Carranza: Una Constitución dinámica
para el México moderno
1917-2017
Luis Fernando Hernández González.
En una gira de varios días, Don Venustiano Carranza en 1913, cruza el semidesierto de Coahuila y de Chihuahua, ya en Hermosillo, Sonora, en el ayuntamiento de aquel lugar pronuncia un discurso de alta visión y responsabilidad aquel 24 de septiembre de 1913. “Es para mí muy satisfactorio tener una nueva oportunidad para agradecer en público a este gran pueblo sonorense la manifestación de que fui objeto como jefe de la Revolución y del Ejército Constitucionalista a mi arribo a esta ciudad, y una vez más aprovecho la ocasión de encontrarme ante tan selecta concurrencia y distinguidas personalidades revolucionarias para expresar, aunque sea someramente mis ideas políticas y sociales, exponiendo y extendiendo lo que el país necesita para su mejoramiento y desarrollo” .
|
Digno de recordarse con motivo del Centenario, que este pasado 5 de febrero ha cumplido nuestra Constitución Mexicana. Por eso diría Don Venustiano Carranza en aquel sitio: Señores, “el Plan de Guadalupe no encierra ninguna utopía, ni ninguna cosa irrealizable, ni promesas bastardas hechas con intención de no cumplirlas; el Plan de Guadalupe es un llamado patriótico a todas las clases sociales, sin ofertas y sin demandas al mejor postor; pero sepa el pueblo de México que terminada la lucha armada a que convoca el Plan de Guadalupe, tendrá que principiar formidable y majestuosa la lucha social, la lucha de clases, queramos o no queramos nosotros mismos y opónganse las fuerzas que se opongan. Las nuevas ideas sociales tendrán que imponerse en nuestras masas, y no es sólo repartir tierras, no es el Sufragio Efectivo, no es abrir más escuelas, no es construir dorados edificios, no es igualar y repartir las riquezas nacionales; es algo más grande y más sagrado, es establecer la justicia, es buscar la igualdad, es la desaparición de los poderosos, para establecer el equilibrio de la conciencia nacional. El pueblo ha vivido ficticiamente, famélico y desgraciado con un puñado de leyes que en nada le favorecen; tendremos que removerlo todo, ordenarlo y construirlo de verdad, crear una nueva Constitución, que nada ni nadie pueda evitar su acción benéfica sobre las masas; cambiaremos todo el sistema bancario evitando el monopolio inmoral de las empresas particulares que han absorbido por cientos de años todas las riquezas públicas y privadas de México.”
“América Latina no debe olvidar que esta lucha fratricida tiene por objeto el restablecimiento de la justicia y del derecho, a la vez que el respeto que los pueblos grandes deben tener por los pueblos débiles: que deben acabarse todos los exclusivismos y todos los privilegios de las naciones grandes respecto a las naciones pequeñas, deben aprender que un ciudadano de cualquier nacionalidad que radica en una nación extraña, debe sujetarse estrictamente a las leyes de esa nación y a las consecuencias de ellas, sin apelar a las garantías que por la razón de la fuerza y del poderío le otorgue su nación de origen. Entonces reinará sobre la tierra la verdadera justicia, cuando cada ciudadano, en cualquier lugar del mundo, se encuentre y se sienta bajo su propia nacionalidad. No más bayonetas, no más cañones, ni más acorazados para ir detrás de un hombre que por mercantilismo va a buscar fortuna y a explotar las riquezas de otro país, y que cree que debe tener más garantías que cualquiera de los ciudadanos que trabajan y viven honradamente dentro de su propio país. Esta es la Revolución, señores, esto es lo que regirá a la humanidad más tarde como un principio de justicia”.
Este día 5 de febrero de 2017, pasan lista de presentes ante nosotros todos aquellos diputados integrantes del Congreso Federal que en 1917 promulgaron con un significativo valor social los distintos preceptos que dieron respuesta a las necesidades de un México que soslayaba las garantías individuales, la configuración del estado mexicano, así como los ordenamientos jurídicos de organización administrativa y funcional de cada una de nuestras actividades de nuestra vida nacional.
Hoy recordamos con todo respeto aquí a Don Venustiano Carranza Garza, como también recordemos en este sitio, aquella fecha memorable del 14 de septiembre de 1916, cuando el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Carranza Garza, lanzó una convocatoria para conformar el cuarto Congreso Constituyente de la República Mexicana, cuya labor en el contexto de la derrota de las fuerzas convencionistas (zapatistas y villistas) era formular una nueva Carta Magna que recogiera las demandas sociales que se habían expresado profusamente en la lucha armada.
En aquel constituyente se pudieron observar dos tendencias: la de los radicales y la de los moderados. Entre los primeros se encontraban personajes como Luis G. Monzón, Francisco J. Múgica, Enrique Colunga, Enrique Recio, Alberto Román, Heriberto Jara y Esteban Baca Calderón, quienes consideraban que era necesario hacer cambios profundos al régimen jurídico; por el contrario, los moderados pensaban en retomar la mayoría de los elementos de la Constitución de 1857 añadiendo sólo algunas modificaciones. En este segundo grupo estaban figuras como Félix Palavicini, Luis Manuel Rojas y Juan de Dios Bojórquez.
“Al cambiar nosotros totalmente nuestra legislación política implantando una nueva Constitución dentro de una estructura moderna y que cuadre más con nuestra idiosincrasia y nuestras necesidades sociales, deberemos también excitar a los pueblos hermanos de raza, para que no esperen tener un movimiento revolucionario como el nuestro, sino que ellos lo hagan en plena paz y se sacudan tanto en el interior como en el exterior los grandes males heredados de la Colonia y los nuevos que se hayan creado con el capitalismo criollo, así como que se sacudan los prejuicios internacionales y el eterno miedo al coloso del Norte”.
Este día conmemoramos nosotros los 100 años de la promulgación de nuestra Constitución de los Estados Unidos Mexicanos,( 1917- 2017) instrumento imprescindible de acuerdo y concertación social, bajo el cual los mexicanos tenemos como base fundamental de norma en nuestra vida jurídica, para muchos de nuestros compatriotas, será un hecho por demás, que pasará inadvertido, más no así para otros, pues este importante acontecimiento será el motivo suficiente para realizar todas aquellas observaciones, precisiones y ajustes que apelan a una mejor y mayor cohesión de nuestro estado de derecho y por consecuencia de ello las modificaciones e implementaciones que demanda nuestra Carta Magna, sea en áreas específicas o de fondo, con una total revisión de normas, acciones, factores y conceptos que de manera imprescindible es necesario analizar para complementar con las exigencias sociales de nuestro tiempo, observando e incorporando claros y eficientes términos de legitimidad y justicia, de una sociedad participativa y moderna que en estos primeros tres quinquenios del siglo XXI, la población se platea justicia clara y expedita; transparencia total y rendición de cuentas, donde precisión y alcance de normas y criterios sea letra viva y vigorosa en la conducción de México; tanto en los ámbitos público como privado; la incorporación sin discreción de toda la conceptualización que garantice ampliamente los derechos humanos tanto de mujeres como de hombres sin importar su condición social, cultura, religión u origen étnico, en donde la sociedad de hoy pide democracia total y participación sin reserva en todos los asuntos públicos, sin importar el nivel federal, estatal, o municipal en que estos se originen, además de una consulta permanente, su observancia y participación social en todos los aspectos del quehacer comunitario. |