Una plática con Yezka Garza Ramírez, Procuradora para los niños, las niñas y la familia
Falta comunicación entre padres e hijos
José Guadalupe Robledo Guerrero.
Según datos estadísticos, en México ocurren anualmente cerca de 500 mil embarazos de niñas y adolescentes. ¿Qué lugar ocupa Coahuila en esta epidemia social, y qué hace la Pronnif?
“Coahuila desgraciadamente ocupa uno de los cinco primeros lugares en embarazos de adolescentes. En la Procuraduría tenemos un protocolo de atención a madres niñas o adolescentes una vez que hay un alumbramiento, se les da un cuadernillo a las madres adolescentes sobre lo que ellas necesitan en su nuevo proceso de mamá e identificamos si hubo algún delito sexual, apoyamos en el registro de nacimiento del bebé y hacemos un convenio de buen cuidado con los padres de la adolescente para evitar que el bebé no vaya a hacer un niño maltratado o pueda estar expuesto a una vulneración de derechos”.
De acuerdo a su experiencia y a su conocimiento del tema, ¿Cuáles son las principales causas de este fenómeno social?
“La experiencia nos ha dicho que es la falta de asesoría y comunicación que las adolescentes tienen con los padres. La norma mexicana 047 nos dice: El derecho que tienen los adolescentes de tener una consejería correcta sobre su sexualidad, incluso ellos pueden acudir a los centros de salud, y ahora también a los consultorios amigables, a pedir información para tener las herramientas y evitar un embarazo”.
“La experiencia nos ha dicho también que entre el 60 y 70% de las niñas madres adolescentes se embarazan en su casa, quiere decir que ante la falta de comunicación no estamos siendo cuidadosos en dónde están nuestros hijos y con quién se relacionan”.
¿Cuáles son los sectores sociales en donde se da mayor incidencia de estos embarazos?
“Hemos detectado que se da mayor incidencia en los sectores de clase media y baja, pero no está estandarizado, hemos encontrado algunos sectores donde las posibilidades económicas son superiores que también hay embarazos de adolescentes, sobre todo entre los 16 años y antes de cumplir la mayoría de edad”.
Un estudio de los especialistas de la UNAM, basado en entrevistas con adolescentes, concluyó que alrededor del 45% tenían información para evitar embara- zos. Decir entonces que no tienen información puede ser una verdad a medias...
“La información debe ser la correcta, porque podemos tener mucha información, pero de dónde sale esa información. La información que deberían tener los adolescentes debe nacer desde su casa. No solamente es una cuestión de información, sino de tener la confianza de acercarse con sus padres”.
“Hemos notado que los adolescentes han comenzado a tener una vida sexual activa desde más pequeños, entre los 13 y los 14 años. Por eso debemos acercarnos a nuestros hijos cuando tienen una relación sentimental. Muchas de las niñas adolescentes se embarazan de jóvenes mayores de edad, que es una responsabilidad penal”.
“En Coahuila, por instrucciones del gobernador, la secretaría de la Juventud abandera la estrategia estatal para la prevención de embarazos que se hizo junto con el Fondo de Poblaciones Unidas aunada a la estrategia nacional del Presidente, donde todas la secretarías de estado reunen más de 30 acciones efectivas para prevenir el embarazo en adolescentes”.
Sin embargo, aun con todo eso, el número de embarazos sigue avanzando. En los estados norteños ya tenemos los índices que hace años eran exclusivos de los estados más atrasados y pobres como Oaxaca, Chiapas, Guerrero, y siguen avanzando, no se ha experimentado ningún cambio...
“Es un problema social. La estrategia tiene menos de un año, se implementó a finales del año pasado. Confiamos en que en este año y el 2017 logremos bajar el indicador. Un objetivo de la Pronnif es bajar el indicador de 35% que tenemos en embarazos de adolescentes en el primer año”.
En este tema no estaremos olvidando los valores, y la oposición de las iglesias católica y cristiana a que los padres aborden la información sexual con sus hijos, también la baja educación y la ignorancia de los padres tanto de la clase alta como de la baja, ¿No será que las estrategias de gobierno van encaminadas a sólo una parte de la realidad?
