¡Viva México!
Evaristo Velasco Álvarez.
Para 1790 la Nueva España estaba sin una real unión o identificación como comunidad social, más allá que la obligada obediencia a la corona española y a la "SANTA MADRE IGLESIA" de Roma quienes permitían y garantizaban a los españoles peninsulares (nacidos en España) y a los criollos (nacidos en América pero hijos de españoles católicos) el conservar y acrecentar privilegios de propiedad en tierras y esclavos.
No había identidad entre los habitantes del sur (Chiapas, Tabasco, Yucatán, Guerrero, Oaxaca, etc.), ni los del pacífico (Michoacán, Jalisco, Colima, Nayarit, Sinaloa, Sonora, California, etc.), los del Golfo (Veracruz y Tamaulipas), los de Zacatecas, los del norte (Chihuahua, Nuevo León, Durango, Zacatecas y Coahuila), los del bajío (Aguascalientes, Guanajuato, San Luis Potosí) y los del centro (Querétaro, Hidalgo, Tlaxcala, Puebla, Morelos, Estado de México y la Cd. de México).
Para ese entonces Europa se convulsionaba con la invasión napoleónica que hacía que España fuese gobernada por el hermano de Napoleón (José), despertando los sueños de independencia política y económica de los españoles criollos dueños de vidas y haciendas en la Nueva España y quienes deseaban gobernarse por ellos mismos porque no aceptaban rendirle honores a un monarca NO español. Fernando VII ya no regía y las conspiraciones se comenzaron a presentar; y asimismo buscaban terminar con el gobierno virreinal que les cobraba "altos impuestos".
El resto de los habitantes (mestizos, indígenas, negros y las mezclas de todos ellos entre sí y con los españoles) no contaban más que con la "buena voluntad" de sus "amos" o patrones. Sin derecho a la educación, a poseer su propia libertad o de casarse como católicos sin el aval de sus amos, por ser animales sin alma (según los que gobernaban en la iglesia en Roma). En otras palabras ni existían ni contaban propiamente.
Así que mientras unos lucharon por obtener la libertad de España, otros por la integración de un país y otros por sentirse en realidad LIBRES.
Imaginarnos el momento en que el cura Hidalgo pronunciara aquellas palabras históricas: ¡Viva la independencia! ¡Viva Fernando VII! ¡Muera el mal gobierno! ¡A coger gachupines! No cruzaba por su mente hacer la guerra a España, sino exigir por una parte que los invasores franceses salieran de España y por otra la de acabar con el mal gobierno virreinal.
velasco_alvarez@yahoo.com
(Continuará la próxima).
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