publicación Online
 
 
el periodico de saltillo
Abril 2017
Edición No. 338


Recordando al Ché...

Una plática con Aleida Guevara March

José Guadalupe Robledo Guerrero.

Gracias a la invitación de mi hijo Alejandro conocí a la hija del legendario revolucionario Ernesto Che Guevara, la doctora Aleida Guevara March, pediatra, alergóloga, marxista, internacionalista, militante del Partido Comunista de Cuba, colaboradora del Centro de Estudios Che Guevara, trabajadora del hospital para niños William Soler de La Habana, Cuba, autora del libro: “Chávez, Venezuela y la nueva América Latina”, y ha sido una militante de los derechos humanos y de reducciones de deuda soberana para naciones en desarrollo.

Para acudir a la cita me trasladé a la ciudad de México, en donde estuvimos la mayor parte del pasado 22 de marzo platicando con Aleida, y mientras recorríamos la sala de la cultura teotihuacana en el Museo Nacional de Antropología e Historia y después en la comida y luego en la sobremesa, Aleida nos llevó de la mano a conocer su amor por la niñez, por el pueblo cubano y su revolución; su cariño por sus padres, el Che y Aleida March, y por sus hermanos Hilda, Camilo, Celia y Ernesto; sus recuerdos sobre sus tíos Fidel y Raúl Castro y sus viajes por el mundo enarbolando la bandera de la solidaridad internacionalista, de la solidaridad comunista del pueblo cubano.

Aleida es una mujer comprometida, sensible, didáctica, solidaria, apacible, pero muy firme en sus convicciones, intransigente diría yo, que es una actitud de quien sabe lo que dice. Así era el Che. El recordado historiador uruguayo, Eduardo Galeano, escribió alguna vez que el Che Guevara: “Se delataba, como todos, por los ojos. Recuerdo su mirada limpia, como recién amanecida, esa manera de mirar de los hombres que creen…”. Aleida Guevara March tiene la misma mirada de su padre, la de una mujer que cree que la realidad se puede trasformar. Como pediatra y alergóloga ha dedicado su vida entera a la solidaridad internacional, al ejercicio de su profesión y a estudiar la obra de su padre.

Aleida recuerda claramente a su padre a pesar de que tenía una corta edad cuando el Che vivió en Cuba. Nos confía que no recordaba a sus padres haciéndose arrumacos, pero sí a su madre triste y llorosa luego que su padre se fue de Cuba. Se daba cuenta del gran amor que su madre le profesaba al Che, pero no supo el por qué de ese amor, hasta que leyó el libro escrito por su madre “Evocación”, donde ella recuerda su vida con su familia campesina, su ingreso al Movimiento 26 de julio, su participación al lado del Che, el nacimiento de sus 4 hijos y su amor por el revolucionario que se fue a luchar por la libertad de otros pueblos. Aleida recuerda a su madre llorando cuando escribía el libro, por eso alguna vez le dijo que no lo redactara, para que no la hiciera llorar. “Qué bueno que no me hizo caso”, dice festejando el libro que tanto la hace sentirse orgullosa de sus padres.

Aleida recordó que algún día el Che visitó a su familia de incógnito, luego de que ya había abandonado la Isla para irse al Congo. Aleida recordó con nosotros aquella experiencia, y confiesa no haber reconocido a su padre cuando lo vio, pues se había cortado la barba. El Che entró y salió de Cuba con la anuencia de Fidel y con la condición de que fuera de incógnito, pues qué se le diría al pueblo cubano cuando el Che volviera a irse de Cuba.

Aleida March, esposa del Che y madre de la doctora, preside el Centro de Estudios Che Guevara, en donde se ha reunido todo lo que se ha escrito, en todos los idiomas, sobre Ernesto Che Guevara de la Serna. El Centro no está abierto al público, sólo a académicos, escritores, periodistas e investigadores. Sin embargo, Aleida Guevara advierte que ella siempre les aconseja a quienes le preguntan de algún libro sobre el Che, que lo mejor para conocer a su padre, su ideología, sus pensamientos y su lucha, es leer sus libros, sus documentos, sus diarios. El Che desde los 17 años escribía todo lo que le pasaba y lo que pensaba.

También dice que la mejor película sobre su padre es Diario de motocicleta dirigida por el brasileño Walter Salles y protagonizada por Gael García Bernal y Rodrigo de la Serna. Al recordar que en esa travesía Ernesto Che Guevara se sublima con Machu Picchu, en Perú, Aleida nos comparte un dato que desconocíamos: El Che tuvo el mismo deslumbramiento con la zona arqueológica de Palenque, Chiapas, incluso dice que su padre le escribió un poema a esa imponente ciudad maya de la selva chiapaneca. Aleida no conoce Palenque, por eso la invité a visitarla, ofreciéndome como su guía turístico cuando ella deseara conocer esa gran ciudad prehispánica que tanto impresionara a su padre, el emblemático revolucionario Ernesto Che Guevara.

La doctora Guevara ha ejercido la pediatría en muchos países del mundo: ha enseñado, ha aprendido, ha dictado conferencias, ha impartido cursos, ha consultado niños, ha sufrido con los padres cuando un infante no resiste las enfermedades.

