¿Quo Vadis México? Con Peña Nieto, al laberinto de la dictadura, a dónde más

Augusto Hugo Peña Delgadillo.

La dictadura en México no es perfecta, pero va en camino de serlo. Peña Nieto como buen mandadero de quienes ostentan los poderes fácticos en nuestro país, no ceja en su empeño de hacer de la dictadura a medias que hoy ostenta su gobierno, una auténtica y verdadera dictadura al estilo de Pinochet pero con algunos visos reaccionarios planteados al revés. Me explico: Augusto Pinochet por indicaciones de Washington y de común acuerdo con la oligarquía chilena, bombardeó el palacio de gobierno, lo cercó, se apoderó de él, y tomo el poder. Peña Nieto lo hace al revés porque desde el palacio bombardea a la ciudadanía con reformas anticonstitucionales, también de acuerdo con los oligarcas nacionales y con las órdenes explícitas de Washington.

Las dictaduras todas, son entramados laberínticos en los que se pierden los derechos de los pueblos, mismos que los adquieren unos cuantos privilegiados, como es el caso específico de México, en donde unos cuantos son los dueños de las riquezas nacionales, de los anhelos del pueblo y de la voluntad constitucional plasmada en un documento denominado Carta Magna, la que ya no da garantías de ninguna especie a las mayorías y sí, a esas minorías podridas de los plutócratas, los oligarcas, los políticos y no pocos funcionarios públicos y a las empresas trasnacionales radicadas en México. He aquí algunos ejemplos ilustrativamente diáfanos:

Pinochet después del golpe de estado en 1973, hizo del congreso un laberinto ilegal e ilegítimo en el que se requería su venia para nombrar algunos diputados, y otros los tendrían que nominar algunos de sus esbirros en el senado y en la cámara de diputados, así siempre tendría el dictador la mayoría en el congreso. Eso hizo Peña Nieto con la complicidad del PAN, Verde, Panal y del PRD, para contar con el 40% de los diputados dentro de la nueva constitución del Distrito Federal convertido en el estado 32. Pinochet reformó con esos legisladores a su servicio, la constitución y legalizó que el ejército se encargase de la seguridad interna del país. Eso mismo está haciendo Peña Nieto, legalizar lo que de facto ya se hace, estando el ejército en las calles. Ahora por medio del PRI y sus cómplices, manda una iniciativa de ley para legalizar lo que ya se hace anticonstitucionalmente para que el ejército se encargue de la seguridad interna de México.

Pinochet le dio poder a “sus gobernadores” para tener mando único sobre las policías municipales, y Peña Nieto ya casi lo logra por medio de la CONAGO, en donde la mayoría de los gobernadores quieren acabar con el federalismo mandando a la basura a los municipios por medio de 32 policías únicas estatales. Lo que hacen es darles poder de virreyes a los gobernadores, quienes son en su mayorías ladrones y lacayos de la pandilla a la que pertenece Peña Nieto, la que él no manda.

Pinochet recibía instrucciones del Fondo Monetario Internacional –el consenso de Bretton Woods- por medio de un grupo de judíos encabezados por Henry Kissinger para aplicar las políticas de seguridad, económicas, educativas y de relaciones exteriores, Peña Nieto hace lo mismo, recibe instrucciones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, por medio de Martín y Alejandro Werner y un grupo de judíos –como ellos- radicados en México, Mario Gabriel Budebo y Moisés Shuartz entre otros, quienes desde sus directrices del FMI y BM, dictan lo que hay que hacer con nuestros energéticos, los Fondos de Ahorro para el Retiro de los Trabajadores en la CONSAR para controlar las AFORES, lo mismo que para el mando único policial, la militarización y el control del país por medio de partidos afines al modelo impuesto por ellos y a un congreso sumiso a los intereses de EEUU y de sus empresas radicadas en nuestro país.

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