Plan de Peña Nieto: privatizar la educación
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
Nuestras instituciones, particularmente la presidencia de la república y el PRI, la mejor y más amplia
tarea que están tratando de llevar a cabo -según mi apreciación y de no pocos analistas políticos- es
la de tratar de desprestigiar a la oposición. Esto no es nuevo, Salinas, Fox y Calderón también
lo hicieron, sin embargo por sus corruptelas palpables, sus opositores han crecido. |
¿Cómo creer en Peña Nieto y en Aurelio Nuño que llevan más de cuatro años desmantelando un sistema educativo que iba funcionando bien hasta que estos gobiernos neoliberales sometieron y comprometieron la educación de los mexicanos ante el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial a cambio de que nuestros malos gobiernos obtuviesen empréstitos para encubrir sus incapa- cidades y corruptelas? Y no sólo sometieron el sis-tema educativo, sino también la cuestión energéti- ca, los sistemas de salud, el rubro alimenticio de granos, cárnicos, lácteos y, la militarización del país ante los dictados de Washington, con el fin de hacernos totalmente dependientes de ellos como ya lo estamos.
Desde el Palacio Nacional, Peña Nieto aseguró que: “mantener la educación sin cambios no era opción. No podíamos condenar a los niños y jóvenes del Siglo XXI a una enseñanza del siglo pasado y hasta del Siglo XIX”. El plan de Peña Nieto no es ese, él miente porque lo que está haciendo es privatizar la educación, adecuándola a los requerimientos de los empresarios -nacionales y extranjeros- quienes requieren gente dócil, sumi- sa y preparada exprofeso para ser buenos obreros, trabajadores, empleados y campesinos manejables para que el patrón no batalle, y para ello además frenaron los salarios inconstitucionalmente, para hacer a las empresas nacionales más competitivas, y lograr hacer de México un paraíso harto en facilidades para que los capitales foráneos se vengan invertir sus recursos en nuestro país.
La única realidad es que Peña Nieto es un mitómano empedernido que sin pena ni vergüenza intenta de nuevo engañarnos como lo hizo con la cuestión energética y lo está haciendo con la militarización que pretende legalizar; y ahora, privatizar la educación es uno de sus cometidos.
Peña Nieto ha podido hacer de México un soberano desastre, porque se lo hemos permitido; Por ello tenemos que oponernos, ¿pero cómo y con qué? Me cuestiono, si el legislativo está al servicio de las demandas de la presidencia al igual que el sistema judicial. Los diputados y senadores desde hace ya muchos años, dejaron de ser nues-tros representantes, y los partidos se han convertido en feudos de la canalla, quienes ya encontraron la forma de vivir holgadamente, y por eso les interesa un comino el destino de México y la miseria nuestra.
Peña Nieto insiste que la reforma educativa es para tener una mejor educación y fomentar la libertad, alentar la creatividad para vivir en un ambiente de justicia y paz. En suma, “una enseñanza que forme ciudadanos comprometidos con la legalidad y el fortalecimiento democrático”
Peca de pérfido el presidente, invitándonos a fortalecer la democracia en México, cuando él mismo llegó a la presidencia mediante la compra de votos burlando la democracia y la constitución, coludiéndose con SORIANA y MONEX para repartir dinero -robado de erario de los estados de Coahuila, Veracruz y el estado de México- entre mexicanos jodidos, los que por su famélica condición socioeconómica, no sólo están dispuestos a vender su sufragio sino hasta su propia madre si la tuviesen y la pudieran vender.
Se pasa de la línea de cordura al decir que la reforma educativa fomenta la libertad y alienta la creatividad para vivir en un ambiente de justicia y paz, cuando su ejército y su marina están sembrando de cadáveres nuestros campos y ciudades, diciendo que lo hacen para combatir delincuentes, pero lo que hacen es para tener el control de los ciudadanos que cada día son más los inconformes con el mal gobierno.
¿Cómo pueden estar comprometidos los ciudadanos comunes con la legalidad, si todo lo que hace este gobierno es ilegal, y la corrupción está arraigada hasta la médula en los políticos, funcionarios públicos y empresarios coludidos con estos para cometer sus fechorías? La ilegalidad es lo único que tiene sustento con este gobierno que goza de una impunidad superlativa, la que es creada y fomentada por los mismos que dicen ser nuestra autoridad.
De esto y más desprendo que los discursos de Peña Nieto y de Aurelio Nuño son puras baratijas de oropel que ya ni siquiera encandilan al más lerdo de los ciudadanos. En fin, ya no encuentro nada en Peña Nieto y su gobierno que nos infunda algún compromiso con la legalidad y menos por el mínimo respeto a la autoridad que Peña Nieto representa. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
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