Mazahuas

Arcelia Ayup Silveti.

Los Mazahuas es el tema de hoy, la tercer tribu en importancia en Coahuila, después de los Kikapúes y de los Mascogos. Los Mazahuas provienen del Estado de México; se instalaron hace más de siete décadas en nuestra Comarca Lagunera. Buscaron salir de la pobreza de su pueblo de origen, y la siguen pade- ciendo, además de ser marginados y sufrir discriminación.

Habitan cerca de setecientos integrantes en Torreón; más de la mitad, en la Colonia Antigua Aceitera y el resto distribuido en otras seis colonias de la ciudad. Después de años de carecias, los primeros pobladores lograron obtener terrenos y fincaron viviendas modestas. Iniciaron pidiendo ayuda, y después se han mantenido con la venta de dulces, frutas y semillas.

A las mujeres de esta etnia, en La Laguna se les conoce como “Marías”, porque cuando les preguntaban cómo se llamaban, todas respondían: María. Son morenas, de cabello largo y trenzado, llevan faldas largas, y sobre su blusa de manta, mandiles con encaje en colores llamativos. En invierno usan quexquémitl o mañanita y encima collares en tonos fuertes, para atraer la alegría.

Viven hacinados, ya que las nuevas generacio- nes en su mayoría, no han tenido posibilidades de construir su propia casa. Las mujeres trabajan en promedio doce horas diarias, cargando canastas con su mercancía que pesan hasta siete kilos y a sus espaldas llevan a sus pequeños hijos. Los hombres se trasladan en triciclos, para vender fruta o dulces. Con sus ingresos apenas cubren sus necesidades elemen- tales.

Su dialecto, el mazahua, se ha ido perdiendo entre generaciones. Los niños y jóvenes no lo quieren aprender. Ello les produce burla entre sus compañeros en la escuela, cuando tienen el privilegio de asistir, ya que muchos de ellos se ven obligados a dejar sus estudios de primaria, para ayudar al sustento familiar.

Veneran a la virgen de Rosa de Lima; procuran ayunar y cocinar platillos de vigilia durante la Cuaresma. Los mayores pugnan por conservar su dialecto, su forma de vestir y sus tradiciones. Las condiciones de vida los ha orillado a lo contrario.

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