Mis sexenios (93)
José Guadalupe Robledo Guerrero.
Tercera y última etapa
del sexenio enriquista
En la campaña de Humberto Moreira al gobierno del estado comenzaron a dilucidarse algunos temas, cuya verdad salió a relucir. Un ejemplo fue el caso de “La Coneja” Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, quien a pesar de que sabía que por mucho perdería la contienda interna del PRI se empeñó en participar, haciendo caso omiso de sus propias palabras, cuando dijo que si no le daban la gubernatura en charola de plata no participaría en la contienda.
Alejandro tenía otra opción más decorosa: No entrarle al juego y dejar que Enrique Martínez y Martínez hiciera solo su “elección de Estado”, ya fuera ordenando a sus patiños que participaran, o haciendo que los paleros declinaran en favor de Humberto Moreira para que éste fuera el candidato de unidad que quería EMM y que nunca reveló.
“La Coneja” también sabía -porque se lo dijeron- que si no participaba en la contienda “reventaría” el juego del gobernador, y que si denunciaba el evidente favoritismo de Enrique Martínez hacia Humberto Moreira, la elección interna se le emproblemaría al gobernador.
Alejandro se prestó a competir como era la estrategia de Martínez y Martínez, porque según sus cercanos, no quiso volver a declinar, pues seis años antes lo había hecho en favor de EMM cuando negoció la senaduría. Pero en honor a la verdad, Alejandro participó en la contienda que le era adversa, porque esos eran los deseos del gobernador, su líder, y ante eso no importaba que perdiera vergonzosamente.
Enrique ha sido y es el líder de los juniors ahora sesentones, los hijos de los empresarios y de los políticos que durante décadas se adueñaron de los puestos gubernamentales. Eran ajonjolí de todos los moles, y hasta la fecha. Todos ellos, a pesar de sus enormes riquezas, casi todas malhabidas, no han dejado las nóminas gubernamentales desde que tuvieron edad para usufructuar los bien pagados cargos de gobierno.
Sobre estos especímenes Rómulo Moreira, padre, cada que podía se lamentaba porque José Flores “El Pepón” no había trabajado desde que había salido del IMSS. Su interlocutor en turno siempre preguntaba “trabajaba en el Seguro”, y Rómulo contestaba al tiempo que soltaba la carcajada: No, allí nació. Estos juniors, y ahora sus descendientes, están enamorados de las nóminas de gobierno y del erario.
Pero volvamos a “La Coneja”: En honor a la verdad, Alejandro Gutiérrez participó en la contienda interna sin importarle la contundente vapuleada que le puso Humberto, porque el juego ya estaba acordado, y “La Coneja” no quiso quedarle mal a su amigo el gobernador.
Y así se inició el espectáculo. Alejandro hizo una muy pobre campaña política, miserable como son ellos, que de no ser por las decenas de jóvenes saltillenses, que “La Coneja” dejó colgados de la brocha, su labor proselitista hubiera pasado sin pena ni gloria.
Es obvio que los simpatizantes de Alejandro lo siguieron, pensando en que después de la elección interna habría una negociación que les permitiría posicionarse en el gobierno moreirista, tal y como se estila en los procesos abiertos del PRI, para mantener la unidad y el equilibrio político entre los contendientes.
Pero no sucedió de esa manera. Alejandro sin considerar la opinión de sus seguidores tomó una caprichosa decisión -como cuando declinó en favor de Enrique Martínez- que hizo pública el mismo día de la elección interna, reconociendo su derrota y advirtiendo berrinchudamente que nunca más volvería a hacer política en Coahuila. La otra “conejada” fue cuando dijo que la Presidencia Municipal de Saltillo, ni regalada. Así son los juniors: mentirosos, ignorantes, inútiles, sin valores y proclives a los negocios a la sombra del poder o con la impunidad del fuero.
En 2005 la irresponsabilidad se repitió, como seis años antes, Alejandro volvía a dejar colgados de la brocha a quienes lo había apoyado en sus aspiraciones. Después, “La Coneja” se fue de vacaciones. Luego retornó al Senado y dejó de tener contacto -incluso telefónico- con todos los que se la jugaron con él: empresarios, políticos, funcionarios, académicos, jóvenes, etc. Personas pensantes de todas la regiones y sectores coahuilenses, confusos ante la actitud de Alejandro comenzaron a hacer sus propias reflexiones.
Como es su cínica costumbre, semanas después Alejandro apareció en Saltillo, y en una rueda de prensa informó que lo habían nombrado VicePresidente de la Fundación Colosio, incluso habló de una nueva forma de hacer política. Pero sus oportunistas palabras fueron ignoradas.
