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el periodico de saltillo
Diciembre 2016
Edición No. 334


¡Que conste,… son reflexiones!

Los niños de la guerra

 

Sócrates A. Campos Lemus.

“NO TUVE TIEMPO DE DECIRLE A MI MAMÁ CUÁNTO LA AMABA, LA MATARON ANTES POR MI CULPA” Juan Casper, dos años después de que su madre y uno de sus hermanos fueran asesinado por los sicarios con quienes se involucró” (historia de Luis Fierro)… así sufren los niños sicarios que cayeron por el hambre y las drogas en las filas de las mafias de jodidos para matar a otros jodidos, para que un grupo de mafiosos, desde el poder, tengan millones y millones de dólares.


En una de las entrevistas a los políticos de Oaxaca, viendo desde mi casa algunas de las zonas de jodencia y de pobreza extrema, las colonias, le s preguntaban si sabían cuántas bandas y pandillas se agrupaban por esas faldas de cerros y en las invasiones de predios irregulares que mantienen a los grupos ligados de Maras o de viejos pandilleros de la M13 o de las otras que crecen como independientes dando certeza a su control por zonas y por el número de afiliados por voluntad o por amenazas en sus grupos, y no sabían la respuesta, solamente alcanzaron a decir, pues, seguramente, un montón. Un chinguero les repetí con algo de violencia y de repugnancia por su falta de respuestas. Si no conocen la realidad no tienen capacidad ni siquiera para planear los cambios y menos para cambiar.

Muchos ciudadanos se dan cuenta por las calles y por las notas que de vez en cuando sacan los reporteros porque les enviaron los boletines de que niños sicarios mataron a otro joven para arrebatarle el celular y la mochila donde llevaba la computadora. Alarmados dicen que no es posible que por un celular se mate a otra criatura… gritan y despotrican con arranques de viejas acaloradas que salen de lavar la ropa. No saben a veces, ni los propios policías, que el celular es vital, porque es cómo controlan el tráfico de drogas, el cobro del piso, el manejo y operación de los otros grupos contrarios contra los que guerrean no por simple placer, sino para cuidar su mercado y aumentarlo. Así manejan y operan los moto taxistas, ellos, le hacen de avanzadas, de grupos de choque para distraer a los grupos criminales o a las fuerzas de “seguridad”, ellos, transportan las drogas o llevan y controlan el tráfico de prostitutas o de niños y niñas que venden a los pederastas que llegan desde EU o desde otras ciudades ya que aquí hay complicidades o ineptitudes que dejan hacer y deshacer en tales casos y sabemos que hay muchos policías metidos en el negocio y se hacen de la vista gorda con el cuento de que : “si quieres llegar a policía viejo, hazte el pendejo”.

En la historia que nos cuenta Luis Fierro, se dice: “Casper desde pequeño creció en la pobreza, su familia era tan humilde que vivían en un cuarto prestado por una escuela. Él era buen estudiante, por las tardes trabajaba como empaquetador de supermercados, lavaba autos. A sus ocho años de edad hacía lo que podía hasta que un “amigo” le ofreció ganar dinero de manera “fácil”, sólo tenía que llevar carros a una bodega. La paga era buena y aceptó. A los 13 años subió de rango y ya robaba los autos. El dinero seguía llegando. También conocía las drogas, primero como consumidor y luego como narcomenudista.

Su corta edad era el camuflaje perfecto para pasar inadvertido. Parte de sus actividades era colaborar en los secuestros. Todavía era un niño, pero ya cargaba hasta diez mil pesos en la bolsa… con la ola de violencia en Ciudad Juárez contrataban sicarios y Juan se volvió asesino a sueldo… en aquel tiempo un alto mando militar dijo que el crimen organizado buscaba jóvenes porque eran “desechables”.

Cuando solicitó ayuda a su jefe que decía que tenía arreglos con las autoridades, la madre recurrió al mafioso y en respuesta, a los pocos días, llegó un comando y la eliminó al igual que a uno de sus hermanos. La historia de Jasper es la misma historia de más de siete mil niños sicarios que están recluidos en muchas cárceles para menores en el país…. hay muchos más sueltos, haciendo las labores de la mafia y convirtiéndose en expertos y asesinos a sueldo… ¿las autoridades? en sus laureles, no hacen nada, solamente estiran la mano para recibir parte de los sobornos que les brinda la mafia, para ellos y sus jefes.

Hace apenas unos días leía la declaración de un niño de Centroamérica que decía: “Cuando vienes huyendo de la guerra, de la violencia o del hambre, no hay muro ni político que te frene para llegar a otro país, para tratar de hacerla”, este es un niño de la guerra, de los que sobrevivieron después de las guerras violentas en El Salvador. Ahí tuvo que estar en la guerrilla, no le quedó de más, después se incorporó a las maras y mamó la violencia y las venganzas de pobres contra pobres, hasta que quedó solo, a sus padres los mataron. Quiere tener otra vida y sale caminando entre vías y sicarios, entre prostitutas o campesinas que buscan el “sueño americano”. La mayoría no pasa, se queda de este lado y no les queda más que volver a las andanzas, no hay más, no tienen esperanzas.

Muchos se encuentran en esas colonias y saben guerrear, se ganan el respeto, ahí no cuentan las edades, se cuentan los muertos, los asaltos, las drogas traficadas y consumidas, las violaciones que no molestan a nadie porque ya perdieron los valores y solo se desquitan de lo amargo de su vida. Saben que o matan o los matan, saben que no tiene más que estar a las vivas.

Por eso llevan la ventaja y la delantera, usan la navaja, el desarmador, el machete, la pistola, el cuerno de chivo, y así van avanzando entre los grupos mafiosos que, todos saben, están controlados por las policías y protegidos por los políticos, que el dinero se canaliza a los bancos y a las casas de cambio, que se reciclan para comprar más drogas y armas y generar violencia y muerte y llanto….

efectivamente, cuando se viene huyendo de todo, de la muerte cuando te pisa los talones, no hay discurso ni político que te detenga y por eso la fuerza es matar o dejarse matar… y ahí estamos, falta lo peor, la violencia general. Mientras, nuestros políticos hablan y dan discursos y en eso siguen creciendo los grupos y las Maras…y las viudas y los huérfanos y el dolor y el miedo…niños de la guerra, maduros de la guerra, viudas de la guerra, ancianos de la guerra y muchos banqueros enriquecidos por la guerra, muchos políticos, muchos policías, muchos empresarios, muchos especuladores financieros. Unos son víctimas, y los otros, los victimarios…

 
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