“No. Se hizo un estudio muy completo, vino las Naciones Unidas a trabajar de la mano con el gobierno del estado, para el tema de esta estrategia estatal. Una vez que se leyeron los indicadores, las experiencias, incluso de otros estados e internacionales, para tratar de bajar el indicador y la residencia de los embarazos en adolescentes. Se tiene que fortalecer la familia en muchas cuestiones, no nada más en embarazos de adolescentes o cuestiones de violencia familiar. En cuestiones de empoderamiento para la mujer se trabaja siempre con las familias. Lo hacemos nosotros, lo hace el DIF, la secretaría de Educación, entre otras dependencias”.
“Debemos tener conciencia cada una de las familias, cada uno de los padres, de tener ese canal de comunicación con nuestros hijos. Hemos visto la resistencia de que los propios padres informen a sus hijos sobre la vida sexual, sobre los riesgos no solamente del embarazo, sino de contraer una enfermedad de transmisión sexual”.
“Un avance legislativo de Coahuila, es la prohibición del matrimonio de niñas y niños. A partir del año pasado se extingue completamente la posibilidad de que un juez tutor dé una dispensa para que contraiga matrimonio un niño o una niña”.
De ninguna manera creo que el gobierno sea el culpable de esta epidemia social, pero desde hace muchos años se escuchan los mismas cosas y los embarazos de niñas y adolescentes se siguen incremen- tando hasta convertirse en una epidemia social. ¿Por qué la incidencia que se ve en las clase baja y media baja no se dá en la misma proporción de los sectores pudientes?
“Tendríamos que evaluarlo, al día de hoy no podría decirle si se dá en ese sector con la misma incidencia. Yo creo que no sería prudente clasificarlo por estratos sociales, sino como un tema de la sociedad...”.
Pienso que es importante lo de las clases sociales, porque nos daría más datos...
“Muchas de las adolescentes embarazadas tienen un nivel de educación, están en secundaria o preparatoria, tienen el mismo nivel de oportunida- des educativas que cualquier otro niño. Muchas veces la madre y el padre tienen que trabajar, y no están todo el día en casa a diferencia de niños que viven en otras posibilidades económicas, que mu- chas veces nada más el papá trabaja, pero sin embargo sucede”.
¿Qué están haciendo los padres para prevenir el embarazo de sus hijas adolescentes?
“Creo que deberíamos partir de qué no están haciendo los padres para evitarlo. No hemos encontrado -ante la necesidad de salir a trabajar- el tiempo para platicar con nuestros hijos, de explicarles sin mitos ni tabúes sobre los derechos y relaciones sexuales que puedan tener los adolescentes y con la responsabilidad que deben de llevar. Creo que las familias deben encontrar este espacio que es importante para fortalecer el canal de comunicación y evitar otras cosas”.
El tema interesa no sólo por las reper- cuciones sociales, sino porque en la mayoría de las veces el embarazo de una niña adolescente le cambia drásticamente la vida. ¿Qué haría usted para afrontar y detener este grave problema social?
“Creo que ya no es una cuestión legislativa, el andamiaje jurídico está verdaderamente fortalecido en el tema de la protección de los niños y niñas. Para evitar este tipo de conflictos sociales, fortalecería más a los padres, daría más herramientas, tendría más espacios donde pudieran acudir si tuvieran una duda de cómo comunicarse con sus hijos”.
“Efectivamente un embarazo trunca la infancia, no solamente la vida. La infancia de un niño, de una niña o de una adolescente es algo que definitivamente no van a recuperar. Lo vemos en la Procuraduría, más del 60% de las madres agresoras de los niños fueron adolescentes durante el nacimiento de sus hijos”.
“Vemos mujeres muy jóvenes, de 24 a 26 años, que tienen más de cuatro hijos de diferentes parejas que nunca llegan a conformar un verdadero nucleo familiar, y a final de cuentas ellas ya llegaron a su edad adulta y quienes tienen ahora las consecuencias de estas malas decisiones, de no estar debidamente informada, de no tener acceso a un anticonceptivo, son los hijos”.