Posteriormente, “La Coneja” apareció en la inauguración del frustrado periódico Acento, en donde dejó claro que no tenía ningún problema con Enrique Martínez, desmintiendo lo que tantas veces hizo creer, y para aclarar las pocas dudas que hubiera, asistió al Sexto Informe de su amigo el gobernador Martínez.
Y no era para menos, según se filtró, para que participara en la elección interna como patiño, Enrique Martínez le pagó a “La Coneja” los millones de pesos que según aseguró, había gastado en la campaña. Pero nada de ese dinero les devolvió a los ingenuos empresarios de Saltillo, Torreón, Monclova y Piedras Negras que aportaron dinero para su campaña, y luego se sintieron defraudados, engañados y utilizados.
A Alejandro Gutiérrez siempre le ha ido bien en sus aventuras electoreras, Cuando declinó en favor de EMM, consiguió la Senaduría por la vía plurinominal; cuando compitió contra Humberto Moreira, logró hacerse de algunos millones de pesos, como pago a su actuación.
Según filtración del vocero del Grupo Acerero del Norte (GAN) en el hangar del aeropuerto de Frontera, Alonso Ancira (propietario del GAN) le dio a Alejandro Gutiérrez 500 mil dólares para su campaña, dinero que nunca se vio reflejado en la campaña.
La relación de los Ancira con Alejandro Gutierrez data de su época estudiantil, pues cuando estudiaba Economía en la Universidad Anáhuac, vivió en la casa de los hermanos Ancira (Alonso, Manuel y Guillermo). De allí viene su relación de negocios. Alejandro fue quien trajo a Coahuila a Ancira y a Autrey para que se apoderaran de Altos Hornos de México (AHMSA).
Cuando a Alonso Ancira se le ocurrió el jugoso negocio, utilizó a “La Coneja” como intermediario con Rogelio Montemayor, quien a su vez fue conducto con el Presidente Carlos Salinas de Gortari. Después vendría el pago a su intermediación, su tajada del botín, pues a través de una pequeña flotilla de camiones de volteo y una minúscula constructora, facturaba millonarias cantidades al GAN, en cuya sociedad se involucraron notables personajes de Saltillo. Todos relacionados con los juniors sesentones.
Posteriormente, cuando Alejandro acompañó a Roberto Madrazo en su precampaña presidencial por Coahuila, dejó atrás toda especulación sobre su pleito con Humberto Moreira, y como testimonio quedó una fotografía en donde Alejandro charla animadamente con el gobernador electo.
Y mientras “La Coneja”, en aras de los negocios, rehacía sus relaciones cupulares en el Estado, sus simpatizantes estaban al garete, marginados, perseguidos y satanizados por los humbertistas como resultado de haber creído en Alejandro y habérsela jugado con él.
Pero fue el mismo Alejandro quien puso en esta situación a los que lo habían ayudado en su campaña. Cuando Roberto Madrazo vino a Coahuila como precandidato presidencial, viajó de Monclova a Saltillo acompañado de Enrique Martínez, Humberto Moreira y Alejandro Gutiérrez, y aprovechó la oportunidad para conciliar a “La Coneja” con Humberto.
Ya en Saltillo, recién bajaron del avión. Humberto Moreira mostrando su actitud conciliadora y en señal de unidad, le dijo a Alejandro que le diera los nombres de la gente con la que tenía compromiso político para integrarlos a su gobierno.
La respuesta de “La Coneja” fue de antología. Se negó a darle nombres de sus simpatizantes con el argumento de “No tengo compromiso con nadie”, pero anticipando un negocio que traía en mente, le dijo a Humberto que tenía pensado un negocio en donde participaría Alonso Ancira.
Allí mismo, Alejandro también dejó entrever que le interesaba la Representación de Coahuila en el Distrito Federal. Para “La Coneja” era atractiva la Representación de Coahuila, pues tiene todo lo que le gusta: presupuesto, relaciones, fiestas, comelitonas, boletos de avión y recursos para hacer política.
Actualmente nadie duda que Alejandro Gutiérrez es un eficaz hombre de negocios a la sombra del poder, tal y como son todos sus iguales. Pero luego de su derrota en la contienda interna del PRI, como por arte de magia “La Coneja” se transformó en un inversionista rudo, de esos que sacan del mercado a sus competidores, y “Para romperle la madre a Roberto Casimiro González (RCG)”, a Alejandro se le ocurrió crear la empresa GCable (Gutiérrez Cable), a través de la cual se enviarían señales de cable vía Telmex.
