Oportunidad para que México retome
su dignidad e identidad como nación
Adolfo Olmedo Muñoz.
Los grandes hombres templan su grandeza ante la adversidad;
los mediocres simplemente se constriñen a “recibir órdenes superiores” |
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“La fuerza fundamental que bloquea el desarrollo de América Latina es el imperialismo norteamericano.
Su estrecha alianza con las oligarquías nacionales; los numerosos efectos de su penetración económica y cultural
lo señalan como causa principal del estancamiento general que prevalece en la realidad latinoamericana”.
General Lázaro Cárdenas del Río. |
Llegamos al 2017, zarandeados, vilipendiados, burlados, escarnecidos, agitados en una psicosis colectiva, que está a punto de aniquilar toda autoestima del mexicano. El mexicano consciente, del mexicano bien nacido, de ese mestizo europeizado que ha superado los traumas de una conquista y que se disponía a crear una nueva nación, pero que hoy, de nueva cuenta enfrenta a uno de sus más grandes demonios; tal vez el más grande si no es que el único gran demonio que es: su “relación” con la Unión Americana. Los Estados Unidos de Norteamérica, que desde antes de nacer como país vecino, ya le robaba, le extraía, lo saqueaba impunemente.
Poco más de dos siglos hemos tenido que soportarlos (los más por ignorancia) en su voraz carrera, donde hemos tenido altibajos, aunque siempre perdiendo, hasta más de la mitad de nuestro territorio. Hemos tenido momentos como, “buenos vecinos” durante y poco después de las guerras mundiales, (sobre todo luego de la segunda, con Miguel Alemán, como socio mayordomo), cuando les convenía tenernos como aliados, mano de obra barata, carne de cañón para impúdicas tareas de servidumbre y actividades serviles.
Mucho, sobre todo a inicios de este año, tenemos que lamentar nuestra cercana relación territorial con los EE UU, misma que ha implicado una “relación” de estructuras gubernamentales, de flujos de capitales, de intereses empresariales y de políticas económicas, sobre todo en la actualidad en que la globalización parece no pertenecer a un mercado único. Y que para sobrevivir al embate de “tigres”, “leones” y demás “dragones” de la economía asiática, amén de su derrota económica ante las naciones que supuestamente les “ganó” las guerras bélicas mundiales, el imperio americano Yanqui, necesita de su más cercano “bastón”.
México es un país importante para los Estados Unidos, pero no como igual, sino como el súbdito que ha sido desde que nos destetaron de España. Me resulta muy ingenuo pensar hoy, que el gasolinazo, así como braveras expresiones de pseudo políticos; así como la evidente presencia de fantasmas reales e inventados para el futuro por venir de la economía de nuestro país, sean producto simplemente de “errores” de administración pública por parte del Presidente Enrique Peña Nieto.
La presencia al frente de los Estados Unidos de un sujeto como Donald J.Trump puede resultar una gran amenaza o una gran esperanza. En política, los grandes hombres surgen, de grandes oportunidades que se abren y que hubo quien en ese momento, las supo aprovechar.
Peña Nieto puede ser o no ser muchas cosas que le destacan o le imputan, pero lo que es una realidad, es que puede pasar a la historia como el hombre que pudo detener el sometimiento de nuestro país ante los antojos norteamericanos. Si como se ve, lo están retando a duelos de gran calado, puede hacerles frente. Tiene el partido y los elementos idóneos para las luchas que se anuncian. Cuenta incluso con miembros de diferentes partidos cuyo fervor patrio es evidente y que seguramente estarían dispuestos a dar todo tipo de lucha si Peña Nieto se decidiera a dar la pelea, no bélica, es obvio.
Hoy como nunca México cuenta con aliados de gran tamaño, más que los Estados Unidos; en todos los mercados: del Pacífico, Asia, Europa, y de un gran continente que como México siempre ha sido explotado y vilipendiado: América Latina que no es cualquier cosa si nos tomamos en serio.
Peña Nieto tiene con qué escribir un laudatorio episodio en nuestra historia. No hay mejor amalgama cohesiva que, ante el amago de un enemigo, por fuerte que este sea, se ponga al frente como el primer soldado del que México fue dotado en cada hijo.
El mundo no está para guerras bélicas. No nos podrán invadir ni menos quitarnos otra parte de territorio; ni deben tampoco depauperar más la economía mexicana pues ponen en riesgo la suya: no podemos perder más de lo hasta ahora sufrido.
Peña Nieto ya no tiene nada que perder y si mucho por ganar para honra y gloria de México, y los países libres de nuestro continente.
En lo interno, de nueva cuenta como en otros pasajes de nuestra historia, ante el amago de cambios con los que se suelten a bestias carroñeras opositoras a los intereses nacionales, habrá que prepararnos y de ser necesario soltar a la fiera de la revolución.
Señor Presidente Peña Nieto, le pondré a su consideración un escrito del General Lázaro Cárdenas:
“La fuerza fundamental que bloquea el desarrollo de América Latina es el imperialismo norteamericano. Su estrecha alianza con las oligarquías nacionales; los numerosos efectos de su penetración económica y cultural lo señalan como causa principal del estancamiento general que prevalece en la realidad latinoamericana”.
El regreso de Luis Videgaray al escenario político, más vale que sea para bien; que actúe como vallada de inteligencia, ante la guerra económica que de hecho han emprendido ya los norteamericanos, y si la manipulada opinión pública habla desde oscuros estancos nutridos de traidores de un posible voto de castigo para el 2018, no importa si su partido pierde, pierden tirios y troyanos. México es Primero.
Por lo pronto urge descubrir la mano de quien está meciendo la cuna del diablo; las provocaciones a través de saqueos, latrocinios y violaciones al orden y la estabilidad social. Esa escoria que está aprovechando el justificado descontento social, no merece más que el trato de ratas y cucarachas, que no me digan que son “luchadores sociales”.
No podemos ni debemos caer de nueva cuenta en las sucias artimañas de los imperialistas yanquis. Debemos recordar, tener presente y obrar en consecuencia de que: ¡NO HAY YANQUI CONFIABLE! ni debe haber ya mexicano que les defienda o justifique. La encrucijada de nuestro país, brinda la oportunidad de mostrar al mundo que el nacionalismo inserto en lo más profundo de nuestra raza es, con mucho, más fuerte y digno que el “patrioterismo” oportunista de los yanquis que como el tal Trump, pueden estar provocando al México bronco adormecido.
México, creo en ti.
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