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el periodico de saltillo
Febrero 2016
Edición No. 324



Clemente Yañez Carrillo¡ ATRAS DE LA RAYA,… que estoy trabajando!

Prepotencia y brutalidad de policías

Ángel Zavala Jr.

Un domingo cualquiera; por la noche.

Mi hijo invitó a cenar a su novia a una de tantas taquerías que funcionan hasta tarde, incluyendo los días domingo.

Cerca de las once de la noche fue a dejar a su casa a la muchacha. Ella vive en la zona centro de la ciudad. El, un poco alejado del primer cuadro, en una colonia de clase media habitada por gente de trabajo; gente de carrera pero que vive modestamente. El automóvil es relativamente nuevo, para el año 2014. No tiene nada de extraordinario. Escucho que llega, apaga el motor y veo a través de la ventana que da a la calle las inconfundibles luces de una patrulla de policía. Se detiene la unidad justamente al lado del automóvil de mi hijo.

Se estaciona otra unidad también con las torretas encendidas. De pronto escucho la voz angustiada de mi hijo llamándome, ¡papá, papá!

Sin pensarlo dos veces salgo a la calle. Ya estaban rodeando a mi hijo seis policías, cuatro varones y dos mujeres. Armas listas, tapabocas para evitar ser identificados – aunque ya supone uno que se trata de gente inadaptada socialmente -, disque preparados en la academia de policía, con cursos de psicología, defensa personal y relaciones humanas, “conocimientos” que sólo les sirven para demostrar su avanzado estado de constante brutalidad.

En el momento de salir, uno de los elementos preguntaba al muchacho con la mano en su arma: “¿por qué gritas?”. Yo pensé que les había levantado la voz para preguntar el por qué de su actitud. Pero no, le estaban reclamando por qué me había gritado. “¡qué!, ¿no eres hombrecito? ¿necesitas a tu papá para que te defienda?-

En eso yo les pregunté ¿qué pasa? ¿cometió algún delito?
No, - contesto uno de ellos -, pero estaba gritando. En ese momento no entendí a fondo la situación. La molestia de los disque “guardianes del orden” no fue por otra cosa que por haber gritado angustiosamente por su padre. Para evitar que las cosas subieran de tono, dije a mi hijo: “discúlpate con los señores”. Ellos se retiraron en sus unidades sin comentario alguno.

Lo más seguro, pienso ahora, no pudieron acusar de nada al muchacho, aparte porque no tenían pruebas de que hubiera cometido alguna infracción. El chico no bebe ni fuma, y simplemente venía de dejar a su novia en su casa.

¿Por qué lo persiguieron? porque son arbitrarios, solapados por sus jefes superiores, finalmente defendidos por ellos, y más precisamente por el Sr. Clemente Yáñez Carrillo, Director de Policía y tránsito de Saltillo, y me atrevo a afirmar que la protección proviene también del alcalde Isidro López Villarreal.

Esta historia me viene a la mente y al compartirla con ustedes, amables lectores, me siento profundamente consternado. Entiendo, como padre, la impotencia de la familia de un joven, Isaias Tello Barrientos, (Q.E.P.D.), atacado brutalmente durante su captura por los elementos policiacos del grupo Centauro, la noche del 29 de diciembre pasado.

Resulta que uno de tantos afectados por los asaltos a tiendas de conveniencia, léase “Oxxos", solicitó el auxilio del grupo en mención a fin de localizar a un joven que presuntamente asaltó el negocio. Con las características del supuesto ladrón, encontraron a Isaías, quien estaba en compañía de otro joven, fuera de su casa, en la colonia Las Teresitas, de Saltillo.

Al ver la presencia de las bestias policiacas y temiendo ser acusados injustamente de algo, como acostumbran hacer esos imbéciles, corrieron hacia la cochera de la casa. Isaías trepó hasta la azotea, y para capturarlo, irrumpieron al interior de la vivienda sin permiso del propietario. Al ver al muchacho, le instaron a bajar. Para que llegara al piso, su familia puso una escalera, y antes de llegar al suelo, uno de esos mal llamados policías, golpeó con la culata de su arma en las piernas del joven. Este cayó y en ese momento, a rastras, lo subieron a la caja de la patrulla y lo llevaron hasta la presencia del asaltado, encargado del Oxxo. Este les indicó que no identificaba a Isaías como el ladrón, por lo que lo llevaron hasta fuera de su domicilio y lo dejaron allí, tirado, no sin antes saciar su bestial conducta golpeando en el trayecto al muchacho.

Después de recibir el auxilio, fue trasladado a una institución médica, donde se le atendió de golpes en diferentes lugares del cuerpo, además de la fractura de ambas piernas.
Días después, ya en enero de 2016, Isaías Tello Barrientos falleció, víctima de una trombosis pulmonar, al alojarse en su sistema de respiración algunos coágulos sanguíneos provenientes de la intervención quirúrgica en sus rodillas.

El padre y una hermana del muchacho denunciaron ante la autoridad, léase Clemente Yáñez Carrillo, la arbitrariedad de los malos elementos, que a la postre causó la muerte a su familiar.

Al enterarse de la denuncia, los policías acosaron a la familia pasando constantemente por el frente de la casa, a bordo de sus patrullas, burlándose de ellos.
Por si fuera poco, y con el fin de quitarse de encima a los Tello Barrientos, les ofreció “pagar los gastos funerarios con recursos de la presidencia municipal”-

La familia no aceptó esa nueva burla de Isidro López Villarreal, el presidente municipal de Saltillo, que considera como “reparación del daño”: 20 mil tristes pesos. No. Ellos exigen justicia; que los elementos del grupo centauro sean castigados conforme a la Ley. Que se aplique la justicia tal como debe ser, tal y como se aplica a inocentes a quienes se presume de culpables y que por ignorancia o falta de dinero para pagar un abogado que los defienda, son consignados y hasta castigados a purgar largas penas en prisión.

Y esos imbéciles, que tras un uniforme y un tapabocas se creen los dueños del mundo, ¿qué? ¿Tendrán efecto las argucias de un alcalde y un director de policía para que la muerte, EL ASESINATO de un joven quede impune?

¿Continuarán los abusos de esos “grupos de élite”, formados por maleantes, pandilleros y adictos a las drogas, que egresan de las academias de policía con un diploma que les da patente de corso?

Durante las campañas políticas, y más concretamente durante la campaña para la presidencia municipal que llevó a ocupar el puesto a Isidro López Villarreal, muchos ciudadanos le solicitaron una policía que verdaderamente proteja a los saltillenses, pero tal parece que al señor le complace que esos animales se comporten como lo vemos. El pasado lunes 11 de enero, al tener conocimiento de la presencia de familiares, amistades del difunto Isaías, así como indignados miembros de la sociedad civil, quienes se manifestaron fuera del edificio de presidencia, Isidro López prácticamente huyó a bordo de una camioneta, escoltado por sus guaruras, - otros animales de la misma ralea -, y al pasar frente a los manifestantes, levantó la mano a “modo de saludo”, sin atender los reclamos de justicia y castigo para los asesinos del joven Isaías Tello.

Una burla más de esa gente que siempre lo ha tenido todo, y que cree que los puestos de elección popular no son otra cosa que merecimientos por su cara bonita, su popularidad y su “amor por Saltilllo”…

“Pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo” Es parte de la letra de una canción que canta Alberto Cortéz. Yo diría: “pobrecito del alcalde, piensa que los pendejos somos nosotros”.

angel.zavala14@hotmail.com.

 


 
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