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el periodico de saltillo
Febrero 2017
Edición No. 336


Paul Johnson, o el historiador con causa… perdida

Alfredo Velázquez Valle.

 

“Calumnia, que algo queda…”
Refrán popular

 

El historiador británico Paul Johnson, admirador del franquismo y redactor de discursos de la propagadora de miserias global que es el neoliberalismo, Margaret Thatcher, ha escrito una historia del pueblo judío titulado “La historia de los judíos”.

En dicha obra ha descrito el paso del pueblo israelita desde sus comienzos mismos en tierra palestina hasta la fundación del Estado de Israel.

Resulta una guía no imprescindible para la comprensión de los hechos históricos que han rodeado la vida misma de éste pueblo semítico del cual dice recién iniciado el capítulo uno:
“Los judíos son el pueblo más tenaz de la historia…”. (JOHNSON, 2015)

Independientemente de ésta personal opinión vertida a priori, es de notar la forma como éste narrador de cuentos que es Paul Johnson, ejerce un juicio incapaz de lograr cierto barniz de objetividad cuando trata sobre pensadores que, a su entender, han sido la anti tesis del arquetipo del judío pensado en su mente.

Esto sucede especialmente con los cuales difiere por razones ideológicas; es decir, con los que calzan con ideas de izquierda, especialmente los marxistas.

No deja de ser sorprendente la manera como éste inglés, metido a historiador, se conduce al tratar sobre estos pensadores y sus aportaciones teóricas; la falsificación y la falta de criterios morales mínimos para faltar a la verdad lo llevan a tomar partido por la calumnia.

En efecto, las citas más que ser suficientes, son abundantes y he aquí una muestra de lo
consignado:

Sobre Marx y Heine:

“Lo que los dos hombres tenían en común era sobre todo su extraordinaria capacidad de odio… Era parte del odio de sí mismo que compartían como judíos apostatas.”

Sobre el pensamiento de Marx:

“…si bien su sentido de la Historia como una fuerza positiva y dinámica en la sociedad humana, regida por leyes de hierro, una especie de Torá del ateo, es profundamente judía.
Su milenarismo comunista arraiga profundamente en la apocalíptica y el mesianismo judíos.

Sobre la teoría revolucionaria de Marx, Jonhson nos advierte:

“Su concepto de gobierno (de Marx) era el concepto de catedrócracia. El control de la revolución estaría en manos de una intelectualidad selecta, que había estudiado los textos y comprendido las leyes de la historia. Estos individuos formarían la cúpula dirigente. El proletariado, “los hombres sin sustancia”, eran nada más que los medios y su deber consistía en obedecer; a semejanza de Ezra el Escriba, los juzgaba personas ignorantes de la Ley, nada más que la gente de la tierra.”

Más sobre Marx:

“Profetizó la revolución del Mesías” (en alocución a los movimientos revolucionarios que sacudieron el centro de Europa a mediados del siglo XIX).

“Jamás puso el pié en una fábrica, y rechazó el ofrecimiento de Engels de llevarlo a visitar alguna de ellas. Como el gaón de Vilna, se encerraba con sus textos y resolvía los misterios del universo en su estudio.”

“Afirmó que su obra era “científica”, pero no era más científica que la teología.”

“Su temperamento era religioso y mostró que era incapaz de realizar una demostración objetiva y empírica.”

Sobre su teoría: “En resumen, no es en absoluto una teoría científica, sino un fragmento de astuta superstición judía.”
Sobre León Trotsky no se ocupa de su pensamiento teórico pero sí se esfuerza en convencernos de que:

“Más que nadie, Trotsky simbolizó la violencia y el poder demoníaco del bolchevismo y su decisión de incendiar el mundo. Más que nadie fue el responsable de la identificación popular de la revolución con los judíos.”

“… había algo antinatural, semejante al odio, en su ataque a los bundistas judíos en el congreso que los socialdemócratas judíos celebraron en Londres en 1903, y que provocó que esos delegados salieran de la asamblea, lo cual allanó el camino a la victoria bolchevique.”

De Rosa Luxemburgo anota:

“Como Marx, y con mucha menos disculpa, nunca demostró el más mínimo interés por el judaísmo o la cultura yiddish… No sabía nada de las masas judías… Como Marx, tenía antecedentes privilegiados, que continuaron beneficiándola económicamente…. Como él, nada sabía de la clase obrera, ni siquiera de clase trabajadora judía, y como él nunca trató de paliar su ignorancia.”

“Como él, llevó una vida de conspiración política en la clase media, escribiendo, practicando la oratoria y discutiendo en los cafés.”

“Las deformaciones morales y emocionales de Rosa Luxemburgo eran características del intelectual que intenta encerrar a la gente en una estructura de ideas, en lugar de permitir que las ideas se desarrollen a partir del modo en que la gente se comporta realmente.”

Sobre Walter Benjamín:

“… perteneció a la tradición judía irracional y gnóstica, como el propio Marx y como Freud, la tradición de los que descubrían significados profundos, secretos y esenciales de la vida bajo el barniz de la existencia.”

Para W. Benjamín, según Johnson:

“La mayoría de las formas del saber eran relativistas, creaciones burguesas, y debían reformularse para garantizar la verdad proletaria o sin clases. La ironía de éstos conceptos brillantes pero destructivos era que, mientras Benjamín los interpretaba como materialismo histórico científico, eran en realidad producto de la irracionalidad judía…”

Se pueden seguir citando pasajes de este libro donde parece ser que denunciar bajo el signo
de la calumnia es más importante que, ya no enaltecer, sino meramente citar las verdaderas aportaciones teóricas que dichos pensadores realizaron al campo de las Ciencias Sociales; ello, en el marco de un mundo que, fundamentalmente convulsionado por una era de barbaridades perpetradas por el sistema capitalista, buscaron con genuino tesón intelectual el origen, las causas y las posibles vías de acceso a un futuro mejor que el que estaban tratando de explicar.

BIBLIOGRAFÍA

JOHNSON, P. (2015). CAPÍTULO UNO Los israelítas. En P. JOHNSON, La historia de los judíos (pág. 15). Barcelona: Vergara.

 
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