Cuando México necesitó un muro con EUA
Juan Martínez Veloz.
Uno de los graves problemas que afrontó México como nación independiente desde su nacimiento, fue la invasión reiterada de tribus bárbaras provenientes del sur de los Estados Unidos. El problema existió desde la época del antiguo Virreinato español.
Consumada la Guerra de Independencia de México en 1821, los estados del norte de México (Chihuahua, Coahuila, Durango) se vieron afectados por sucesivos ataques y saqueos por parte de indios salvajes (Apaches y Comanches) quienes provenían del altiplano del territorio de la Unión Americana y que fueron confinados al sur del vecino país del norte (Texas y Nuevo México) en una situación de franco exterminio.
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El incremento de las agresiones hacia México se debió principalmente, tanto al avance colonizador que hubo por parte de los anglosajones en algunas regiones que pertenecían a los Estados Unidos, como a ciertas incursiones en territorio nacional mexicano a través de actos que implicaban una franca invasión.
Los indígenas Apaches eran salvajes y sanguinarios con los mexicanos, para ellos México como territorio no existía y se sentían superiores a sus habitantes en el plano de la guerra, basta tomar sólo un párrafo del testamento del indio Jerónimo, para confirmar lo anterior:
“… Yo mismo maté muchos mexicanos. No sé cuántos exactamente, porque muchas veces no los contaba. Algunos no valía la pena contarlos, ésa es la verdad. Ha pasado mucho tiempo, pero sigo sin querer a los mexicanos. Conmigo siempre se han mostrado desleales y criminales…”
Fragmento de las memorias de Jerónimo dictadas en 1905. Orozco, Víctor: Las guerras indias en la Historia de Chihuahua, CONACULTA, México, 1999, p. 33.
Con la invasión de Estados Unidos contra México en 1846, México perdió los estados y territorios norteños de la Alta California, Nuevo México y parte de los estados de Baja California, Sonora, Tamaulipas, Coahuila y Texas.
Después con el Tratado de Guadalupe-Hidalgo firmado al finalizar la guerra en 1848, las invasiones de Apaches no cesaron, a pesar de que el propio tratado señalaba que el gobierno americano se encargaría de impedir la introducción de bárbaros en territorio mexicano:
“Los Estados Unidos se comprometen a controlar a las tribus indígenas de su territorio e impedir su paso a México; a no comprar o canjear prisioneros, ganado, artículos robados en México, ni a venderles ni suministrarles armas de fuego o municiones; y a rescatar y repatriar a los prisioneros de los indios que tengan nacionalidad mexicana” (Art. 11).
La Laguna de Coahuila y Durango fue campo propicio para las reiteradas acometidas de los indios americanos.
Los registros de invasiones Apaches en la Comarca Lagunera datan de 1842-1848 y se extendieron hasta el Porfiriato. El indio Jerónimo se rindió en 1886 ante los soldados norteamericanos. (Puede verse: Antonio Arreola Valenzuela; Mapimí, 400 años de glorioso pasado y esforzado porvenir; Metalúrgica Mexicana Peñoles y otros; México 1998, p.p. 56-60).
La historia es paradójica, en el siglo XIX un muro o una muralla en los límites de la incipiente nación mexicana hubiera servido para contener a los invasores norteamericanos, tanto soldados como parvadas de Apaches y Comanches que siempre anhelaron las riquezas del norte mexicano.
Hoy la mayoría de los mexicanos se oponen a un muro en la frontera con los Estados Unidos. Ahora un muro fronterizo serviría más a Estados Unidos que a México. Son los contrastes de la historia.
No obstante que como mexicanos estamos en contra de un muro fronterizo México-EUA, estamos a favor del diálogo permanente con las autoridades y partidos norteamericanos en los diferentes temas de la agenda binacional. Razones hay muchas; sólo enumeramos algunas:
1.- El sistema bipartidista americano es el más antiguo y estable del mundo. El riesgo de que un partido sea sustituido por otro en cada elección es real. Desde mediados del siglo XIX demócratas y republicanos se han alternado en el poder, tanto en la Presidencia como en el Congreso.
2.- El diálogo binacional México-EUA en periodo electoral ya se empezó a practicar en México en la elección presidencial de 2012 cuando el Vicepresidente de EUA se entrevistó con los candidatos presidenciales mexicanos.
3.- El diálogo siempre será el mejor instrumento para resolver los problemas entre las naciones, mas aun con los Estados Unidos que desde la caída de la Unión Soviética en 1990 se quedó como la superpotencia número uno del mundo. Su hegemonía en diferentes campos de la vida social es un hecho notorio. Hay mucha bibliografía sobre el tema. Sólo recomendaré un libro de Jacques Portes: “La Hiperpotencia Americana”, Larousse, España, 2003.
juanmartinez_veloz@yahoo.com
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