¿Por qué escogiste la medicina como ejercicio de vida?, le preguntamos. Primero, obviamente, fue porque su padre, el Che, era médico, pero fundamentalmente para devolverle a Cuba lo mucho que le ha dado. La doctora Guevara sabe que el acceso a la salud es lo más precario en los países pobres y para la gente sin recursos. Ahora mismo -dice- mueren personas de infecciones estomacales por no tener acceso a un médico, crecen niños con enfermedades curables que por no ser atendidas y no tener medicamento pueden morir o quedar marcados de por vida.

¿Por qué Pediatra? Aleida puntualiza: “Porque creo que la sociedad debe cuidar a los que serán el futuro del mundo: Los niños.” Para la doctora Guevara los niños y los viejos son lo más preciado de los pueblos, por los que siente un gran amor. Unos porque son el futuro y los otros porque forjaron con su trabajo a las naciones. En cuanto a la alergología, Aleida sabe que las enfermedades del tercer mundo son las alergias e infecciones. “Un niño en Uganda o en las zonas marginadas de Perú no tiene acceso al agua potable, al drenaje, ni a los servicios básicos, por lo tanto es más vulnerable que enferme de alergias e infecciones.”

Aleida hizo su último año de medicina y su servicio social en Nicaragua, en plena revolución Sandinista. Llegó encabezando una brigada de jóvenes estudiantes de medicina que estuvieron en las zonas de conflicto. Fue su primera experiencia en medio del combate, Asegura que entendió los horrores de la guerra, porque los que más sufren son los niños. Después de un año de brindar atención médica, Aleida recibió la instrucción del Estado Mayor de Fidel Castro de sacarla de Nicaragua, ya que la inteligencia cubana se había enterado de que era probable la invasión del país por parte de Estados Unidos, y tenían la información de que se había ordenado a un escuadrón de la muerte”, “cazar a la hija del Che”.

Poco tiempo después de esa experiencia, Aleida fue como médico a la guerra civil de Angola, el conflicto armado más largo de África. Lo que allí vivió le enseñó el enorme daño que hace el racismo, y cómo se ensaña la pobreza con los niños. En una ocasión en Angola, atendía a tres niños muy graves, a punto de morir, y sólo contaba con medicina para un niño. “Entonces evalué quién de los tres pequeños tenía más probabilidades de sobrevivir y a él le di la dosis medicinal que tenía”. Haciendo una pausa, con los ojos llorosos, concluyó: “En el Vaticano hay alfombras que con el valor de una podríamos evitar que miles de niños murieran por falta de medicinas”.

Aleida combina todas sus responsabilidades dentro y fuera de Cuba, con su escuela para niños minusválidos. Afirma que los niños que tienen el infortunio de nacer sin alguna extremidad, con un problema psicomotriz o sin algún sentido, requieren de atención especial, pero sobre todo de una formación que les enseñe a valerse por sí mismos, a aceptar su condición y superarla con otras cualidades, “pero sobre todo les enseñamos a no auto compadecerse ni aceptar la lástima de nadie ni permitir las burlas de ninguno. Les enseñamos que la dignidad es inherente al ser humano y ningún mal congénito o por accidente les resta dignidad.”

Aleida junto con su madre, Aleida March -ex miembro del Movimiento 26 de Julio y guerrillera en la revolución cubana-, difunden el pensamiento del Che. Durante años han recopilado -con apoyo del gobierno cubano y de los Comités de Solidaridad- la obra del Che Guevara en distintos idiomas. Recuperaron el Diario de Bolivia y numerosos escritos del guerrillero. “Papi -como se refiere con cariño al Che-, escribía todos los días en sus diarios, hay infinidad de pensamientos, reflexiones, poemas, anécdotas, pero sobre todo análisis del socialismo y comunismo, y la interpretación de cómo debía aplicarse a la realidad de cada país.”

Todo este material reunido fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Por eso con mucho trabajo han realizado el proyecto que está por inaugurarse: El Centro de Estudios Che Guevara, que servirá a los estudiosos de todo el mundo, donde podrán consultar el pensamiento y obra del legendario revolucionario Ernesto Che Guevara de la Serna, a quien el filósofo francés Jean-Paul Sartre definió como “El ser humano más completo del siglo XX”.

Aleida es una mujer formada en la lucha, de carácter fuerte, que se muestra en contra de las injusticias en cualquier parte del mundo. Consecuente entre el pensar, decir y hacer, ha llevado una vida dedicada a los demás, y al estudio profundo del pensamiento de su padre, de José Martí y de los revolucionarios de la historia. Últimamente ha estudiado a Benito Juárez, por el cual tiene una gran admiración y respeto.

Una cosa es cierta, Ernesto Che Guevara es la figura que representa la rebeldía de la juventud que se yergue por encima de las generaciones, y es la esperanza para los pobres que carecen de todo y no tienen destino...

 

 
© 2014 El Periódico de Saltillo contacto@elperiodicodesaltillo.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino