El Tío Tacho, pinturas rupestres
Rufino Rodríguez Garza.
Los vestigios de los más antiguos pobladores, hasta este momento, son abundantes. Estos restos con el paso del tiempo pueden ir desapareciendo. Los elementos naturales hacen su trabajo y van acabando con pinturas, grabados y geoglifos. El agua, las heladas y el viento van destruyendo poco a poco los mensajes de las tribus que inteligentemente se hicieron vivir en estos difíciles lugares.
Pero... nunca falta un pero, el peor destructor de las reliquias antiguas es el hombre. Desde pastores, vaqueros, agricultores, industriales y curiosos, en un momento destruyen y acaban con lo que la naturaleza tarda cientos de años, pues el hombre al abrir tierras al cultivo, ampliar zonas ganaderas, al construir presas o carreteras destruye y acaba con los mensajes, aún indescifrables de nuestros antepasados, “los gallardos bárbaros del norte”, como dijera el historiador y médico, José de Jesús Dávila Aguirre.
Las rocas y las paredes de abrigos rocosos han servido de cuadernos, es el soporte en el que fueron grabados o pintados aquellos que se quería conservar en la memoria. Eso es el arte rupestre, el recuerdo de los antiguos. Recordemos que no todos hacían pinturas o petroglifos, ésto sólo los jefes o “iniciados”, o los hombres medicina mejor conocidos como chamanes.
Poco a poco las piedras empiezan a hablar y así podemos tabular pinturas o grabados naturistas, es decir lo que comprendemos sólo al admirar el dibujo; también otros gráficos se enmarcan en lo no comprendido por nuestro entendimiento, hombres del siglo XXI. En las manifestaciones naturistas podemos identificar al ser humano, parte de la fauna, algo de la flora, también símbolos de orientación, astros como estrellas, la luna, planetas y el padre sol. Otros están en proceso de estudio y podemos decir que las cuentas a base de puntos y rayas se relacionan con calendarios lunares.
En nuestras correrías hemos observado ya cierta relación con las culturas del centro (Mesoamérica), como por ejemplo representaciones del planeta Venus, del dios de la lluvia Tláloc, algo de obsidiana, material propio del sur, de zonas volcánicas, un perro momificado de la cueva de la Candelaria en San Pedro, representaciones del maíz, etc.
De unos años a la fecha se han multiplicado las publicaciones tanto en ensayos, artículos, vídeos y en diversos libros.
Vale la pena recordar a varios de los precursores en estos temas como por ejemplo el Dr. Maeda de Torreón; de Saltillo, al Dr. Dávila Aguirre y por supuesto al profesor Carlos Cárdenas. Este último personaje, a sus 89, años aún imparte pláticas y charlas del tema de arte rupestre. Ha publicado una decena de libros y artículos en la revista del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas de Coahuila.
Los días 5 y 6 de diciembre del pasado 2015, la Asociación Estatal de Cronistas e Historiadores de Coahuila celebró su reunión ordinaria número 51, en el municipio de Zaragoza donde el compañero y ex presidente de la asociación, MVZ Mario Alberto Galindo, coordinado con el profesor e ingeniero Ramiro Flores Morales y el ing. Horacio Domínguez llevaron a buen puerto esta última reunión del 2015.
Galindo se entrevistó con los dueños del rancho Eco turístico El Tío Tacho, y allá en ese apartado lugar se llevaron a cabo los temarios que oportunamente se nos hicieron llegar.
Esta reunión tuvo un desayuno en el rancho Casas Blancas, propiedad de nuestro anfitrión, el Dr. Galindo. Después del ágape partimos al citado centro turístico, donde el Dr. Norberto de Luna y su hijo Jorge gentilmente nos facilitaron las instalaciones para el buen fin de nuestra reunión.
Llegamos al lugar junto al río San Rodrigo y de nuevo Jorge de Luna nos llevó al arroyo La Calabaza, donde por un camino difícil llegamos al pie de la sierra donde se localiza uno de los sitios con pinturas y que nosotros quisimos subir para admirar el arte de nuestros antepasados.
El acceso no es fácil. Primero bajar del camino hacia el arroyo, cruzarlo y luego empezar la subida. Varios compañeros se quedaron en las camionetas y los más valientes se atrevieron a llegar al sitio. En el camino cuatro se declararon no aptos para subir y tomaron la sabia decisión de regresar al campamento base. El peso, los achaques y la edad ayudó a que unos no subieran y otros se regresaran. Los demás con dificultades, sorteando rocas y maleza cerrada y lo casi vertical de la sierra, pudimos llegar y admirar las pinturas. Ya en el sitio y después de un pequeño descanso procedimos a tomar fotos de los motivos rupestres, del paisaje y fotos del grupo que llegó a la meta.
Un servidor contestó preguntas relacionadas con las manifestaciones gráfico-rupestres del abrigo rocoso y procedimos a bajar en dos grupos, el más numeroso guiado por don Luis así como por personal del rancho, el segundo encabezado por un servidor, llegamos todos sanos y salvos aunque más de uno con rasguños y pequeñas cortadas.
Este sitio fue seguramente un lugar sagrado en el que se realizaron rituales propiciatorios, para la cacería, la lluvia, y la salud. Se observan cómputos a base puntos y rayas, clara relación con cuestiones calendáricas. Dibujos de difícil interpretación y los chamanes en colores negro, rojo y rojo con amarillo. La vocación del sitio fue para celebrar rituales como los de cacería. Uno de los chamanes tiene en una de sus extremidades superiores un propulsor o átlatl, clara referencia a la cacería, dato que también nos da idea de la antigüedad del sitio. También se aprecian 3 huellas de pavos o guajolotes, aves que aún abundan en la región. La influencia en el estilo es del Río Pecos (Texas) o de San Vicente, también de Zaragoza.
Ya de regreso al Desemboque, nombre del lugar turístico, mejor conocido por Tío Tacho, se procedió a encender la lumbre que el compañero Marco Saucedo fue el encargado de cocer la carne, traída desde Sabinas y enviada por el profesor Ramiro Flores Morales. Tan pronto como comimos (y cenamos), Horacio Domínguez encabezó la reunión, se desahogaron los puntos a tratar y se clausuró la reunión con el acuerdo de reunirnos en Castaños el próximo 23 de enero primer centenario de la separación de Castaños de Monclova. Después de una comida ofrecida por el alcalde de Zaragoza cada quien regresó a los lugares de origen.
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