Notas
Rufino Rodríguez Garza.
1.- En el comentario de junio pasado anotamos una fecha del siglo XVIII en la que se mencionan pinturas en un lugar de Sierra Mojada, allá por el año de 1715. El lugar es Acatita la Grande que ahora se le conoce como San Antonio de Los Álamos.
En este alejado paraje es donde se encuentran los “jinetes sin cabeza”, figuras de reducido tamaño, de no más de 10 centímetros. En cambio hay otras figuras de más de un metro; también un letrero que da aviso de la persecución que se hizo de indios “levantados” que llevaban productos del saqueo a ranchos y estancias ganaderas, y el escrito en la pared da cuenta de la lucha entablada por los soldados presidiales y éstos recuperan caballos y otros productos del pillaje; el letrero tiene nombres y fechas.
En este lugar, Acatita La Grande, hay muchas otras pinturas que describen personajes, por ejemplo un cura o fraile con su ropa o sotana.
Hay también un hombre o más bien parte de su esqueleto; otros motivos destacados lo conforman un águila que ataca a un coyote, pero con la desventaja que se observa desde el rancho y más de un cazador moderno lo agarró como tiro al blanco, por lo que la destrucción es evidente.
Aquí encontramos pinturas en negativo como manos, brazos, etc., y un arcabuz en esta técnica.
En otro momento escribiré una nota completa de este lejano sitio con mensajes de corte rupestre, tanto prehistóricos como históricos ya de la época colonial.
2.- En el libro “Historia de los triumphos de nuestra Santa Fee entre gentes las más bárbaras y fieras de nueuo orbe” del jesuita Andrés Pérez de Rivas, es una recopilación de informes anuales que él hace y también de otros jesuitas que en la Nueva España tenía la tarea de evangelizar.
Pérez de Rivas publicó en 1645 el dicho libro y en la página 685 cita: “Vio allí el padre un sepulcro de sus calaveras y huesos humanos de muertos, sobre los cuales echaban los indios montones de piedras porque no se les aparecieran tales difuntos. Halló más que las señas de aquel Cerro y cavernas estaban señaladas con caracteres y a modo de letras formando con sangre y en partes altas que no podía otro que el diablo haberlas allí formado y tan fijas y perseverantes que ni el agua ni el viento las había borrado ni disminuido”.
Al decir del doctor Carlos Manuel Valdez, se trata de una carta de 1594 del padre jesuita Jerónimo Ramírez -aunque el libro se publicó hasta 1645 la misiva es de finales del siglo XVI- y sería la primera referencia al arte rupestre de lo que ahora es Coahuila.
Lo que sí es cierto es que no da la ubicación, sólo se sabe que este cura evangelizaba en lo que conocemos como la Laguna y bien puede tratarse de pinturas en San Pedro, en la Sierra del Clarín, justo en la parte norte de la Laguna de Mayrán o de sitios en Francisco I. Madero en los alrededores de los ejidos Tres Manantiales o Felipe Ángeles; aclaro que sólo son especulaciones.
3.- Un DRON es un pequeño vehículo aéreo no tripulado que puede ser controlado en forma remota. Al control se le agrega una pantalla o en su defecto un teléfono celular de los grandes, y de las últimas generaciones, que se conecta al control remoto y que toma fotos y/o video desde diferentes alturas con una resolución alta y donde uno puede observar lo que la cámara está viendo.
De unos años a la fecha estas mini-máquinas voladoras se han ido popularizando y ahora es frecuente ver imágenes de alturas variables con una nitidez increíble. El control es sencillo, tiene voz que ayuda a manejar el aparato en cuestión.
Siempre había intentado tomar unos geoglifos, desde una modesta altura de no más de 30 metros; en alguna ocasión hice uso de una escalera de tres metros de altura y en algo ayudó. Después, en compañía de un fotógrafo, Armando Aguirre y de una avioneta rentada ($400 dlls. la hora), se realizó otro intento con tan mala suerte que no se apreciaron los motivos.
En otra ocasión, en compañía del doctor Herb Helling tratamos de tomar fotos aéreas usando un papalote. Sí un papalote, al que en la cuerda se le ajustaba una plataforma con la cámara y desde abajo, con el control se disparaba la misma, no nos fue bien.
En una ocasión, el agua no nos permitió llegar al sitio y en el segundo intento, ya en el lugar, y aunque era el ventoso mes de marzo, no hubo aire suficiente para elevar el papalote, total fracaso.
La cuarta ocasión y gracias al gobernador que nos hizo el favor de poner a nuestra disposición un modesto helicóptero, con el cual nos acercaba lo suficiente a las figuras pero las fotos se tomaron a través del vidrio, y eso desmerece en mucho una buena toma.
Por último, el licenciado Sergio Avilés de la Garza sabedor de mis peripecias y tratando de tomar los únicos geoglifos de Coahuila, me dio la sorpresa al invitarme a tomar las referidas fotos, pero usando un moderno DRON marca Phantom y con cámara de alta resolución que a la postre me dejó “apantallado”.
Primero por la facilidad con que el licenciado Avilés armó el aparato, y luego de encenderlo y agregar su celular al control, el DRON se elevó con gran facilidad haciendo piruetas y giros qué se le ordenaban desde el control. Esta pequeña maravilla sube a más de 130 metros de altura se observa en la pantalla las coordenadas y también lo que se quiere retratar.
El aparato toma video pero también fotografía. Al decir de José Flores Ventura que en todo el evento estuvo presente, es un poco ruidoso, se aclara que el ruido producido por las 4 hélices sirve para que el operador lo tenga a la vista. Tiene un sensor que indica el desgaste de la pila y cuando ésta abajo del 30%, el aparato regresa al sitio de mando en automático. Creo que la quinta fue la vencida y que dio los mejores resultados. Pronto podré utilizar las fotos del DRON para ilustrar las conferencias que seguido me solicitan.
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