Explotó “bomba de corrupción” de Héctor Mario Zapata

Armando Montalvo Olivo.

Casi nueve años bastaron para que el gobernador Rubén Moreira Valdez decidiera dar de baja de la nómina al médico Héctor Mario Zapata de la Garza, porque sus colaboradores le demostraron las corruptelas que hizo en el Hospital Universitario de Saltillo (HUS), luego en el Centro de Estudio Científicos y Tecnológicos del Estado de Coahuila (Cecytec) y después en la Secretaría de Salud.

La ambición le ganó a Héctor Mario así como a su colaborador y artífice de muchas “marranadas”, el subsecretario, Roberto Ramírez Rivera, quien también decidió renunciar.

El Periódico de Saltillo en su edición 302 de marzo de 2014 publicó un artículo: El Hospital Universitario de Saltillo: corrupción y “bomba de tiempo”. Desde esta fecha se ventilaban ante la opinión pública acciones deshonestas que hizo Héctor Mario Zapata y Ramírez Rivera, y donde extrañamente nadie de la Universidad Autónoma de Coahuila en el periodo del ex Rector Mario Alberto Ochoa Rivera “El Negro” tomó cartas en estos asuntos y los sancionó. Blas Flores Dávila, actual Rector de la UAC, se desempeñó en esa administración como Tesorero y tampoco hizo nada.

En el artículo se decía: “Vehículos lujosos para directivos, viajes a Europa, nómina “inflada”, compras arregladas, sumas exorbitantes que salen de las cajas sin ningún control, y una institución que perdió el sentido humano, es la situación del Hospital Universitario de Saltillo, que camina en dirección a una privatización forzada bajo el consentimiento de las autoridades universitarias”.

El Periódico de Saltillo revela que Ramírez Rivera fue despedido del Hospital Universitario cuando era director José Inés Escobedo, al confirmar que había cometido una ilegalidad. Pero de nuevo fue contratado como subdirector por Héctor Mario Zapata, quien ocupó la dirección del hospital poco más de cuatro años.

El despojo del albergue se inició en el periodo de Zapata de la Garza, cuando la parte baja de este inmueble se transformó en farmacia y se afirmaba que era un “negocio” del director y de Roberto Ramírez. Ahora, en la actual administración, se ordenó que el segundo piso se convirtiera en oficinas administrativas de un personal no prioritario para el hospital, que sólo atienda proyectos del director que nada tienen que ver con la asistencia y la enseñanza.

El departamento de Trabajo Social del HUS fue desarticulado para instalar en su lugar una oficina de cobranza encabezada en ese entonces por el cuestionado ex funcionario estatal, Emilio Ramírez, quien se encargaba de conocer si quienes pretenden atenderse en el hospital, tienen recursos para cubrir los gastos que generen.

Zapata de la Garza dejó el HUS para irse a dirigir el Cecytec. El doctor Luis Alfonso Carrillo González, quien llegó a la dirección de este nosocomio por ser cónyuge de la ex secretaria de Trabajo en Coahuila Felicitas Molina Duque, ratificó a Ramírez Rivera en el puesto que desempeñaba.

Alfonso Carrillo cubrió las ilegalidades de Héctor Mario y Roberto Ramírez. Por ejemplo, las investigaciones que realiza el Hospital Universitario y que son financiadas por compañías farmacéuticas de Estados Unidos, y que representan ingresos de miles de dólares por paciente que nunca ingresaron al HUS.

En el Cecytec, Zapata de la Garza aprovechó la construcción del edificio que alberga este instituto ubicado en Ramos Arizpe, para desaparecer cerca de 10 millones de pesos en complicidad con una constructora que pertenece a la familia Verduzco. Esta fue una de tantas “fechorías” que cometió Zapata.

En su momento, Julián Montoya de la Rosa, funcionario de la Secretaria de Finanzas detectó esta grave irregularidad. Incluso, la Auditoria Superior del Estado a cargo de Armando Plata hizo observaciones al Cecytec, pero es fecha que nadie sabe en qué quedó este hecho de corrupción.

Héctor Mario Zapata es tan solvente, que invirtió parte de sus “ahorros” para sacar tajada luego en la renovación sindical del corrupto Sindicato del Seguro Social en Coahuila, para apoyar el triunfo apretado del decadente Marco Antonio Fuentes López “La Guayaba”, quien al igual que Zapata forma parte del club de “Nuevos Ricos con Perfil Bajo” en la capítal coahuilense.

Al llegar a la Secretaría de Salud, Zapata de la Garza movió sus influencias en Palacio de Gobierno para incorporar a Roberto Ramírez como subsecretario. Aquí, los dos funcionarios hicieron una dupla incontenible. El secre- tario privado Omar de la Cruz Zapata y sobrino de Héctor Mario, jugó un papel impor- tante en las triquiñuelas que realizó su familiar en esta dependencia.

En la secretaría de Salud, señalan que el médico Roberto Eduardo Amador Cortés, director del Instituto de Servicios de Salud, Reha-bilitación, Educación Especial e Integral del Estado, solapó y apoyó las ilegalida- des de Héctor Mario Zapata y Roberto Ramírez, para que los hospitales y las unidades de salud estuvieran en el abandono y sin medicinas. Al grado tal, que dos bebés fallecieron en el Hospital del Niño.

Incluso, más de mil empleados de la Sección 87 del Sindicato de Trabajadores de la Secretaria de Salud laboraron bajo protesta por las crisis que viven sus centros de labores. Ni Héctor Mario Zapata ni el coordinador administrativo de la dependencia, José Luis Muñoz Buentello, escucha- ron sus graves demandas. Este último, también fue corrido a pesar de haber llegado al puesto por el apoyo de María Esther Monsiváis.

La llegada de Jorge Verastegui Saucedo a la Secretaría de Salud será para realizar un trabajo similar al que hizo años atrás Julián Montoya de la Rosa, cuando destapó los nidos de corrup- ción de los tiempos de la ex titular de Salud, Bertha Castellanos Muñoz. El tiempo, así lo dirá.

Héctor Mario Zapata y Roberto Ramírez son consi- derados desde ahora los responsables del desprestigio del Hospital Universitario de Saltillo y de la Secretaría de Salud. Pero, la riqueza eco- nómica que se robaron nadie se las quita.