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el periodico de saltillo
Noviembre 2016
Edición No. 333


El “nuevo” PRI de Peña Nieto, un partido venido a menos

Jorge Arturo Estrada García.

En la sociedad democrática el poder fluye de la base a la punta;
en una sociedad burocrática, por el contrario, se mueve de la punta a la base.
Norberto Bobbio.

 
El secreto del éxito en la vida de un hombre está en prepararse
para aprovechar la ocasión cuando se presente.
Benjamin Disraeli.

 

El PRI se desmorona, en el peor momento. A nivel nacional el tricolor se debilita acelerada- mente. Los excesos de los gobernadores y los errores del presidente Peña Nieto lo metieron en una espiral de desprestigio y de derrotas electorales. Ahora siguen el Estado de México, Nayarit y Coahuila. Al parecer los millennials conocieron al Nuevo PRI en cuanto se le desgastó la máscara. Se ha abierto la temporada de traiciones y conflictos. Sólo las maquinarias electorales estatales bien afinadas, operando en un entorno de ciudadanos apáticos y opositores poco diestros, salvarían al tricolor de la derrotas en el 2017, y cada caso será especial.

Para el PRI la unidad es indispensable. Cuando esta condición no se da, la derrota es casi inevitable. El presidente se derrumba estrepitosamente. Aun en el seno de su partido, ya piensan que no está para operar su sucesión en 2018, y que con su cadena de desaciertos se encaminan a perder Los Pinos. Los gobernadores sienten ame- nazados sus cotos y no les agrada que los usen de chivos expiatorios con la PGR persiguiéndolos. Todos dudan de su pericia, ¿pero se atreverán a desafiarlo?

La tarea inmediata para el titubeante Peña Nieto es la de elegir o avalar candidatos a goberna- dor en Coahuila, Nayarit y el preciado Estado de México. Si se equivoca en las formas, los perfiles, los fondos y además pierde la enorme mina de votos de Edomex, su cierre será de pesadilla. Y tendrá que jugar a las vencidas con los experimentados gobernadores que se sienten amenazados en sus cacicazgos.

La situación es complicada para todos. Los mandatarios tampoco han brillado en sus enco- miendas y sus gobiernos están plagados de excesos. La opinión pública rechaza y reprueba a la mayoría. A los del PRI y también a los de los demás partidos. Los ciudadanos están irritados.

Enrique Peña ofrece componendas a los jefes políticos estatales. Los pactos tratan de hacerse desde ya. Se negocia a lo largo y ancho de la partidocracia. Los cacicazgos regionales están en riesgo. Ya son muchas cabezas que ha entregado Peña en sus intentos por salvar su presidencia, y sigue en picada: Manlio Fabio Beltrones, Murillo Karam, Virgilio Andrade y se amputó su “brazo derecho”, Luis Videgaray.

Resultó más sencillo de lo que se podía imaginar desechar a Manlio. No hubo problemas, el sonorense era sólo un símbolo del PRI perdedor que se mantenía como recuerdo de los tiempos de esplendor. En cuanto tuvo su primera falla fue culpado de todo y echado sin miramientos de la escena. Pero en estos momentos, ¿podrá ser una figura aglutinante y convertirse en contrapeso del frágil presidente Peña? Ninguno de los gobernadores actuales levanta la cabeza, ni siquiera Eruviel que juega dentro del proyecto peñanietista por el momento. No hay liderazgos, sólo hay poder emanado del abuso de los recursos públicos y del juego sucio, en la política nacional actual.
Aunque se hable de diputados y senadores afines a los mandatarios, y sin compromisos con Peña, la mayor parte de ellos carecen de liderazgos reales en sus estados y sus distritos, ni siquiera en algún gremio. Son cuadros producto de la nueva clase política que surgió en la alternancia y la partidocracia.

El presidente Peña Nieto, en el momento de mayor debilidad en su carrera política, deberá meditar cómo juega su última mano antes de su propia sucesión en 2018. El agobiado mandatario tiene que decidir quiénes serán los candidatos del PRI para 2017. No puede perder el estado de México, tampoco Ochoa Reza puede darse el lujo de un fracaso de ese tamaño.

En Los Pinos deberán decidir entre confiar en las maquinarias electorales de los gobernadores o imponer a los candidatos. Tendrán que decidir entre buscar candidatos limpios y competitivos, o los que garanticen el respaldo de los gobernadores salientes y sus votos cautivos. Ya Javier Duarte le jugó las contras al PRI nacional y a Videgaray en Veracruz y ahora anda prófugo

Por su parte, los opositores deberían postular a personajes con prestigio, talento y competitividad y sobre todo capaces de llevar votantes a las urnas. Si se equivocan, perderán una oportunidad única en la historia reciente de Coahuila.

