¿Crees en las encuestas? Yo tampoco
José Guadalupe Robledo Guerrero.
En el proceso electorero de Coahuila, como en todos los circos de este tipo, han salido a relucir la encuestas realizadas a diestra y siniestra por los medios de comunicación, partidos y candidatos, que son ordenadas para darle ventaja a quien las paga. Recuerdo una anécdota sobre el tema que justifica mi incredulidad. Corría 1993, en ese tiempo escribía en el periódico Vanguardia, eran días electoreros y también como ahora se disputaban la gubernatura de Coahuila muchos candidatos, ocho para ser precisos. Algunos eran: Rogelio Montemayor Seguy por el PRI, Rosendo Villarreal por el PAN, Francisco Navarro Montenegro por el PFCRN, Eleuterio López Pérez por el PRD, Héctor Morquecho Rivera por el PPS, Jesús González Schmal por el PDM, y dos más. Por cierto, un hecho inédito fue que todos ellos fueron invitados al desayuno de prensa organizado por la asociación periodística que dirigía Alfredo Dávila.
Armando Castilla no se había puesto de acuerdo con Rogelio Montemayor sobre el monto económico de la publicidad de su campaña, incluso había entre ellos una relación de animadversión mutua. Uno de esos días estaba platicando con Armando Castilla en su oficina de Vanguardia, cuando recibió a dos personajes muy bien vestidos, a la usanza ejecutiva, que llegaban de una empresa dedicada a levantar encuestas, no sé si eran chilangos o regiomontanos, que ameritaban que Castilla les proporcionara los lugares donde levantarían la encuesta que había sido ordenada por el propietario de Vanguardia.
Armando Castilla que en estos asuntos se las sabía todas, había ordenado la encuesta para que sus resultados fueran adversos al candidato priista Rogelio Montemayor, que dicho sea de pasó estaba desarraigado de Coahuila y había sido impuesto por el entonces presidente de la república Carlos Salinas de Gortari, pasando por encima de las aspiraciones de Enrique Martínez y Martínez.
Para presionar a Montemayor a llegar a un acuerdo, Castilla había ordenado que la encuesta favoreciera al candidato del Frente Cardenista Navarro Montenegro, y para lograr tal objetivo encaminó a los encuestadores a las colonias donde Francisco Navarro tenía a sus fans, pues les había dado terrenos para construir sus viviendas.
Como justificación, Armando Castilla me compartió la idea que le pasaba por la mente: “No estamos mintiendo, en esos lugares quieren que Navarro Montenegro sea el próximo gobernador”. Y así fue la nota periodística. Luego, con la intervención de Jorge Masso Masso, Armando Castilla y Rogelio Montemayor llegarían a un acuerdo satisfactorio para ambas partes, y las notas periodísticas cambiaron: El mejor candidato para el gobierno de Coahuila y el más querido por los coahuilenses era -ni más ni menos- que el salinista Rogelio Montemayor, quien por cierto no ha dejado de hacer negocios en Coahuila, ayudado por los últimos gobernadores. Ahora Montemayor anda en el negocio del carbón.
¿Quién cree en las encuestas? Yo no...
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