Rinconada
Rufino Rodríguez Garza.
Este sitio se localiza en el ejido Las Norias del municipio de Ramos Arizpe. El lugar es poco visitado por lo alejado y por prácticamente no existir caminos de acceso; en la comunidad ya no hay ganado mayor o menor o es mínimo, por lo que no se encuentra uno con vaqueros o pastores.
Tampoco hay tierras aptas para cultivos de temporal, por lo que algunos vecinos colectan lechuguilla y/o candelilla o se emplean en granjas particulares del rumbo, otros acaban migrando a Saltillo, Ramos Arizpe o Monterrey.
El agua, cuando llueve, se conserva por poco tiempo gracias a unos cuantos bordos que sirven de represas y para abrevar el escaso ganado.
Hace algunos años se les equipó de un papalote, pero el descuido y la falta de mantenimiento acabó por destruirlo y sólo quedan las ruinas de aquel aparato que les proporcionaba agua potable para el ejido y los animales.
En esta “rinconada” se ubica un sitio o varios sitios con petroglífos y otros con unas modestas pinturas.
En los grabados podemos observar representaciones de cérvidos donde destacan las astas y las huellas de los cola blanca. Aquí también está lleno de representaciones abstractas donde nosotros, observadores del siglo XXI, aún no podemos identificar o relacionar los mensajes, con algunos ritos de guerra o de cacería.
También, junto a las representaciones faunísticas, se representaron navajas enmangadas y no pocas puntas de proyectil, además del propulsor o átlatl que nos da una pista de la antigüedad del sitio. Los átlatl´s son de una hechura muy digna y con aportes a la representación del maneral, los vástagos y los contrapesos.
También son de llamar la atención la gran cantidad de cómputos, que de inmediato relacionamos con calendarios lunares o solares. Aquí vale la pena apuntar, que aunque no es el único lugar, los grabados en buena parte están en el suelo, es decir en horizonte. Los más vistosos son éstos y precisamente en la boca del cañón.
Caminando hacia el poniente, internándonos por una vereda pedregosa que dificulta el caminar, se llega a un pequeño valle cerrado, donde en la ladera del lado sur, se localizan tres pequeños abrigos con pinturas. Uno de éstos está protegido por una barrera de rocas acomodadas, que bien sirvió como observatorio o lugar para practicar diferentes rituales.
Todos los motivos son en rojo, nada conocido, sólo figuras abstractas o geométricas, que se mostrarán en las fotos que acompañan estos apuntes arqueológicos. En el pequeño valle interior del que estamos hablando, se localizan grandes rocas que fueron usadas por los nativos para perpetuar sus mensajes.
Entre los motivos grabados podemos ver que la gráfica conserva mucho del estilo Pelillal, donde se replican por ejemplo los “hongos”, este símbolo que podemos relacionar con una honda, pero que también nosotros lo asociamos como símbolo territorial. Este dibujo es muy localizado, sobre todo en los límites de los ahora estados de Nuevo León y Coahuila. El dibujo se compone de un arco relleno, dos tirantes y en muchos casos unos pequeños círculos en cada tirante.
Como honda, sabemos que en alguna cueva de la región lagunera fue localizada una de ellas, allá por los finales del siglo XIX. Los grabados fitomorfos (plantas), si bien no son abundantes, se les ha visto en diferentes lugares de estos rumbos. Entre las plantas identificadas está por ejemplo el maíz, el peyote, cactus, flores y en esta rinconada, un clara representación de una palma. Aclaro que esta salida, la primera del año, fue los días 4 y 5 de enero del 2016.
Al regreso del valle escondido, localizamos un espacio con muy buenos petroglifos, los cuales habían permanecido ocultos por la maleza y los mezquites, que cubrieron totalmente los motivos grabados, pero con paciencia pudimos despejar una parte y tomar algunas fotos. Llama la atención las cuentas a base de puntos, signos de orientación, armas (navajas y proyectiles) y dibujos abstractos.
Esta travesía nos acercó al campamento, y aprovechamos para tomar fotos de otros grabados que en próxima colaboración estaremos comentando.
Homero Gómez Valdés
En el mes de enero de 2016 el ingenio del Ingeniero Homero Gómez Valdés dio a luz un pequeño libro de escasas 40 páginas al que tituló: “De Arqueología y Cosas de esas”. Edición del autor con fecha de diciembre del año pasado. El pequeño libro contiene 12 fotos de Miguel Ángel Reyna y de un servidor; fotos que ilustran los cinco artículos que fueron publicados en su momento en periódicos y revistas de Saltillo.
En su estilo muy peculiar, nos habla de sitios arqueológicos de Ferrería y Cuencamé en Durango y de lugares con presencia del pasado indígena de Coahuila.
Homero aprovecha para hacer reclamos y critica a no pocos personajes del INAH por la sencilla razón que éstos, los “especialistas”, no pueden ver o tolerar a los aficionados a la arqueología, pues sienten que es coto sagrado sólo para ellos.
Las notas y/o artículos de Homero van desde “las casas de sangre”, lugar donde las mujeres indígenas se guardaban en sus períodos menstruales; a los geoglifos o cuicalis de San Rafael de los Milagros en Parras.
Aquí mencionaré que el sitio donde está el geoglifo la sierra, se llama Tierra Santa solamente. Qué bueno que tuvo a bien observar la vereda, lo que en buen español significa que los nativos hacían procesión al sitio continuamente, pues después de tanto tiempo aún se puede ver el andador donde no sólo se grabó sino que también se pintó.
El sitio de Tierra Santa fue lugar de encuentros y de rituales propiciatorios. Fuera de algunas figuras humanas muy estilizadas, de manos y de pies, no se observan figuras relacionadas con la fauna.
El libro se lee en un abrir y cerrar de ojos y dejará inquietudes en el lector. Lo recomendamos ampliamente y felicitamos al ingeniero Gómez Valdés por su nuevo libro.
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