La suerte está echada. El tiempo se ha consumido. Los políticos que serán candidatos para la gubernatura de Coahuila sólo han hecho lo que saben. Y no han aprendido nada nuevo.

En la larga lista de calefactos encontramos poca decisión y talento. Ellos han dejado en manos de las circunstancias lo que con capacidad y traba- tjo no han logrado. Como miembros e imitadores de la clase política sólo conocen lo que han visto hacer y lo repiten. Ellos quieren hacer lo mismo que se hacía hace años, no entienden que las circunstancias ya cambiaron.

En política las circunstancias mandan. El voto de castigo está en el aire, pero hay que ser capaces de captarlo. En el caso de los opositores, para ganar en Coahuila se necesita vencer a la mejor maquinaria electoral del país.

Y además, la presencia del candidato de Morena, Armando Guadiana, complica los escenarios. Los votos se dividirán en tres grandes porciones. Y eso favorece al tricolor.

Miguel Ángel Riquelme nada de “muertito”, siente la candidatura en la bolsa. Le aseguran que Peña Nieto ya lo palomeó. Su discurso será conservador y aburrido, no ganará ningún voto fuera del priismo duro. Tratará de asustar con el regreso de las bandas criminales y ofrecerá su “mano dura” para salvarnos. El alcalde de Torreón y el de Saltillo fallaron en crear corporaciones policiacas capacitadas, confiables y completas, se escudan en simulaciones y pretextos.

A Riquelme le conviene que Guadiana esté en las boletas con Morena; así, los sufragios contra el PRI se diluyen. El empresario es el más activo de los aspirantes en Coahuila, y tal vez el mejor perfil opositor, sin embargo perdió impulso y mucho tiempo. Su forma de hacer las cosas no es la mejor en la era de los mundos paralelos en la que transitamos, los reales y los virtuales.

La candidatura de Miguel Ángel Riquelme impedirá la unidad en el PRI, su proyecto no ha sido incluyente ni aceptado por diversos grupos internos. En el PAN las cosas serán más sencillas, Memo Anaya parece resignado a perder la interna y la constitucional. Él sólo espera que una carambola de tres bandas lo meta en las negociaciones.

Luis Fernando Salazar le quitó la percepción ganadora a Memo entre los panistas y sembró dudas acerca de su fortaleza. También lo dejó sin la protección de los senadores y el CEN panista.

Isidro López y Gerardo García se han convertido en botargas paralizadas. En los momentos cruciales no supieron mejorar su posicionamiento y crecer. Están a la espera de un milagro. Ni Chilo ni el gallo acerero traen muchos logros ni prestigio que presumir. Y su marketing y comunicación han sido pésimos. No son capaces de articular un discurso, ni de colocar algún tema en las agendas políticas.
A medida que se acaba el tiempo, las percepciones se consolidan pero también las nubes de tormenta se juntan. Lo mejor para Riquelme y Anaya es que ya se dé el momento de la decisión. Sus perfiles se desgastan cada día y las circunstan- cias internas y externas se les complican. Paradójicamente, ninguno de ellos dos sería el mejor candi- dato para sus partidos.

Los rezagados del PRI juegan a lo que saben: Javier Guerrero a esperar un dedazo, Jericó a ser el tercero en discordia y junto a Hilda Flores dividir los votos contra Riquelme en la interna del PRI. Y Enrique Martínez y Morales comprendió demasiado tarde que el nombre del juego cambió. Se trataba de ajedrez y no de damas chinas.

En las elecciones ganar es cuestión de organización, dinero y habilidad; y no de capacidad, liderazgo o carisma. Gobernar es otra cosa. Coahuila está inmerso en muchísimos problemas que limitan el desarrollo armónico; y lo malo es que las soluciones no se perfilan con los personajes que participan en el proceso.

Las decisiones y los nombres que obtengan las candidaturas generarán reacciones encontra- das. Marcarán las carreras de los protagonistas. Traerán poder o desprestigio.

La restrictiva ley electoral de Coahuila con sus tiempos ridículos de campaña verá disueltos sus candados. Las redes pueden hacer famoso a un personaje en tres días: el vendedor de empana- das, es el mejor ejemplo. Pero hay que saber usarlas. Con salir en la tele local y publicar aburridos boletines, en prensa y en el facebook, presumiendo panzas, corbatas, cortes de pelo, tijeras y moños ya no basta en el 2016.

En el siglo 21 es indispensable generar contenidos interesantes y comprender al electorado para colocar mensajes en sus mentes. Las campa- ñas serán inéditas por muchas razones. Los coahuilenses tendrán la palabra. ¿Habrá euforia o se desatará el desaliento? ¿Habrá votos en las urnas o todo se quedará en las quejas en las redes?

jjjeee_04@yahoo.com

 
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