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el periodico de saltillo
Septiembre 2015
Edición No. 319


Enriquistas y rubenistas por el cacicazgo político de Coahuila

Desde hace décadas no hay en Coahuila un cacique político como lo fue en su momento Nazario Ortíz Garza y Federico Berrueto Ramón que además de ser el fiel de la balanza, era un celoso vigilante de la unidad de los políticos priistas. También está vacío el lugar que llegó a ocupar Enrique Martínez padre como conciliador del sector empresarial con el gobierno y los políticos, principalmenre en el sexenio florestapista. Tampoco existe el equilibrio que le daban a la política coahuilense, personajes como el empresario Javier López del Bosque y el editor del periódico Vanguardia, Armando Castilla Sánchez.

Es seguro que Óscar Flores Tapia se hubiera convertido en el cacique político de Coahuila, de no ser porque fue obligado por el Presidente López Portillo a renunciar tres meses antes de terminar su sexenio, acusado de enriquecimiento inexplicable, precisamente por Castilla Sánchez con el apoyo de Javier López.

Luego de la renuncia de Flores Tapia, comenzaron su ascenso político los juniors que el ex gobernador les había dado oportunidad de debutar en su gobierno: Enrique Martínez, Miguel Arizpe, Abraham Cepeda, Mario Eulalio Gutierrez y otros más, que con el tiempo y el apoyo de los gobernadores que sucedieron a Flores Tapia se adueñaron del poder, sobre todo en el sexenio de Enrique Martínez.

Por eso, después del gobierno florestapista, los políticos de la “cultura del esfuerzo” fueron desapareciendo de las estructuras de poder.

Los políticos de la “cultura del esfuerzo” eran los que comenzaban su formación política repartiendo volantes, acomodando sillas en los eventos públicos, cargando maletines y sirviendo de choferes. Si demostraban talento y aprendían las reglas y códigos de la política mexicana, les daban oportunidad de ascender en la estructura de poder. Los mejores como OFT llegarían a la cima.

Los juniors no tenían que vivir estas experiencias, bastaba con su apellido y recomendación. Por eso, en las dos décadas finales del siglo XX, los nombres que enarbolaba el PRI como sus candidatos para todos los cargos públicos eran siempre los mismos: los nombres de los juniors.

Pero de repente irrumpió a la política Humberto Moreira Valdés, y a través de utilizar todo a su alcance, logró colarse hasta la gubernatura de Coahuila, acompañado de otros iguales a él, que sin lugar a dudas venían de la “cultura del esfuerzo”, pero sin ninguna formación política, ni ética.

Hoy al parecer, los juniors (ahora sesentones) dicen estar dispuestos a quitarles el poder a los moreiristas de Humberto y Rubén. Hoy después de nueve años fuera del poder estatal le quieren disputar el gobierno al sucesor de Humberto Moreira, su hermano Rubén, que dicho sea de paso, a demostrado muchísima más capacidad que Humberto, y sobre todo inteligencia política, por eso a pesar de la deplorable condición en que recibió el gobierno, ahora se encuentra fortalecido.

Lo cierto, es que si en verdad hay un enfrentamiento por el liderazgo de Coahuila, no hay duda que la política en Coahuila saldrá beneficiada, pues obligara a los politiquillos oportunistas a tomar partido, porque como dijo Rubén Moreira: “En tiempos de guerra cualquier disidencia es traición”:



 
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