¿Millennials o PRIennials?
Samuel Cepeda Tovar.
Varias revistas y empresas consultoras nos han denominado así, la generación Y, generación milénica o milenial, o en otras palabras: millennials. Aquéllos que nacimos entre los años 1980 y 2000, y que nos hicimos adultos con el cambio de milenio. Con características propias y bastante particulares derivadas del avasallante e inexorable paso del tiempo, esta generación se caracteriza, según Forbes, por ser 100% digitales, multi pantallas, nomófobos, sociales y críticos.
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En lo personal, siempre me ha parecido absurdo distinguir generaciones con criterios tan generales y poco metódicos, pienso que una sociedad muestra visos de transformación generacional cuando suceden cambios tan drásticos como el de la reciente Primavera Árabe, que supuso el fin de varios dictadores en países como Túnez, Libia y Egipto; sin embargo, no sólo se trata de rebeliones contra sistemas opresores, sino de efectividad, pues de poco sirve derrocar dictaduras sin proyectos propositivos a mediano y largo plazo que realmente transformen la estructura de un sistema social.
Más absurdo me parece aún, que jóvenes de un partido político intenten demostrar a una sociedad desgastada por el proceder de la clase política, que son una generación diferente, dispuesta a cambiar lo que sus antecesores hicieron mal. De entrada podemos pensar que se trata de un grupo de jóvenes que como todos, merecen el beneficio de la duda, no obstante, el problema principal es que se niegan a hablar sobre temas incómodos que les resultan difícil de defender, además, les es imposible criticar o cuestionar temas evidentes que ponen en tela de juicio el correcto proceder de la clase política: endeudamiento, corrupción, nepotismo, etc.
Y es que el primer paso para poder enderezar el camino es aceptar la enfermedad, y estos jóvenes que dicen representar una nueva visión en base a causas y no intereses observan su primer gran yerro: eludir temas que deben enfrentar y criticar para ser congruentes con el cambio que dicen representar. Así mismo, enarbolan un poderoso agente de cambio sin especificar de qué manera lo harán y bajo qué condiciones.
En lo personal conozco a varios de estos “revolucionarios mileniales”, y la verdad, lo único que los diferencia de los llamados dinosaurios de su partido es la edad, pues son jóvenes que apelan a su fresca imagen para intentar ganarse la confianza de quienes tradicionalmente han vivido con la inveterada frase del cuento de Augusto Monterroso: “y cuando despertó, el Dinosaurio todavía estaba ahí”.
La verdad sólo como es: son lo mismo, pero intentando vender una imagen basada en un cambio generacional, como si eso fuera garantía de pragmatismo político. Si de veras quieren representar una trasformación generacional, deben empezar a cuestionar hacia dentro de su partido, a exigir mejoras en los procesos internos, a tender puentes sólidos entre sociedad y sistema de partidos, y sobre todo, a empatizar con la sociedad rompiendo con el silencio sobre temas escabrosos que sólo los vuelve cómplices de aquello que dicen no ser.
Son Priennials, son un neologismo conceptual coyuntural, son sólo eso.
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