El poder carismático de la palabra
(Con especial atención a la petición de los alumnos de la Normal Superior de La Laguna, Cursos Intensivos, que participan en el Concurso Interno de Oratoria, en su 40 Aniversario. Y con mi reconocimiento a la generación de graduados de las diferentes especialidades, en este año.) |
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“Cuanto más siniestros son los deseos de un político más pomposa, en general se vuelve la nobleza de su lenguaje.”
Aldous Huxley. |
Salomón Atiyhe Estrada.
La palabra es tan poderosa que seduce, intimida, convoca, persuade y disuade las acciones y pasiones de la gente. Debemos reconocer la importancia que representa hablar en nuestro entorno público y privado. Pensamos con palabras y hablamos con ideas. Palabra y pensamiento van juntos, son inseparables.
Lograr una facilidad de palabra nos permite, también, lograr la facilidad de expresar correctamente lo que pensamos con la máxima seguridad. Sin el dominio del lenguaje se nos dificulta dar a conocer nuestros sentimientos y pensamientos.
El discurso es una herramienta estratégica para comunicar en los distintos escenarios- personales, laborales e institucionales,- de mejor manera, la misión y visión que poseemos.
Las palabras están a flor de piel. Nos exponen, nos dicen, nos descubren en la intimidad del corazón o en las contundencias de las razones, pues son signos que hablan de lo que deseamos, debemos, podemos o sabemos, conduciendo nuestros estados de ánimo entre silencios, sonidos y tiempos.
Debemos seleccionar la producción, distribución y consumo de estímulos verbales y gestuales para un mejor impacto de lo que se dice.
La mayoría de las veces no somos conscientes de la calidad verbal de lo que comunicamos, lo cual genera confusión en la percepción de los que nos escuchan, debilitando el entendimiento y el significado de las acciones. Es un hecho que la fragilidad de las palabras incide en la debilidad de los actos.
El discurso es un proceso comunicativo donde se dicen palabras y se hacen cosas.
El lenguaje significa la realidad que vivimos. Orienta el sentido de las acciones. Ejerce nuestra libertad. Hablando decidimos qué callar y qué decir. Nos presentamos y representamos ante la mirada de los demás.
Si nos preguntamos: ¿qué imagen se forman de mi los que me ven cuando hablo, tanto por mi voz, por mis movimientos y lo que digo? Estamos aceptando que cuando nos comunicamos no es sólo con la voz, sino que el mensaje es “un paquete comunicativo”; veamos todo lo que interviene:
1.- Léxico: el lenguaje utilizado y administrado para formar el contenido del mensaje.-
2.- Quinésica: es la acción, nuestro drama expresado.
3.- Cinéticos: es el lenguaje corporal: movimientos, miradas, gestos, postura, desplazamiento de manos y piernas.
4.- Icónicos: son los objetos que acompañan al mensaje, como la ropa, auxiliares audiovisuales, otros...
5.- Acústicos: sonidos no verbales, guturales, farfullo.
6.- Prosémicas: generadores del significado de territorialidad, administración de los espacios y sentido de la proximidad o la distancia.
7.- Paralingüísticos: registran el volumen, ritmo y tono que definen el carácter vocal del hablante.
Los seis lados del dado
Antes de elaborar nuestro discurso, pensemos primero que hay que cuestionarnos seis preguntas importantes, una por cada lado del dado:
¿Qué? : define el contenido del mensaje, nuestros objetivos, lo que investigamos y permite analizar y sistematizar la información para garantizar la calidad del discurso. Qué voy a decir.
¿Cómo? : define la forma del mensaje, su estética, el estilo y originalidad del discurso. Cómo lo voy a decir.
¿A quién?: conozcamos a nuestro público, define el destinatario del mensaje, contar con un perfil claro de nuestra audiencia, diagnosticar para coincidir. A quién se lo voy a decir.
¿Dónde?: registra el espacio donde se produce el mensaje, el factor espacial del contexto, nuestro escenario. Dónde lo voy a decir.
¿Cuándo? : representa el tiempo preciso, hora, día, momento especial. Es condición de oportunidad e impacto.
¿Para qué?: define la finalidad del mensaje. Comunica la trascendencia del discurso, los propósitos fundamentales. Es el valor fundamental del yo digo para esto. Compromete
valores, juicios, ideología, principios, objetivos, todo.
Desde esta columna lanzamos un exhorto para la defensa del lenguaje. Una comunidad que se identifique con el bien decir y se precie de moral en el uso de las palabras. Aprender a expresarnos correctamente es una necesidad cotidiana, no es posible que solo utilicemos unos cuantos vocablos en nuestras interlocuciones. Hagamos una causa común con la defensa de nuestra lengua.
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