Y como parte de su vengativa embestida contra RCG, le pidió a su amigo Francisco Gil (entonces Secretario de Hacienda) que investigara a Roberto Casimiro González en lo relacionado con la evasión fiscal y el contrabando, delitos ligados a la importación de decodificadores.
Durante el proceso electorero, “La Coneja” acumuló un gran resentimiento hacia el propietario de la televisora local, Roberto Casimiro González, a quien lo responsabilizaba de su contundente derrota, olvidándose que no había hecho campaña y que había pactado que perdería cuando se alquiló de palero con Enrique Martínez.
Otra raya más al tigre: Horas después de su derrota pactada, “La Coneja” le pidió a unos jóvenes que simpatizaban con él, que reunieran un grupo grande con sus amigos y compañeros estudiantes, para que tomaran las instalaciones de la televisora RCG.
Uno de aquellos jóvenes, confuso con la petición de Alejandro, me preguntó mi opinión, y como era de suponerse, me opuse al cobarde atraco que “La Coneja” quería hacer contra un medio de comunicación, en este caso RCG. Porque además, sin importarle, ponía en riesgo a los jóvenes, que serían encarcelados por su acción, lo cual a Alejandro poco le importaba, él sólo quería usarlos de carne de cañón en su cobarde venganza. Así es “La Coneja”, al fin junior.
La amenaza de que los denunciaría si llevaban a cabo la idea y la confusión que los jóvenes tenían al respecto, frustró la petición de “La Coneja”, quien se fue de vacaciones tal y como eran sus planes, para que nadie lo involucrara en el asalto a las instalaciones de RCG.
También se dijo, que en la búsqueda de inversionistas para GCable, Alejandro consiguió embaucar a Rodolfo Garza Cavazos, empresario y dirigente de la Unión de Organismos empresariales de la Región Sureste de Coahuila, quien le entregó cinco millones de pesos como aportación inicial a la sociedad, los que después de invitarlo a comer con “Tony” Slim (sobrino de Carlos Slim) lo convenció de invertirlos en otro negocio relacionado con Inbursa: GCard.
Los dolidos informantes terminaban diciendo que el Senador de minoría andaba estrenando un lujoso Audi, y reconocían con evidente envidia que “La Coneja” Alejandro Gutiérrez Gutiérrez era un pésimo político, un farsante, pero un excelente mercader a la sombra del poder.
Desde aquel entonces escribí que Alejandro Gutiérrez no era un tipo confiable, y aseguré que después del comportamiento que había tenido en las dos ocasiones en que había participado como aspirante gubernamental, sería difícil que en Coahuila volvieran a creer en él, pero parece que me equivoqué. Los anti
moreiristas ahora lo vuelven a mencionar como precandidato a la gubernatura. ¡Pobre Coahuila!...
Finalmente, el Primero de diciembre de 2005, Humberto Moreira Valdés tomaba posesión del gobierno de Coahuila. Ese fue el inicio de las penurias de nuestro Estado. Llegaba con Humberto una pandilla de inmorales, buenos para nada y muertos de hambre, que vieron al sexenio humbertista como su oportunidad de enriquecerse y salir de la modesta condición en que siempre habían vivido, robando los recursos públicos.
Los muertos de hambre humbertistas no eran distintos a los muertos de hambre enriquistas o montemayoristas, lo único que los diferencia es que unos tenían dinero antes de cobrar en el gobierno y los otros no. Unos eran empresarios, juniors, y los otros, “profesores”, aviadores. Pero todos corruptos, incapaces e ignorantes.
Con lo platicado en este espacio durante 93 entregas, el lector bien podrá hacerse una idea de por qué Coahuila es una tierra de promisión para los políticos y empresarios ratas, también podrá saber a qué se debe que este gran Estado esté ahora en la situación en que se encuentra. Con estos datos, sabrán quiénes fueron los principales responsables de que a Coahuila le haya ido como en feria, a pesar de su grandeza histórica, su gran territorio y su enorme riqueza natural.
Mis Sexenios termina ya, precisamente cuando Humberto Moreira toma posesión de la gubernatura de Coahuila. La historia de su gobierno y del de su hermano Rubén, es una crónica reciente que se encontrará en las páginas de las ediciones pasadas de El Periódico de Saltillo... Allí también se encontrará gran parte de lo que nutrió a Mis Sexenios, señalamientos, críticas y denuncias que se publicaron cuando estaban en el gobierno los mandatarios criticados.
