El CCE y sus socios están impulsando la reforma educativa como un negocio más

Augusto Hugo Peña Delgadillo.

Luego del sin fin de desatinos del ñoño de nombre Aurelio Nuño, el que por alguna razón incierta despacha como secretario de Educación sin tener ni la menor idea de lo que es la educación escolar propiamente dicha, y después del asesinato de parte del Estado mexicano de 9 personas en Nochixtlán, Oaxaca, la voz de la mafia empresarial arrecia, y ahora por medio del Consejo Coordinador Empresarial, el organismo cúpula del empresariado mafioso. Ha dicho con toda la desvergüenza imaginable que: “Detrás de los maestros están Grupos Subversivos.”

Usé el calificativo de “desvergüenza” para referirme al dicho del vocero del Consejo Coordinador Empresarial, porque quienes subvierten el desarrollo y progreso de México y de los mexicanos, son esos mafiosos empresarios debido a su voracidad desmedida y al poco amor que le tienen a México y el mucho desprecio que sienten por los mexicanos pobres.

Para poder explicarme, he de decir que los promotores de la reforma educativa son el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Ambas entidades financieras le encargaron al empresariado mexicano por medio de Claudio X. González Laporte -el poder tras el trono en el Consejo Coordinador Empresarial- que presionara a Peña Nieto, todavía cuando era presidente electo, para que sacara adelante la reforma educativa que no era otra cosa que una reforma laboral y un primer paso para privatizar la educación en México. Peña Nieto se comprometió pero puso una condición: Que el Consejo Coordinador Empresarial montara un organismo paralelo para impulsar la reforma, y así lo hizo el CCE.

Claudio X. González Laporte conformó una organización con nombre muy contrario a su cometido, denominada: “Mexicanos Primero”, cuando debió denominarse “Los Ricos de México Primero”. Colocó de presidente de Mexicanos Primero a su hijo de nombre Claudio X. González Guajardo, un verdadero fascista que no ha ahorrado epítetos para calificar a los maestros de la CNTE: “minoría de delincuentes”, “mafia”,” monstruo”, “delincuentes con permiso”, “criminales” y “pelados y pelafustanes.”

A la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), la ha tildado de mafia de salvajes y órgano convertido en un cártel de delincuentes. Como vemos, Claudio X. González Guajardo, califica a los maestros de la CNTE, exactamente de lo que es su padre y sus asociados en el CCE.

Preguntémonos, ¿detrás de los maestros de la CNTE hay grupos subversivos, o detrás de Claudio X. González Guajardo de “Mexicanos Primero” hay grupos subversivos? Por supuesto que quienes subvierten el sano andar del país son Claudio X. González Laporte y los otros 49 multimillonarios mexicanos enclavados en la cúpula empresarial del CCE.

En este conflicto entre la CNTE y Peña Nieto/Aurelio Nuño, los propulsores de la reforma no aparecen más que como “consejeros” de la presidencia, cuando en la realidad son instrumentos del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, para obligar a Peña Nieto a sacar adelante tal reforma, sin importarles lo lesiva que es.

Peña Nieto funge como mandadero de la cúpula de los empresarios mexicanos, entre los que se encuentran Ricardo Martín Bringas (Soriana), Alberto Bailleres (Peñoles), Germán Larrea (Grupo México), Antonio del Valle (Petroquímica Pajaritos), Emilio Azcárraga (Televisa) y Eduardo Tricio Haro, (Leche Lala), entre otros.

Estos son quienes obligan a Peña Nieto a sacar adelante la reforma educativa, con el fin de privatizar la educación y sacar raja del presupuesto por un lado y, por otro, transformar a los niños y jóvenes mexicanos -por medio de esta reforma- en unos robots al servicio de ellos, los empresarios que conforman el CCE. Y a los maestros, mantenerlos bajo el yugo de esta reforma laboral depredadora y procaz, que es lo que Peña Nieto y Aurelio Nuño intentan mediante valoraciones de las capacidades magisteriales, cuando ellos, Peña Nieto y Aurelio Nuño no pasarían siquiera la primera prueba. Esta es la realidad, no otra. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?

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