¡Que conste,… son reflexiones!
Espionaje telefónico en México
Sócrates A. Campos Lemus.
En todas partes del mundo hay una lucha por evitar que el gobierno o los particulares puedan utilizar las comunicaciones o los sistemas de comunicación con fines de espionaje y de acusación, lo hemos visto ahora en los Estados Unidos que cuenta con los recursos más sofisticados para hacer esas labores de espionaje de tal suerte que muchos de esos equipos, son los que envían a países como el nuestro con el fin de que sirvamos como un elemento conductor de ese tipo de espionaje y dejan las migajas de la información a los gobernícolas del país, a los grupos del narcotráfico, o bien, a las instituciones crediticias que son las que violentamente persiguen a los deudores como si fueran criminales cuando nadie les pone un freno a su voracidad y a sus malos manejos financieros.
En México, la fácil utilización de las plataformas de comunicación con fines políticos se dan desde hace muchos años, desde que el hermano de Carlos Slim era uno de los altos funcionarios de la Dirección Federal de Seguridad como el mecanismo para investigar y para espiar a los mexicanos que quería el gobierno o los norteamericanos destruir; después, con la venta de TELMEX a Carlos Slim, este proceso de espionaje en contra de los ciudadanos en el país es total y no tiene control, de tal suerte que ahora los usos políticos del espionaje telefónico tiene una utilización cuando los contendientes afectan los intereses de los políticos o de los empresarios, y así, por ejemplo, hemos visto cómo hasta las empresas extranjeras están expuestas a este espionaje con tal de quitarles contratos o destruirles credibilidad y generar desconfianza en la población o en los propios funcionarios que son los que se encuentran ligados a los procesos de corrupción o de sociedad y complicidad en la obra pública.
Todo el mundo sabe que, en Telmex, se pueden obtener los datos de lugar, sitio de vivienda o de trabajo de cualquiera que cuente con un teléfono y un contrato con dicha empresa, es más, violando todos los reglamentos, ellos mismos utilizan los números telefónicos para promocionar sus negocios y ofertar préstamos con el fin de que los usuarios los soliciten y decirles, sin más, que no están pagando el día que deben y por tanto no tendrán ningún préstamo o que se deben comunicar a la zona de facturación y otras jaladas burocráticas por el estilo, la idea es saber cómo es el comportamiento económico de los usuarios y de cómo con ese mismo comportamiento y otros manejos, pueden entender las preferencias políticas, o bien, entran de lleno al espionaje de sus comunicaciones para enviarlas a los servicios de inteligencia que son los que deben reprimir a cualquier ciudadano que no esté de acuerdo con el actual gobierno o con la política de saqueo aplicada a los bienes del país.
Si es necesario, esos mismos datos les son proporcionados a los delincuentes y secuestradores, ya que por los mecanismos bancarios, muchos, utilizan las redes telefónicas para hacer sus retiros o mantener sus estados de cuenta y así los delincuentes tienen la certeza de cómo deben actuar y hasta cuando pueden presionar para que las víctimas paguen lo que les exigen. Y ahí nadie hace nada, nadie se atreve a investigar la forma de operación de los empleados ligados a los grupos de la delincuencia o a los grupos del espionaje de seguridad y policía nacionales, y menos, investiga el uso de cómo se venden a los grupos empresariales los números y los datos de los usuarios de teléfonos para que por este medio se les hagan llegar “ofertas” o hacer cobros o ventas.
También, en el campo de la política, uno se asombra de pronto cuando desde teléfonos de otros estados llegan mensajes en favor de tal o cual candidato político, y este nuevo negocio en las redes no tiene fin y así se invade la privacidad de los usuarios. Tampoco nadie sabe dónde quejarse para evitar que se sigan enviando esos mensajes o bien, desde ellos, se hacen los sistemas de intervención y espionaje a los destinatarios con el fin de tener datos o conversaciones que después utilizarán para chantajear a los ciudadanos en cuestiones políticas, de tal suerte que, de pronto, se conocen en las redes conversaciones entre políticos o entre ciudadanos que tienen la mala leche de desprestigiar o de exhibir a los que conversan, y con ello, dan un uso político a ese espionaje que queda en la impunidad.
Seguramente, nadie tiene el poder de investigar al hombre más rico del mundo y menos lo pueden hacer los políticos, porque estarían expuestos a que de un día para el otro, la sociedad conozca muchas de las conversaciones entre ellos o de sus familiares, que lleven la idea del desprestigio y del linchamiento social. Por supuesto que los políticos que tienen sociedades y complicidades con el hombre más rico del mundo, no tienen ni ganas ni idea de que lo deben hacer por su mismo interés, y dejan que las cosas sucedan como están; los partidos políticos menos lo demandarán porque tendrían los mismos resultados en dar a conocer pláticas, transas y negocios entre ellos; los policías, jamás, porque saben que este es el mejor mecanismo para generar la represión política y para encontrar o controlar a los mismos delincuentes en el país.
En fin, visto el asunto en tales términos no hay duda de que, Carlos Slim, no sólo nos roba y controla a los mexicanos, sino que es parte de un sórdido poder que nadie frena… la comunicación es la mejor forma del control de masas y de ciudadanos, así que, continuará el espionaje, el engaño y la explotación, pagando por un servicio telefónico caro y malo que se usa contra los mismos usuarios…. Así que, mejor, finja demencia y quédese callado… acuérdese que: EL TELÉFONO, ES PARA NO HABLAR.
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