Adriana: El gran amor de Vasconcelos

Rigoberto Losoya Reyes*

Como afirmara tan categóricamente la investiga- dora argentina Gabi Romano, abordar desde una perspectiva epistémica la noción de amor implica, casi de inmediato, profundizar en conceptos subjetivos que motivarían un debate interminable.(2)

El amor por una mujer se ha convertido, en la historia, el común denominador de aquellos hombres que se han destacado en algún campo de la sociedad y que siguen siendo recordados en la categoría de los “Grandes Hombres”. Tal es el caso de José Vasconcelos Calderón, cuya debilidad por las mujeres, lo marcó en su trayectoria personal, y como él mismo lo reconocerá al final de su vida, renegó de su vida amorosa.

El Maestro contrajo nupcias en Tlaxcala en 1906, con Serafina Miranda, originaria de Tlaxiaco, Oaxaca, sin embargo, sus biógrafos señalan que el amor que lo marcó para siempre fue el de Elena Arizmendi Mejía, activista y fundadora de la Cruz Blanca neutral en 1911. Francisco I. Madero la envió al despacho de José Vasconcelos. Allí inició el romance apasionado que es narrado en Ulises criollo y La tormenta.

En su investigación, Gabriela Cano(3) señala que entre José Vasconcelos y Elena Arizmendi se dio una relación centrada en las afinidades y los gustos compartidos. Fue una pareja moderna alejada del modelo victoriano; “ellos no buscaban un estatus o una estabilidad económica”, manifiesta. “Se pasa por alto la capacidad que tuvo para sobreponerse del estigma de la amante y rehacer su vida luego de separarse de Vasconcelos. Vivió una larga temporada en Nueva York, donde impulsó una organización hispanoamericana de mujeres; después se convirtió en periodista y escritora”, señala. “Arizmendi fue una mujer que hizo lo que quiso sin que su vida tuviera un desenlace trágico, como el que tuvieron mujeres como Frida Kahlo”, finaliza.(4)

José Vasconcelos, el educador, filósofo, escritor y ensayista publicó sus memorias en cuatro volúmenes (Ulises criollo, La tormenta, El desastre y El proconsulado), entre 1935 y 1939, y en ellas, dedica algunas de sus mejores páginas a la intensa relación pasional que vivió con Elena Arizmendi mejor conocida como Adriana.(5)

Recurriendo nuevamente a Gabriela Cano, Elena Arizmendi, fue una compleja y controvertida mujer, pionera del feminismo hispanoamericano y fundadora de importantes instituciones de enfermería durante la Revolución mexicana, que atravesó decisivamente la primera mitad del siglo XX.

A José Vasconcelos se le conoció otros romances con mujeres destacadas como la cantante de ópera Bertha Singerman y con Antonieta Rivas Mercado de los cuales no dejó alguna huella tan profunda como la que le dejó Elena Arizmendi. En 1942 quedó viudo y volvió a casarse con la pianista Esperanza Cruz, treinta años más joven que él. Los celos acabaron con la relación.

lorrgo@hotmail.com

*Lic. Rigoberto Losoya Reyes, Director del Instituto de Capacitación Obrera José Vasconcelos y Catedrático de la Universidad Vizcaya de las Américas.

Notas:
(1) Alberto Camus (Mondovi, Argelia, 1913-Villeblerin, Francia, 1960) Novelista, dramaturgo y ensayista francés.
2 Gabi Romano nació en Buenos Aires, Argentina en 1966. Ha sido docente universitaria e investigadora en la Universidad de Buenos Aires. Como escritora, poeta y ensayista ha participado en compilaciones y en diversas producciones escriturales, en algunas de las cuales ha obtenido distinciones y premios. Escribió el artículo: Epistemología del amor: una bella e inútil debilidad por Gabi Romano Recuperado de Biblioteca Babab, http://www.babab.com/no21/epistemologia.php
3 Gabriela Cano quien es historiadora, profesora–investigadora de El Colegio de México y de la UNAM y es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Es autora del libro Se llamaba Elena Arizmendi.
4 Gabriela Cano publicó una biografía que revela la figura de Elena Arizmendi como una de las pioneras del feminismo. Ver artículo publicado por Juan Carlos Aguilar en http://www.razon.com.mx/spip.php?article30159
5 Idem