Las presiones a Riquelme
José Guadalupe Robledo Guerrero.
Miguel Ángel Riquelme Solís tomó posesión de la gubernatura de Coahuila el pasado primero de diciembre, y en su primer discurso como gobernador, Riquelme convocó a la unidad y a la reconciliación de los coahuilenses, pues luego de largos meses de discordia, promovida por los candidatos perdedores nuestra entidad quedó dividida y enfrentada.
Pese a la violencia verbal de sus adversarios, Riquelme tomó posesión sin ninguna protesta de quienes insistían en el fraude electoral y en la anulación de las elecciones.
Pero aún con el silencio de los perdedores que luego -por arte de magia- se convirtieron en los defensores de la dignidad de Coahuila, la situación en nuestro estado es de división, confusión y encono, lo que se incrementará en 2018 con motivo de las elecciones presidenciales si el nuevo gobernador no consigue conciliar y unificar a los coahuilenses.
Para tal fin, dicen los que saben, el gobierno de Riquelme tendrá que deslindarse del moreirismo (humbertismo y rubenismo), comenzando por deshacerse de los funcionarios saqueadores que se enriquecieron en los últimos 12 años a la sombra del poder, y que aún persisten en las nóminas estatales. Ellos ya son emisarios del pasado
Por otro lado, los ex gobernadores coahuilenses -todos ellos priistas- deberán dejar de presionar para que les den un puesto de elección popular, como lo están haciendo Eliseo Mendoza y Rogelio Montemayor. ¡No llenan estos corruptos!
En el caso de Humberto Moreira, bien haría que se dedicara a disfrutar de sus riquezas y deje en paz la política coahuilense. Humberto está acabado políticamente, pero parece que aún no lo sabe, lo cierto es que en la posición que aparezca será objeto de señalamientos.
Por su parte, Rubén Moreira tendrá que asumir una actitud institucional, y no caer en el error de los dos gobernadores que lo precedieron, Enrique Martínez y su hermano Humberto, quienes creyeron que podían gobernar a través de su sucesor. Si Rubén continúa cometiendo el error de sus predecesores, muy pronto lo veremos enfrentado a Riquelme Solís. Se les olvida que en política el poder no se comparte.
Ya desde ahora hay apuestas sobre cuándo vendrá el rompimiento entre el que salió y el que llegó. Y las apuestas no rebasan los 6 meses, debido a que es mucha la presión de Rubén con los “encargos” que le dejó a Riquelme... |