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el periodico de saltillo
Octubre 2016
Edición No. 332


Ayotzinapa. Los asesinos podrían salir libres

Víctor González Avelar.

ENTRADA.- El sexenio de Enrique Peña Nieto será recordado como antes de Ayotzinapa y después de Ayotzinapa. Este hecho ha quedado registrado como el más corrosivo y destructivo que régimen alguno en nuestro país haya sufrido.

Para que esto sucediera fue necesario la consumación de una serie de hechos que ni al novelista policiaco o de terror más imaginativo pudiera habérsele ocurrido.

El proceso del terrible crimen es una increíble serie de errores preñados de estupideces y equivocaciones, que finalmente lograron hacerle perder cualquier credibilidad al gobierno federal.

SOPA.- Este espantoso galimatías judicial ha sido la causa determinante que ha impedido la estructuración de una investigación seria, fundada y congruente por parte de la PGR. Y el principal impedimento ha sido: “El no reconocer que los sucesos se originaron con motivo de la feroz lucha interna entre los dos carteles que operan en el Estado de Guerrero: los Rojos y los Guerreros Unidos. Ha sido el miedo y pavor que tuvo y tiene el gobierno, de no caer en la llamada criminalización de las víctimas; pero que se trató de un problema de narcotráfico eso es indudable.

PLATO FUERTE.- Al día de hoy se encuentran detenidos y procesados más de 130 presuntos asesinos, sicarios y sus cómplices. La gran mayoría de ellos ya se han declarado culpables del asesinato e incineración de los 43 estudiantes. Así lo confesaron Felipe Rodríguez Salgado, Agustín García y Salvador Reza. Estos sujetos, juntamente con otros 17 sicarios también procesados, explicaron minuciosamente al juez federal la manera, forma y modo como incineraron a los normalistas; cómo se los llevaron vivos hasta el Río Cocula; de cómo los bajaron de las camionetas, algunos de ellos ya muertos por asfixia y de cómo balearon en la cabeza a 20 o 25 de los que aún quedaban vivos.

Están confesos también, de haber usado 20 litros de diésel, gasolina y llantas para quemarlos. Están confesos de que la esposa del alcalde de Iguala (jefa del cartel de los Rojos también presa junto con su marido) fueron quienes ordenaron a los sicarios levantar y asesinar a los estudiantes. Está también acreditado que fueron miembros del Cartel Guerreros Unidos los que cometieron los terribles crímenes.
Pero como mexicanos que somos no tenemos compostura. Nuestro imaginario colectivo sigue omiso negando la realidad y evidencias de los hechos. Siguen insistiendo algunos grupos y facciosos de manera estúpida, irresponsable y de mala fe, que se trató de un crimen de estado. De esta manera se encubre a los narcos.

Por otra parte, las investigaciones y peritajes internacionales se han encausado indebida y tercamente, en tratar de precisar el lugar en donde fueron quemados, cosa que siendo importante, es más transcendental saber quiénes los asesinaron, por qué razón y por órdenes de quién.

La realidad es que jurídicamente han quedado probados los hechos constitutivos de los delitos y la imputación a los responsables, ello con fundamento en las actuaciones dentro del mismo proceso y el cúmulo de declaraciones y confesión del delito, que han hecho los indiciados.

Pero como siempre nos ha gustado a los mexicanos, el asunto lo retorcemos por ignorancia, sectarismo, buena o mala fe, que ya a nadie le importa castigar a los culpables, sino encontrar el lugar en que quemaron a los normalistas. Por otra parte y también como hacemos los mexicanos, los crímenes se convierten en bandera o pretexto político para que cualquiera salga a la calle a protestar y por cualquier cosa que se le ocurra.

POSTRE.- Los mismos padres de las víctimas que son sabedores realmente de la verdad en cuanto a la vida de sus hijos, han estructurado una máquina de protestas que viaja por todo el país, Sudamérica, Norteamérica, a la ONU y Europa, con quien sabe cuántos recursos económicos que nadie sabe quién paga. Algunos dicen que el negocio real de todo esto es que nunca se resuelva.

Han pasado dos años y no existen sentencias dictadas en los procesos; pero lo más peligroso del asunto, es que los indiciados y confesos están ya muy cerca de salir en libertad con motivo de los amparos que sobre supuestas torturas sufridas han venido presentando.

DIGESTIVO.- De llegar a ganar los amparos, los delincuentes saldrían por la puerta grande del penal. Entonces sí nos quedaríamos todos como el chinito: nomas milando: los asesinos en las calles, los normalistas exterminados y los anarcolocos protestando con marchas en el Paseo de la Reforma. No tenemos compostura.

 
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