo Fidel Velázquez, aquel legendario perso- naje que llegó a ser de los “grandes electores” de los mejores políticos para los puestos que se disputaban. Su frase, resonará hoy de nueva cuenta, Pues el que se mueva anticipadamente (calefactos) “no saldrá en la foto…”
Y puso tesis Peña Nieto de lo que será la columna vertebral de su lucha por mantener la prevalencia de sus correligionarios, POR ENCIMA de mesianismos farisaicos, populis- mos oportunistas mal fundados. Por encima de la intolerancia, de la demagogia que “erosiona la confian- za y fomenta el odio” entre los mexicanos. Apuntó en tácito reto, a la corriente política que se supone será la que más artimañas combati- vas presente en la próxima elección sexenal, la de López Obrador.
Fuente inconfesa de la ola de rumores que han pretendido echar abajo la imagen de estadista de Enrique Peña Nieto. A esos mañosos “twiteros” habrá que recordarles otro atinado dicho mexicano. “Lo que no mata, ¡engorda!”. Cuidado y sin querer esos “detractores” le estén haciendo el mejor favor al presidente. Si no, al tiempo. Hay que darle tiempo al tiempo decían los viejos correligionarios del Presidente.
Muchos de los nuevos comen- taristas de política, se van con el juicio fácil de calificar la debilidad de los hombres que renovaron el gabinete.
No coman ansias, ni siquiera se ha puesto a “pastar a la caballa- da”, los dos años que vienen serán de intenso trabajo, el tercero… en el último año de su mandato veremos si volvió, de acuerdo a “su librito”, la no menos legendaria figura de “El Tapado”
Por lo pronto, a varios ex secretarios de estado, los bajaron abruptamente del “caballo de la revolución”: Lo malo es que volverán a sus “terruños” y al querer o no, moverán el tapete de la política local, y no sería difícil pensar, que, ardidos, favorezcan por debajo de la mesa a esos “detractores” que tienen cauti- vados a muchos de los comentaris- tas, de “nueva ola” en la política
Otros políticos con aparentes menos alcances, otean aires de cambio y buscan subirse al “caballo revolucionario” pero en el ámbito estatal, como el caso de Javier Guerrero que tiene ganas de ser gobernador, y por qué no decirlo, capacidad también.
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