El ratón Volador
Salvador Alcázar Aguilar.
Salió de Cotija Michoacán con sombrero y huarache guardados “pa no ensuciar” con un afán infinito de conocer la capital , siempre le platicaban arriando chivas y vacas a las cinco de la mañana que la capital era otro mundo con grandes edificios y plazas donde se tomaba y se oía música gratis, que todos tenían trabajo, que era tanta la abundancia que a los perros los amarraban con longaniza, que las mujeres eran gordas y “juertes" por que tenían buena comida .
Se bajó del camión, caminó y caminó… hasta que llegó a un tétrico y viejo barrio muy cerca de La Merced, un mercado muy famoso donde los estibadores descargaban a toda prisa la fruta pa llevar a las bodegas. Camilo buscando a Nemecio su hermano zapatero remendón pues se gastaba mucho la suela con ese constante trajinar corriendo con los bultos al lomo de papa, frijol, cebolla, camote, chile ancho y rojo. Camilo estaba asombrado con tanto pelao y su prisa; a ellos pidió informes para que le dijeran dónde vivía.
- ¿Renecio dijo usted?
- No, Nemecio.
A unas calles de La Merced fue donde al fin encontró lo que a nadie parecía importarle. Tocó en una puerta negra por el moho, de madera tan derruida que parecía reliquia de la Revolución; Nemecio abrió y adentro había mesitas y bancos de madera y forja llenos de tinta fuerte, guaraches, zapatos y choclos; luego pasaron a lo que era su emporio: un cuarto con una cobija de lana colgada con dos clavos, dos catres de lámina con bacinica y una jarra de peltre con lavamanos, una mesita para comer y bancos de tres patas “pa… comes y te vas”.
Horas pasaron platicando de la bola o sea de la Revolución, con la boca llena de tachuelas y el martillo a golpe y golpe sobre la media suela, casi las siete y faltaba material de baqueta, para colmo la talabarteria cierra a las ocho.
- Echame la mano Camilo ve tu y yo te espero de La Merced. Dos cuadras a la derecha y tres a la izquierda y ahí está la potranca. Compras, pagas y te vienes “pa seguir platicando”.
Y se fue repitiendo en voz alta: “un cuero completo, una media de clavos y un formón” …y lo repitió veintiún mil veces.
Llego, compró, pagó, salió y se encontró de pronto en un callejón oscuro:
- ¿ Y ora pa donde? pos igual tres a la izquierda y dos a la derecha, en Cotija ni te pierdes un cerro o dos y ya está.
De pronto aparecen dos gendarmes y señoras corriendo y gritando:
- ¡Agárrenlo que es el ratero!
Pero con guarache de tres agujeros y carga pesada no se puede avanzar. La noche oscura y tenebrosa fue testigo de cómo los policías trataron de sacarle la verdad amarrándolo a un poste a fuetazos y macana en mano, caiga donde caiga y después de dos horas y de verlo tan maltrecho las señoras dijeron:
- Parece que nos equivocamos.
Y así Camilo llegó a casa de su hermano que lo esperaba con la puerta entre abierta, y una voz le dijo:
- Pasa.
- “Pos” paso.
- Cena.
- “Pos” ceno.
- Acuéstate.
Y se acostó y estando en eso le dijo la señora muy quedito:
- Oiga señor.
- ¿Qué?
- Usted no es mi marido.
- No señora usted me dijo: pasa… pos pasé, cena… pos cené, acuéstate… pos me acosté…
- Sí señor pero acuéstese en aquel catre entre este cuarto y el de mi hija.
Del miedo a que llegara el marido, Camilo ni podía pegar los ojos. De pronto empezó a escuchar:
- “Mija, mija" ¿Ya se durmió el Señor? “Mija, Mija”
- Sí mamá ya se durmió hasta está roncando.
- “Pos” vamos a darle que es mole de olla.
- Y empiezan a mover un perol y a sacar de ahí una masa de harina con gelatina y la agitaban como masa de buñuelos para arriba y para abajo invocando tres veces:
- Por el poder que tu tienes y lo que el diablo te ha dado…
Y arrojando la masa al piso, de pronto, aparece un gran ratón que la hija monta; sale volando y otra vez:
- Por el poder que tu tienes y lo que el diablo te ha dado…
Y bófonos que a la de tres lo tira y aparece otro ratón blanco, lo monta la mamá y sale volando en la bestia y gritando:
- ¡Hasta el infinito!
Camilo parado en la ventana las vio irse pero con los ojos desorbitados, corre al perol y ni tardo ni perezoso hizo lo mismo; toma mas masa y a las tres invocaciones la arroja al piso y aparece un ratón mas grande con arnés y silla. Toma la rienda y lo monta y sale como un chiflido, en el cielo la mamá voltea y le dice a su hija:
- “Mija, mija" el que viene atrás de nosotras que ¿es el señor que estaba en la casa?
- Sí mama sí es.
Al emparejarse le pregunta la mamá que más bien parecía bruja:
- Señor ¿usted también es de los nuestros?
- “Pos manque” no fuera ya estoy aquí.
- Y a “luegito" yo, Camilo, sentí que llegábamos a un lugar muy caluroso, y antes de aterrizar pregunté ¿Aquí es donde se da la canela? y con asombro vi rollos y rollos de canela roja y bien paradita, el rojo era por todos lados pero con un fuerte olor a azufre; amarré mi ratón pero no muy “juerte" por si acaso y les pregunté: y aquí ¿qué hacemos?
- “Pos uste" siga la prosesión, o ¿qué? ¿no es brujo?
- No “pos” lo que pasa es que soy primerizo.
Todos formaditos en fila india y yo preguntando… me veían muy raro, desconfiaba porque aquello parecía un aquelarre. Una voz tenebrosa se oía muy claro.
- Que todos pasen y todas también a adorar.
Me dije “pos” si de adorar se trata… “pa” eso me pinto solo
- Oiga y ¿cómo adoramos?
- Besando al macho cabrío que está sentado.
- Sí pero todos se inclinan.
- Claro ahí es donde hay que besar
- ¿Ahí? ¡ni lo mande la Virgen Santísima!
Saqué mi navajita de arreglar guaraches, y en vez de adorar… que se la clavo y, córrele al ratón volador; bueno ya no supe ni qué era animal o bestia, pero de que me salvó, me salvó y sigo volando y gritando como loco:
- ¡El avión, el avión, el avión!
A que don Camilo encaminando almas al más allá.
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