Los Geriones de la política
Fidencio Treviño Maldonado.
Hace tiempo en una de mis columnas escribí sobre la obra del gran Moliere “Los Tartufos”, gente que engaña y sabe envolver a otros para sacar ganancia. Ahora quiero retomar a uno de mis clásicos preferidos, Dante Alighieri, tal vez conocido por muchos, pero para desgracia, leído por pocos. La Divina Comedia es el renacimiento del miedo, el reino de Lucifer y sus lacayos que Alighieri y su guía y maestro Virgilio, recorren con la magia de la prolífera pluma del escritor italiano.
Nombres raros compuestos y sacados de una mente prodigiosa, personajes mitológicos que componen esta comedia y que Dante les da pocos aciertos y muchos aspectos sombríos, propios de quien impera y manda en el infierno. Dante comienza su camino y encuentro cuando cruza el Aqueronte, el río del dolor o de los condenados, con Carón de remero, dueño de la barca y de almas desahuciadas, pasando después por Cancerbero, animal parecido a un perro de tres horribles cabezas y sus gruñidos o ladridos ensordecen el lúgubre espacio que ferozmente cuida.
Así sigue su camino por los círculos del infierno desde luego con Virgilio como guía respetado por todos los diablos entre los que está Minos, quien con su cola dicta sentencia, ya que según sus pecados de los que tienen el infortunio de llegar al purgatorio, y según las veces o el número que la cola logre enredar por los pecados del juzgado, ese será su círculo en que pasará la eternidad.
Llegar en donde esta Gerión es estar en el séptimo círculo ¿quién es Gerión? Este Diablo es el símbolo del fraude, representado con un rostro bondadoso, un varón justo, por medio está una cara de lástima, sin embargo esa misma semblanza de bondad es una inmunda mezcla de maldad que su cuerpo de serpiente y garras representa el fraude, simboliza el engaño, inventor de la mentira, andar en la inmundicia de lo que el hombre es capaz de llevar a cabo, aunado el estar siempre sumergido en el artificio de la traición.
El Diablo Gerión es sólo un retrato al carbón o dibujo hablado de cientos de políticos que rondan las mullidas alfombras en los pasillos glamurosos de palacios gubernamentales, Geriones que con sus rostros de santos, con las sonrisas congeladas, con sus artes estudiadas y actuaciones dignas de engañar y entretener a cualquier santo renacen y perduran como reyecitos en muchos feudos, pero detrás de esa mascarada se esconden los engaños y mentiras, las inmundicias y corruptelas, las perversidades; malignos y hasta horrendos en sus actitudes hacia el pueblo, los cientos o miles de políticos que seducen con el encanto y que casi siempre esconden su alma impía y los verdaderos y nefastos pensamientos, y sin una pizca de arrepentimiento en sus actos, usando en sus argucias a un sin número de diablitos o sea simples bufones, delfines y lacayos que se prestan sin empacho para limpiar la podredumbre que dejan o siguen arrastrando estos Geriones.
Son estos mismos Geriones, las cientos de instituciones gubernamentales, públicas y privadas, que en formas por demás fraudulentas, con promesas de bienestar en préstamos, en dádivas, en regalos y ofertas despojan a miles de familias de sus patrimonios, siempre de acuerdo y amparadas con las decenas de instituciones que abundan en el catálogo nacional.
Este mentado Diablo también está presente en oficinas, en trabajos, en sindicatos y otras empresas. Los Geriones de Dante Alighieri, no se esconden, dan su cara bondadosa, dan los rostros apacibles y de confianza, sin embargo su cuerpo es una serpiente, con alas asquerosas, y larga cola con la que golpea a los que tienen el infortunio de caer ahí, es la viva representación del fraude, el engaño y la falacia.
La pregunta consabida es ¿De casualidad conoce usted algún Gerión que deambule en su aldea, municipio, Estado, país o por ahí?
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