Regreso a las condiciones porfiristas
JABA.
Enero nos recibe con un revés tras otro. Este gobierno formado por el grupo Atlacomulco parece no tener sentido de la congruencia y la sobriedad. Ya desde el año pasado la sociedad se escandalizó por esa vertiginosa alza del costo del dólar. Después surgió la noticia del bono de miles de pesos que diputados se dieron. Cruzando el año, los mexicanos debemos enfrentar un incremento al costo de la gasolina de un 20%. En el primer discurso de Peña Nieto en el año, además de nombrar al neófito Videgaray en asuntos de política exterior -para muestra basta saber que él organizó la visita de Trump a México-, dijo, muy a grandes rasgos, que el reajuste se hizo por el bien de los mexicanos y la economía, ¿qué carajos significa eso?
El gobierno de las malas reformas se ha encargado de saquear a la clase media, de despojar aún más a los desposeídos y de reescribir el marco legislativo que mantenía en poder de los mexicanos -corruptos, hay que decirlo-, el petróleo de la nación y otros bienes públicos. Administración que teme al gobierno de Trump, quien ya propició la cancelación de una nueva planta de Ford en San Luis Potosí. ¿No se estará abriendo una excelente posibilidad para liberar acuerdos hegemónicos, como aquel que dicta que México no puede producir sus propios automóviles? Las condiciones estructurales y humanas se tienen; es este país con una larga trayectoria en la fabricación de autos, en fin.
Y así hay muchos más acuerdos -tácitos, muchos de ellos- que frenan un verdadero desarrollo mexicano. No el desarrollo de poblaciones asalariadas y endeudadas “todos jodidos pero con trabajo”, sino un desarrollo de empoderamiento, creatividad y verdaderas libertades de acción y realización. Sin embargo, persiste el sometimiento, la esclavitud moderna y la sobrecarga de impuestos que no acaban de llenar a una clase política mediocre y perjuiciosa.
Repasando la historia, la Revolución que culminó muchos años después de lo que popularmente se cree, en el segundo lustro de los 30’s con Lázaro Cárdenas y el, al fin, Reparto Agrario equitativo de la tierra -demanda que impulsó inicialmente la Revolución-, la eliminación de latifundios, el impulso al ejido como base económica y la expropiación del petróleo; repasando lo anterior, podemos considerar un regreso a las condiciones porfiristas.
Ahora, en lugar de sufrir en chozas las deudas de tiendas de raya, sufrimos las de bancos y gobiernos corporativos en casas milimétricas de Infonavit. Consideraciones como: que nos ocuparía trabajar 12 días ganando el salario mínimo, para llenar el tanque de la gasolina; que el gobierno va a ser dueño de la plusvalía urbana que la misma población propicie; la falta de alternativas de movilidad, de seguridad, de salud. Éstas y otras que suprimen la posibilidad de un franco florecimiento de la cultura mexicana, son, en gran medida, responsabilidad de este gobierno porfirista; eso sin descontar las fallas de carácter y apatía que a todos nos atañen. Porque, por mucho que nos incomode, políticos y demás sátrapas, son también vecinos, hijos, primos; son también mexicanos.
En el Estado de México se han sucitado saqueos a tiendas de cadena comercial en las últimas semanas, supuestas manifestaciones contra el alza de la gasolina. Más allá de flagrancias más o menos menores -robo y allanamiento a negocios muy prósperos, y sin considerar que pueden ser los mismos grupos priistas-, queda el testimonio manifiesto del descontento generalizado, causa de una realidad desequilibrada. Como a principios del siglo veinte cuando imperaban los latifundios y caciques, ya se ven las revueltas populares en el horizonte del país. Lo que se traduce en atraso, consecuencia de una pésima administración.
Los medios de comunicación siguen sin hacer su labor, por el contrario desinforman. Consideran por default, desde su estatus quo, que es deber del desposeído aguantar cualquier imposición tributaria y presupuestal. Ningún medio de nivel nacional está siendo medianamente irreverente con este gobierno voraz, no hay una agenda mediática que responda a las necesidades de información que requiere un momento como éste.
Este artículo es pesimista porque no se miran contrapesos ya no decir políticos, sino ciudadanos, que busquen cierta reivindicación. Nos sigue definiendo la falta de organización y asertividad. Falta civilidad, asamblea, concordia y compostura en este enero de un “año de retos”, diría Peña en su último discurso. (¿?)
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