Precisamente por eso, la respuesta de los gobernantes y políticos a nuestras críticas y señalamientos siempre fue de persecución, marginación y cobardes agresiones. Tampoco la “sociedad civil” y el “pueblo”, hizo algo por cambiar las cosas, parece ser que todo mundo está conforme con los ladrones, inútiles e incapaces que nos han gobernado. Por eso no pongo en duda aquello de que: “Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”...
Para finalizar, daremos a conocer lo que Humberto Moreira filtró a los periodistas en el primer mes de su gobierno, relacionado con la situación en que encontró el gobierno del Estado:
Recién había tomado posesión del gobierno de Coahuila, Humberto le confió a unos periodistas que luego de las elecciones del 25 de septiembre (cuando ganó la candidatura priista), se reunió con el gobernador Enrique Martínez y el secretario de Finanzas, Luis Antonio Valdés, para saber cómo quedarían las cuentas estatales que recibiría el último de noviembre de 2005.
Según Humberto, Enrique Martínez le dijo que la deuda pública se la dejaría en ceros, y que además le quedarían en las arcas estatales 250 millones de pesos, para que su gobierno tuviera solvencia desde el momento que tomara posesión de la gubernatura.
Sin embargo, Humberto señaló que recibió el gobierno coahuilense con 550 millones de pesos de facturas por pagar de diversos acreedores. Al conocer esta información se le preguntó sobre los 250 millones de pesos que le dejarían en caja. “Esos si los dejó”, contestó. ¿Qué pasó con los 550 millones de pesos que se adeudaba a los acreedores?, “pues se los robó”, acusó Humberto a Enrique Martínez.
Esta situación mostró el enorme deterioro que había en la relación del “Delfín” enriquista con su protector y benefactor Enrique Martínez quien, por alguna razón desconocida le heredó el poder, llevándolo de la mano hasta la gubernatura de Coahuila. El inicio de los problemas entre EMM y HMV, comenzaron recién Humberto se convirtió en el candidato del PRI al gobierno del estado, debido a que Enrique Martínez no le dio dinero para su campaña, según le confió Humberto a algunos de sus amigos de la prensa.
Por tal motivo, las desavenencias entre “El Delfín” y su benefactor se originaron por dinero: primero la negativa de proveerlo para el financiamiento de su campaña y después, por la deuda heredada. Esta situación le creó al gobierno estatal problemas de solvencia, lo que le impidió al humbertismo arrancar el sexenio con obras que había prometido en campaña.
Sin dinero y con deudas, el gobierno humbertista comenzó a distraer a la ciudadanía con señalamientos en contra del gobierno enriquista. Primero se dieron a conocer las decenas de “aviadores” que se habían encontrado en las secretarías de Finanzas y de Seguridad Pública.
En segundo lugar, se denunció que el bulevar Colosio de Saltillo, era una obra que había beneficiado las propiedades de los amigos de EMM y las del mismo Enrique Martínez. Posteriormente salió a relucir la pésima construcción del Distribuidor Vial de Torreón, mismo que Humberto decidió derrumbar para edificar uno nuevo con dinero de un crédito.
Por otro lado, el PRI estatal, por órdenes de Humberto, no tomó en cuenta a Enrique Martínez para candidato a Senador, como eran los deseos de EMM, a quien condenó al ostracismo forzado y vapuleado por las acusaciones de Humberto Moreira. Por su parte, Enrique Martínez se mantuvo en silencio y marginado de la política, justificando su deplorable condición, argumentando que quería ser un excelente ex gobernador, es decir, mantenerse callado, soportando todas las críticas y acusaciones que le hacían sus antiguos lacayos, y alejado de los reflectores.
Según los observadores, Enrique Martínez nunca contestó las acusaciones que le hizo Humberto y los humbertistas, porque además de ser ciertas, sus acusadores sabían mucho de la grosera corrupción que se instauró en el gobierno enriquista. Según me dijo alguna vez uno de los humbertistas que investigaron la corrupción del enriquismo: “Hay mucha mugre en el gobierno de Enrique Martínez, por dondequiera le sale pus”.
Lo cierto, es que desde que Humberto Moreira tomó posesión del gobierno de Coahuila, puso en marcha la conspiración para saquear los recursos de los coahuilenses. Esa conspiración incluía leyes a modo para colocar en los lugares estratégicos a sus cómplices y lacayos, aquellos que le ayudaron a robar, y a la vez se llevaron su tajada del botín, mismos que comenzaron a invertir sus riquezas mal habidas y a presumir sus propiedades. Los nuevos millonarios humbertistas demostraron hasta el hartazgo que hay tres cosas que no se pueden ocultar: el dinero mal habido, lo corrupto y lo pendejo. Y allí siguen pululando, saqueando los recursos del erario. No llenan...
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