¡“É una vergogna”!
Patrocinio, el macabro destazadero
de víctimas en la Región Lagunera
Adolfo Olmedo Muñoz.
“La pregunta es: ¿Cómo una sociedad puede soportar con indiferencia
y pasividad que exista un monumento a la impunidad como lo es Patrocinio?”.
Raymundo Rivapalacio. |
La “arqueología del crimen” se ha vuelto a poner de moda, luego de certera opugnación del columnista Raymundo Rivapalacio a la ditirámbica, aunque ingenua, postura del Gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, quien ha reiterado, una y otra vez que “En Coahuila, ni un paso atrás en la lucha contra el crimen organizado”, para dar con dicha actitud, la espalda a cientos, si no es que a miles de familias de seres desaparecidos y bestialmente destrozados que yacen en un hediondo Ejido -Patrocinio- localizado en San Pedro de las Colonias, en Torreón, Coahuila.
Sin querer queriendo, el columnista le hace el recordatorio, a él y a la sociedad coahuilense, de que a casi un año de haber dado a conocer el hallazgo del macabro centro de exterminio, atribuido a los cárteles de las drogas, el descubrimiento de cadáveres se ha cuadruplicado (unos tres mil casos), y no se ha producido ni un solo dictamen, ya no digamos sentencia condenatoria para alguno de tantos engendros de la decadente “narcocultura”, por lo menos se habría ya creado una oficina especial de investigación, del registro de identidades de todas esas víctimas.
Pero tal vez eso no hubiese redituado ningún abono a la imagen política, pues, al fin y al cabo, los pobres son ignotos, no suman votos, y menos cuando están muertos. Arde la cara de vergüenza cuando se anuncia un avance en la lucha contra el crimen organizado y permanece impune una felonía como la que se descubrió en Patrocinio.
El gobernador no debe tampoco jactarse de que ya no hay tanta violencia en la entidad, pues en estricto sentido no se debe a instrumentación de ninguna política meramente local, sino que han sido la presencia de las Fuerzas Armadas de tierra y mar, así como de la Policía Federal las que han combatido, con algunas bajas incluso, a grupos cada vez más fuertemente armados y preparados logísticamente.
La Procuraduría General de Justicia en el Estado no ha sido más que una figura decorativa, lo mismo que las pomposas organizaciones civiles (no todas por cierto) que con su omisión, se convierten en testigos de cargo de crímenes de lesa humanidad y coadyuvantes indirectos de una impunidad que dicen repudiar.
Pero no es el único comentario que nos avergüenza, recientemente también, “el Bronco” Gobernador de Nuevo León, al ser cuestionado sobre su “machista” opinión en contra de los matrimonios entre miembros del mismo sexo, dijo que en el fondo él los respeta, pero que no hará cambios en la legislación de su Estado y que los que quieran casarse con parejas del mismo sexo, “que se vayan a Coahuila”…
Por otra parte la política va más allá de la “vergogna”. No hay un solo “precandidato”, de ningún partido, al que se le pueda reconocer valores como posible estadista. Tan malo el pinto como el colorado.
Muchas otras pifias podríamos comentar, y de hecho pueden algunos círculos académicos tener debates al respecto, pero lo cierto es que no se nota respuesta de una sociedad que ve con desaire lo que ocurre con migrantes, que desprecia ostensiblemente a los pobres y que sigue impávida ante fenómenos sociales como el alto índice de suicidios en una juventud desilusionada.
Y es por eso mi modesta opinión; producto de una vergüenza ajena cuando el columnista Rivapalacio inquiere: “¿Cómo es que una sociedad puede soportar con indiferencia y pasividad que exista un monumento a la impunidad como lo es Patrocinio?”
Y estoy ciento por ciento de acuerdo, solo que yo me pregunto también, ¿cómo es que la sociedad actual acepte e incluso promueva la prevalencia de la impunidad? En cualquier ámbito que se presente deberá ser combatida. Ya lo hemos dicho en otras ocasiones: La ley sin el auxilio de la fuerza coercitiva es una mera mascarada. Si el gobierno - institución no responde con fuerza a la brutalidad de la mafia organizada, más pronto que tarde se verá rebasada por una ira social, hoy, aparentemente adormecida.
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