Mirando a fondo
¿Y la solidaridad con nuestro Ejército?
Víctor González Avelar.
ENTRADA.- El pasado mes de septiembre un convoy militar que custodiaba una ambulancia de la Cruz Roja en Culiacán Sinaloa, fue emboscado y atacado por asesinos del crimen organizado.
Los militares resguardaban la ambulancia que trasladaba a un criminal herido durante un enfrentamiento con fuerzas del orden y para ser atendido de las heridas sufridas.
En el cobarde asalto murieron cinco soldados y otros 10 se encuentran gravemente heridos recuperándose en un nosocomio de aquella ciudad. El asalto de los criminales fue operado con armas de alto poder y uso de granadas, de ahí los trágicos resultados de la emboscada.
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Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos se han registrado a la fecha 1240 enfrentamientos de civiles armados en contra de miembros de nuestro ejército y como resultado de esos enfrentamientos, murieron 69 elementos de SEDENA entre 2012 al 2015.
SOPA.- En el discurso pronunciado por el Gral. Salvador Cienfuegos Secretario de la Defensa Nacional durante el sepelio y honras fúnebres a los soldados caídos, aquel manifestó su justificado malestar por los lamentables sucesos y entre otras cosas precisó: “Sepan que vamos con todo, con la ley en la mano y la fuerza que sea necesaria…..que la fuerza que apliquen tendrá la respuesta que corresponda por parte de la autoridad. Este artero y cobarde ataque, no solo es una afrenta al Ejercito o a las fuerzas armadas, es también una afrenta a la naturaleza humana, a la convivencia colectiva, a los principios sociales, a las leyes que nos hemos dado y es también una afrenta al estado de derecho”…. “Se trata de grupos no contabilizados, de enfermos, insanos y bestias criminales…”
PLATO FUERTE.- Desde aquel día que Felipe Calderón Hinojosa declaró la guerra al narcotráfico y sacó a las fuerzas armadas de su natural hábitat (cuarteles e instalaciones militares), la muerte cabalga invencible por los cuatro puntos cardinales de México, sembrando el terror, tratando de desestabilizar el país y de destruir sus instituciones.
La realidad es que contamos con cuerpos policiacos municipales, estatales y federales que mayoritariamente están cooptados por el mismísimo narcotráfico ya sea por corrupción o por amenazas. Varias regiones del país han ido cayendo bajo el dominio y control de los criminales.
Ante esta terrible realidad se tomó la decisión de sacar al ejército a calles, sierras y caminos como la última instancia de poder hacer frente a ese enorme flagelo que ha descompuesto la vida entera de esta nación y a todos sus niveles sociales.
Durante esa difícil guerra del ejército contra el crimen, han venido surgiendo una serie de supuestos defensores de los derechos humanos y enérgicos críticos de la actuación del Ejército y la Armada contra del mal, los que pretenden desacreditar, juzgar y criminalizar a las fuerzas armadas. Nada más injusto y equivocado. Muchos olvidamos que la última frontera o valladar que tiene esta nación para sobrevivir frente al crimen organizado (por el momento), son las fuerzas del Ejército Mexicano y la Armada Nacional.
Tenemos a la vista a la Guerrilla de Colombia que enfrenta al estado de derecho, ha logrado sobrevivir en medio de la muerte, destrucción, secuestro y extorción por más de 50 años y con 250 mil muertos.
Aunque nosotros afortunadamente no sufrimos lo que se llama una güerilla, si es una realidad que el crimen organizado viene operando y funciona como una verdadera banda o guerrilla delincuencial. Está muy bien armada con fusiles y granadas de alto poder, con sistemas sofisticados de comunicación e inteligencia, excelente logística, ilimitados recursos económicos, tiene el control real sobre algunas poblaciones y dominan la vida económica y social en muchas comunidades.
POSTRE.- De ahí que la lucha es y será larga y difícil; pero esa lucha no puede ser privativa de las fuerzas policiacas o del ejército. En esta guerra estamos involucrados todos. Es por ello que resulta sorprendente que a la muerte de los últimos 5 soldados la sociedad civil no se haya dado muestras de reconocimiento a los caídos. Aquí callaron las organizaciones civiles, universitarias, docentes, las cámaras industriales, del comercio, las patronales. Ni los gobiernos de los estados dijeron algo. Ninguno de nuestros organismos sociales se dignó publicar siquiera una esquela o reconocimiento a los caídos. El país todo cayó. Se dejó solo a nuestro ejército que es la última frontera de nuestra seguridad y de sobrevivencia como sociedad ante los criminales.
El país, sus instituciones y organizaciones simplemente negaron su apoyo y solidaridad a nuestros garantes.
DIGESTIVO. - En nuestra salud lo hallaremos.
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