En estos casos de jóvenes mujeres que tienen más de cuatro hijos de diferentes parejas, ¿no les bastó una mala experiencia? ¿Cómo entender esta reincidencia?
“Hemos visto que repiten el patrón, en casos como éste muy probablemente la mamá de esta mujer de 24 años que tenga cinco hijos, la abuela es una mujer joven que tuvo la misma experiencia. ¿Qué haría yo? Trabajar más con las madres adolescentes una vez que ya tuvieron esa experiencia de ser mamás muy chicas que a lo mejor no van a concretar una relación más estructurada con el padre de su hijos. Trabajar con ella para que no siga aumentando el número de hijos, porque después conocen otra pareja y se vuelven a embarazar”.
“Empoderarar a las mujeres. El empodera- miento no es tener a una persona que nos pueda ayudar con la manutención de nuestros hijos. No, el tema del empoderamiento es que las mujeres estén verdaderamente fortalecidas y que puedan tener el poder de tomar la mejor decisión en circunstancias y problemas que muchas veces tenemos que enfrentar”.
En una ocasión, alguien comentó un caso similar, señalando que el gobierno había atendido a la embarazada, que le habían dado beca, cuidados, consejos, pero una adoles- cente en tono de reproche dijo: Sí, por eso se embarazan, porque las estimulan. Hay padres que se quejan de que las máquinas expendedoras de condones que hay en las escuelas no funcionan, y por ello responsa- bilizaban al gobierno de los embarazos, ¿Por qué no señalar que ese fenómeno social y otros más son responsabilidad de los padres? Lo cierto es que en las familias, en la sociedad y en la educación pública no hay información sexual. ¿Qué haría usted ante este gran problema social?
“Yo diría qué hemos venido haciendo. La Procuraduría ha trabajado mucho en este sentido. Una de las mejores herramientas de la prevención de la violencia, de la delincuencia, de los embarazos en adolescentes es empoderar a los niños y a las niñas desde pequeños, es lo mejor que podemos hacer como sociedad”.
¿Qué significa empoderar a la niñez?
“Volvemos al tema de hacerlos conocedo- res, que puedan llegar a tener las aptitudes y las herramientas, para que puedan tomar las mejores decisiones durante su vida. Darles ese conocimien- to desde pequeños. Tenemos un programa que se llama ‘Escudo de Dignidad’, donde enseñamos a que los niños conozcan el valor de la dignidad, y aprendan a defender su cuerpo. Yo le apostaría aún más al tema de trabajar con los niños y las niñas para que tengan un verdadero empodera- miento, y cuando vayan creciendo, sigan alimen- tando la capacidad de tomar las mejores decisiones que van a ser trascendentales en toda su vida”.
En las escuelas, en la sociedad y en las familias ya no enseñan a pensar a los niños y a adolescentes, y el Internet tiene mucha ba- sura que consumen sin limitaciones, ¿Cree que haya poder para contrarrestar esto?
“Más que poder, es lo que decidimos leer, llenar nuestros pensamientos de cosas que no van a ser positivas. Tenemos que estar empoderados y tomar la decisión de: no me sirve. No necesito de una información que no me hace bien, ni le hace bien a mi familia. Es decidir qué información recibimos. No toda la información es verdadera. Si llenamos nuestros pensamientos de cosas que no tienen ningún valor, después tenemos ideas que no nos van a servir y que no sirven a la sociedad”.
“Debemos tener mucho cuidado de la información que tienen nuestros hijos. No podemos premiarlos con una tablet con acceso a Internet, después nos vamos a arrepentir. Las redes sociales son muy claras en sus protocolos. Son para mayores de edad, y muchos de los padres permitimos y estimulamos el uso de las redes sociales a nuestros hijos. Pensamos en una manera de entretenerlos, no en las consecuencias o en el riesgo de tener un acceso inadecuado al uso de la información”.
(Continuará).
Abuso sexual de niños y niñas...
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